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El espectáculo fue un total éxito, chicos y profesores aplaudían con locura. Me seguían temblando las piernas por el nerviosismo a pesar de que ya había pasado todo. Beatriz me agarró del brazo y me dio un beso al estilo hollywoodense, la gente gritó enloquecida y yo casi me desmayo en el momento. 

El resto del día se pasó entre juegos y comidas, otros chicos de vez en cuando me molestaban por el beso de Beatriz. Ya era hora de irnos a casa, fue un día lindo, pero tenía que finalizar, como todas las cosas. Antes de irme vi a Angélica en un rincón, hablando con Diego. Beatriz se me acercó y vio en la misma dirección que yo.

—¿Y? ¿Le vas a hablar? —me preguntó

—No lo sé...

—Dale, intentálo, no perdés nada al hacerlo.

Respiré profundo, tomé valor y me acerqué a ella.

—Hola Angélica —Ella me miró unos segundos y miró para otro lado—. Ya sé que me porté para el orto la última vez, pero quería disculparme por eso... no es fácil para ninguno de los dos, lo sé, pero no quiero que terminemos mal...

—Lo que hiciste fue desubicado —respondió sin mirarme.

—Ya sé, por eso quiero disculparme. Además, te quería invitar a la fiesta de egresados de 6to en un par de días.

—Hmm... tendría que pensarlo.

—Bueno... ¿lo charlamos esta noche por WhatsApp? 

—Supongo.

Ambos nos quedamos mirando el piso, Catriel se acercó a nosotros y nos miró algo preocupado.

—Ya wachos, son amigos desde hace banda de tiempo, aunque estén peleados en el fondo se quieren, tienen una conexión re complicada pero genial. Dense un abrazo al menos...

—No —respondimos Angie y yo al mismo tiempo.

—Porfa, por mí, si no lo hacen... ¡voy a llorar! —sollozó, en un intento pedorro de convencernos.

—Bueno, llorá tranquilo —le respondió Diego en tono burlón.

Angélica soltó una risita y me miró a los ojos, desvié la mirada por unos segundos pero volví a mirarla, sabía lo que ella estaba pensando. Es mi mejor amiga hace mucho tiempo, y me duele estar enojado con ella, así que me agaché y la abracé con fuerza.

Ese mismo día a la noche nos pusimos a hablar por WhatsApp, aunque ella respondía medio seco.

Ese último mensaje fue una puñalada al alma, pero seguí insistiendo, con la esperanza de convencerla para que vaya y poder arreglar nuestra amistad

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Ese último mensaje fue una puñalada al alma, pero seguí insistiendo, con la esperanza de convencerla para que vaya y poder arreglar nuestra amistad.

No pude evitar soltar algunas lágrimas, que mi mejor amiga me diga esas cosas me dolió muchísimo, porque la quiero demasiado y pensé que tal vez ella también me quería a mí

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No pude evitar soltar algunas lágrimas, que mi mejor amiga me diga esas cosas me dolió muchísimo, porque la quiero demasiado y pensé que tal vez ella también me quería a mí. Pero ya sé qué no...

Dejé el celular de lado y ahogué mi llanto contra la almohada, dejando que ésta absorba las lágrimas que corrían por mi cara. Alguien entró a mi pieza sin tocar la puerta, era Lautaro, que me venía a buscar para cenar.

—Alexis, vení a... ¿Qué pasó? Esto no tiene buena pinta —Vio mi celular a mi constado, lo agarró y leyó la conversación—. Ah es una hija de puta, ¿Cómo te va a decir algo así?

—Lo arruiné todo Lautaro, lo arruiné todo... —sollocé sin sacarme la almohada de la cara.

—No, no lo arruinaste vos, lo arruinó ella al ponerse así. No es tu culpa, tranquilo. Ya es momento de dejarla atrás, si ella no quiere que sean mejores amigos que se joda, no merece tus lágrimas.

—Pero hice tantas cosas por ella, y la adoro tanto...

—Lo sé, pero es momento de dejarla ir —dijo dándome un abrazo.

Un Cliché a la InversaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora