Vi como la chica de mis sueños, la chica que tanto me esforcé en conquistar, la chica que tanto amo se fue de mi lado. Mientras veía el avión despegar, sentí una mano sobre mi hombro, y sin darme vuelta supe que era mi hermano. Lo abracé con fuerza, llorando de forma desesperada, Lautaro me devolvió el abrazo y secó mis lágrimas, demostrándome sin palabras que puedo confiar en él.
Aunque tal vez fue lo mejor para ambos, no me gustó cómo terminó. No existe forma correcta de romper un corazón.
Caminé hasta el auto en silencio, prácticamente arrastrando los pies por toda Ezeiza. Estaba desganado, no quería saber nada de nadie, la angustia me explotaba el corazón.
—Todavía no es de noche, ¿querés que vayamos a comer algo? Me contaron de una parrilla que tiene altos chuegusanes de bondiola —sugirió Lautaro mientras subíamos al auto, no le contesté—. Sé que los amás, capaz te ayuden a sentirte mejor.
Miré a Lautaro con ojos llorosos, él suspiró preocupado.
—Bueno, veamos... algo que te guste... ¿helado? Te compro 1/2 para vos solo.
Continué en silencio.
—Bueno, no, entonces te compro una... ¿Fiorella?
—¡¿Fiorella?! —repetí confundido.
Lautaro paró el auto de golpe, me asusté y me aferré al asiento. Al mirar por la ventana vi a Fiorella, estaba cargando una mochila, con los brazos lastimados y llorando al costado del camino. Mi hermano estacionó el auto frente a ella, se bajó y yo lo seguí.
—¡Fiore! ¡¿Qué te pasó?!
—Me peleé con mi hermano, discutí con mis viejos, escapé de casa y un grupo intentó robarme... —sollozó.
—Ay Fiore, tranquila —dijo Lautaro abrazándola—. Vení, vamos a comer algo por ahí así se sienten mejor los dos, yo pago.
Agarré su mochila, la cual estaba bastante pesada, y la metí en el baúl. Lautaro la ayudó a subir al auto, ella no dejaba de llorar, me senté junto a ella en los asientos de atrás y arrancamos. Quería abrazarla, pero a la vez no me sentía bien para hacerlo. ¿Cómo puedo consolar a alguien herido cuando yo estoy en las mismas condiciones? Aunque tal vez ella esta peor. Mis heridas eran internas, ella tenía heridas internas y externas, tendría que estar agradecido de que al menos no tengo el cuerpo lastimado.
Pero... ¿y mi alma? ¿Mis sentimientos? ¿Mi corazón? Duelen. Duelen mucho, pero me siento egoísta si digo "el dolor interno es peor que el externo". Es algo que estuve obligado a aprender, a tragar el dolor interno y seguir como si no pasara nada.
Paramos en una heladería, Lautaro compró 1/4 de helado para cada uno y arrancamos nuevamente. Me encanta el helado pero no sentía hambre, sin embargo traté de comer, no quería que mi hermano se sienta mal viendo que rechazo su helado. Fiorella comía en silencio, se notaba que tenía hambre, hasta que soltó un comentario, como si me hubiera leído la mente.
—Gracias Lautaro, necesitaba comer algo, estoy sin comer nada desde hace casi dos días...
—¿Por qué? —pregunté, después de estar tanto tiempo sin decir ni una palabra.
—Es que estaba encerrada en mi pieza desde ayer a la mañana, mis viejos no querían que salga hasta que me disculpe con mi hermano.
—¿Por qué tenías que disculparte?
—Porque le dije que era un pendejo malcriado, y lo es, mis viejos lo consienten en todo...
Durante unos segundos hubo un silencio incómodo.
—Cuando te fuiste de mi cumpleaños... —Ella dejó su helado y me miró— Fue porque estabas incómoda, ¿verdad?
—Bueno, en parte sí —respondió—. Me dolió verte con Beatriz, tenía un nudo en el estómago, sentía que estaba de sobra en ese lugar.
—Perdón por ser un pelotudo, mi intención jamás fue lastimarte, y me siendo como un pelotudo por haberlo hecho...
—No te hagas problema, ya asimilé que sos feliz con alguien más.
—Era —sollocé—. Lo era...
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Un Cliché a la Inversa
Novela JuvenilPortada diseñada por @lol709 💕 Todos conocemos el típico cliché de la chica nerd que se enamora del chico malo que no le da bola, se cruzan por accidente, empiezan un amor lleno de rositas y cosas hermosas. Un "te amo" por acá, un "estaremos juntos...