14.

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Cuando nos separamos Angélica me quedó mirando raro, después de algunos segundos me dio vuelta la cara de un cachetazo.

—¡¿Y ahora qué te pasa loca?!

—¡No era para que hagás eso! —exclamó sonrojada.

—¡Pero ya me tenías podrido con tus escenas de celos! ¿Qué querías entonces?

—Nada en específico, sólo me molesta verte con ella.

Suspiré por fastidio y me dirigí a mi casa en silencio, Angélica me siguió sin decir nada. Estábamos totalmente empapados, el viento no dejaba de soplar con mucha fuerza. Abrí la puerta y noté que Angélica me había seguido, así que la dejé entrar a ella primero, la cual fue directamente hacia mi pieza. Al encerrarnos busqué algunos toallones entre mi ropa, le di uno y ella comenzó a sacarse la remera.

—¡A-aguantá un poco! Para eso andá al baño.

—Pero de chicos nos cambiábamos uno frente al otro sin problema...

—Sí, de chicos, ahora de grandes es otra cosa —respondí incómodo.

Le dejé algo de mi ropa limpia para que se cambie, agarré la mía y me fui a cambiar al baño. Cuando salí golpeé la puerta de mi pieza, pero Angélica no me contestaba, volví a golpear y, nuevamente, no recibí respuesta.

—Che, ¿puedo pasar?

Nuevamente Angélica no me contestó.

Decidí entrar y la encontré todavía desnuda, revisando entre mi ropa. No tardé en darme vuelta para no verla.

—¡¿Qué carajo estás haciendo?! —le pregunté

Ella se tapó con la toalla.

—Estaba buscando otra ropa, esta me queda demasiado grande.

—No es mi culpa que seas petisa, señorita de 1,57.

—Perdón por no ser tan alta como vos, pendejo de 1,79.

—1,80, querida mía, 1,80. Ponete lo que te di, después llamamos a tus viejos para que te vengan a buscar.

Angélica no tuvo otra opción que ponerse la ropa que le di, la cual le quedaba ridículamente enorme, así que decidí que sería mejor pedirle algo de ropa a mi vieja para que le preste. Yo soy algo rellenito, ella en cambio es un palo vestido, es normal que mi ropa le quede tan mal. Mientras mi vieja buscaba, Angélica y yo decidimos quedarnos en mi pieza charlando.

—Sigo sin entender por qué te ponés celosa cuando estoy con Beatriz.

—Porque tengo ganas de ponerme celosa, y listo.

—¡Pero tiene que haber una explicación! —dije y suspiré.

—¡¿Y qué si no existe explicación?!

Con impaciencia, me acerqué a su cara, quedando ambos frente a frente.

—Sabés perfectamente que no soy una persona con paciencia, además odio que me dejen con dudas, así que te conviene decirme ya el motivo por el que te ponés como pelotuda.

Angélica se puso nerviosa, intentó alejarse de mí, pero la sostuve del brazo con fuerza. No quería lastimarla, pero sabía que esa la única forma en la que podía hacerla hablar.

—¡Porque soy una tóxica de mierda!

—Sí, eso ya lo sabía, el tema es que no me explicás por qué sos tóxica conmigo si sólo sos mi mejor amiga.

—¡Porque no te quiero perder!

—¡Pero si ya te dije como 50 veces que no me vas a perder! ¡Por algo le pregunté a Beatriz si me dejaba llevarte a su cumpleaños! —Cuando me di cuenta que le estaba gritando mucho, me separé un poco de ella—. Perdón, no era mi intención hacerte sentir mal.

—No pasa nada... —respondió Angélica, mirándome con desprecio.

Un Cliché a la InversaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora