04.

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Al llegar a casa no saludé a nadie, sólo fui directo a mi pieza y me tiré en la cama a pensar. Apenas es el primer día de clases y ya tengo un montón de quilombos. Mi mejor amiga está celosa, es algo que nunca pensé que iba a suceder. ¿Le gusto? Así parece, pero no entiendo, ¿qué es lo que me ve? ¿Le pagan para que diga eso? No lo sé. Mi cara todavía tiene algunos granos y puntos negros, soy un poquito rellenito, uso anteojos de culo de botella porque sino no veo un choto, estoy siempre despeinado y tengo ojeras por el piso.

Soy más feo patada en los huevos.

Miré mi celular, mi fondo de bloqueo es una foto de ella y yo, no pude evitar sentir melancolía al verlo. Quiero llamarla, pero sé que si lo hago no me va a atender, así que me resigno a dejar mi celular a un lado. Estaba sumido en mis pensamientos cuando escucho que golpean la puerta.

—¿Quién es?

—Soy yo, quiero hablar un rato —respondió Lautaro del otro lado de la puerta.

—Dale, pasá.

Lautaro entró y se sentó en la silla de mi escritorio, me miró algo confundido y suspiró.

—Dejáme adivinar, mal de amores, ¿no?

—No necesariamente.

—¿Te peleaste con alguien?

—Algo así.

—¿Angélica?

—Por su pollo.

—¿Qué pasó exactamente?

—Creo que le gusto, porque se puso muy celosa cuando Beatriz se acercaba a mí... ah, tengo que contarte, hice un trato con Beatriz.

Le expliqué a mi hermano como era el trato entre ella y yo, no terminaba de convencerlo la idea, pero accedió a ayudarme con eso.

—Mirá, apenas son las 6 de la tarde, si querés podemos ir a algún shopping a comprar ropa. Te queda bien el negro, pero no es buena idea que estés siempre completamente de negro, tenés que usar otros colores.

—¿Cómo cuáles?

—Podría ser con amarillo, blanco, rojo, azul o violeta.

—Bueno, termino de hacer fiaca y vamos.

Lautaro se fue de mi pieza, me levanté y me miré al espejo de mi placard. Estoy hecho un desastre, tal vez debería peinarme y bajar un poco de peso. Lo único que me enorgullece de mi apariencia es mi altura de 1.80, la cual es un poco mayor al promedio de mi edad. Hay tantas cosas que tengo que cambiar de mí...

Fui a la cocina y encontré a mi vieja limpiando, al parecer Ulises había intentado acomodar los huevos en la heladera y los terminó rompiendo sin querer.

—Che ma, voy con Lautaro al shopping, ¿me das plata?

—¿Qué van a comprar exactamente? —preguntó mientras me miraba de forma sospechosa.

—Eh... ropa más que nada, quiero dejar de usar solamente negro y probar con otros colores.

—¿Qué te hace cambiar de look tan repentinamente? ¿Es por una chica?

—Podría decirse que sí.

Mi vieja suspiró y miró el techo. Al parecer a ella tampoco la convence la idea, pero igual aceptó y me pidió que le pase su cartera.

—¿Con $5000 te alcanza?

—¡¿Vos estás loca ma?! ¡$5000 es demasiado!

—Todo sea para que enamorés a esa piba y dejés de ser un pendejo virgo.

—Gracias por la plata y por el bajón de autoestima —dije encogiéndome de hombros.

—Buena suerte Alex, y si te sobra traeme el vuelto.

Estábamos por salir cuando Ulises se acercó a nosotros pidiendo que lo llevemos. Al principio lo dudé un poco, pero terminé aceptando. Hace tiempo no tengo una buena salida con mis hermanos, así que este va a ser el momento ideal para pasar un rato con ellos.


Un Cliché a la InversaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora