01.

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Mientras me secaba un poco las lágrimas pensaba en lo patético que fue hacer escándalo por una milanesa, respiré profundo y me preparé para disculparme con Ulises.

Soy el hijo del medio de la familia Torres, probablemente la oveja negra. Lautaro es mi hermano mayor, de 22 años, y Ulises es mi hermano menor, de 12 años. No me llevo bien con Ulises, pero Lautaro es mi mayor confidente, y hasta ahora el único que sabe que me gusta Beatriz.

Salí de mi pieza y fui a la cocina, ahí encontré a Ulises buscando cosas en la alacena mientras tenía una sartén con aceite en la hornalla.

—Che, ¿qué estás haciendo? —Pregunté, él no emitió respuesta—. Ulises, decime qué estás haciendo.

—Te quiero reponer la milanesa que comí —respondió con ojos llorosos.

—Ay Uli, sos un amor.

Lo abracé con ternura, es un chico revoltoso pero tiene un corazón de oro. Como no quería largar la cocina lo ayudé a preparar varias milanesas, tanto para nosotros como para Lautaro, que volvería en un rato del trabajo. Pasamos la tarde comiendo juntos, intentando mejorar nuestra relación como hermanos. Cuando Lautaro llegó se quedó comiendo con nosotros, así que aproveché a pedirle fuéramos a mi pieza al terminar.

—¿Hora de la charla emocional? —preguntó mientras se limpiaba los dedos con una servilleta.

—Algo así.

—¿Es sobre ella?

—Ya sabés que sí.

—¿Sobre tu novia? —preguntó Ulises.

—Ya quisiera que fuera mi novia... —susurré, Lautaro me escuchó y comenzó a reír a carcajadas, lo que provocó que me ponga colorado.

—¿De qué te reís? —La confusión de Ulises era cada vez mayor.

—Dejalo ahí Uli, por ahora vos no entendés nada, pero cuando seas mayor lo harás.

Terminamos la comida. Mientras Ulises limpiaba la mesa, Lautaro y yo fuimos a mi pieza.

—A ver, ¿qué pasó exactamente? —preguntó mientras se acomodaba en mi cama.

—Este año es el último que la voy a ver, ya está en sexto, pero todavía no me animo a decirle lo que siento.

—Alex, sos un caso perdido. Mirá, ella va a cumplir 20 años, vos recién cumpliste los 16, para ella seguro sos un pendejito. Además, sos el menos popular del colegio, dudo que te vaya a dar bola.

Me senté en una esquina de mi cama, abrazando mis rodillas. Miré a Lautaro con cara de perrito triste, él entendía a la perfección mi mensaje sin palabras, así que sólo suspiró mientras rodaba los ojos.

—Está bien Alex, está bien, te voy a ayudar a intentar conquistarla. A cambio, quiero un favor.

—Estoy dispuesto a lo que sea —dije mirando mi pequeña alcancía sobre el escritorio.

—No no, no es plata, es otra cosa. Quiero que seas mi sirviente por un tiempo, más o menos... el tiempo que queda del año.

—¡¿Qué?! ¡Vos estás en pedo! —exclamé—. ¡Te estás abusando de mi desesperación! ¡Apenas estamos llegando a mitad de febrero!

—Te aseguro que tu trabajo va a valer la pena, vamos a encontrar la forma de que Beatriz se fije en vos, cueste lo que cueste. ¿Trato hecho? —me preguntó mientras me acercaba la mano.

—Hmm. Trato hecho. —respondí mientras nuestras manos se estrechaban.

—Ya firmaste el trato, ya no hay vuelta atrás, a partir de ahora sos mi sirviente por lo que queda del año.

Creo que ya me condené.


Un Cliché a la InversaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora