⭐ Capítulo 15 ⭐

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Una semana a pasado desde que llegué a este cuerpo y en vez de resolver el problema de Isa sobre hablarle parece que la alejé más. Con tantas veces que me acerqué y me gritó ya me tiene en la mira y si ve que solo pasó por su lado inmediatamente se va.

Además de que entable una "amistad" rara con Jessy, Nate m habla más y me invitó al cine de nada.

El día de clases iniciaba con educación física, mi pesadilla e infierno en vida.

—Tania, ¿corremos juntas?—Gire hacia Jessy que recién terminaba el calentamiento.

—Si quieres.

Las tres vueltas fueron completadas y hoy no habría tiempo libre por lo que los que siempre descansaban en las gradas se quejaron.

—¡Atención!—Todos nos reunimos en la cancha de basquetbol.—Por primera vez la universidad fue seleccionada para los juegos de basquetbol y por eso mismo todos los grados estarán entrenando para que sean elegidos los integrantes del equipo, serán un equipo de hombres y otro de mujeres.

Después de más información los primeros que jugaron fueron los hombres, admito que lo hicieron bien.

—Tania.—De nuevo Jessy me llamaba estaba vez se sentaba a un lado de mi en las gradas. —Los chicos lo hacen genial, ¿cierto?

—Si, son buenos. ¿Y Paula? Cuando llegué siempre te veía con ella todo el tiempo.

—No vino hoy y tampoco vendrá en un tiempo, tiene problemas familiares, ya sabes.—Alzó los hombros restándole importancia.

—¡Chicas estén listas!—Desde las canchas el maestro anunciaba.

—Es nuestro turno.—Bajamos las gradas y en vez de quedarme con la duda le pregunte.

—¿Sabes jugar?—Me vio dudando.—Te veo muy tranquila para no saber.

—La verdad, solo un poco.

Ya divididos los equipos el silbato sonó y comenzó el juego. Los chicos del salón observaban en las gradas, algunos tomaban agua y otros se secaban el sudor.

Yo estando en posición de defensa no me movía mucho, Jessy solo iba como perro detrás del balón, sin ofender, de todos modos había unas chicas que estaban igual.

El equipo contrario era mejor, tenía mejores chicas que sabían jugar. Y para empeorar la situación nos llevaban la delantera por quien sabe cuantos puntos. Hice una mueca con las manos en mi cintura desde lejos viendo como las burlaban a cada rato.

Fui hasta el maestro que estaba sentado en las gradas con los chicos a su lado.

—Maestro, ¿puedo cambiar de posición?—Llamé la atención de unos cuantos chicos y el maestro me vio serio.

—Por que quieres cambiar.

—¿No ve que mi equipo está perdiendo? Quiero cambiar de posición.

—Entonces cambia de posición con Ali.

Corrí hasta la chica y le informe el cambio, bien ya aquí no me sentía tan impotente de ver como perdíamos sin yo poder hacer mucho.

El segundo tiempo inició y aquí fue cuando me puse en acción, mi secreto desde la secundaria era que sabía jugar Basquetbol, siempre que mi hermano tenía tiempo íbamos a la cancha más cercana.

El balón había sido lanzado hacia arriba y fui la que lo tomó después de rebotar. Sin pensarlo mucho corrí botando el balón hacia la canasta contraria y lo lancé.

—¡Si!—Jessy me abrazó y quede en shock, había anotado a la primera.

Ya faltaban dos minutos y por suerte íbamos ganando, para encestar tenía a una chica cerca de la canasta pero la cubrían y estaba Jessy, no es que dudará de sus habilidades pero no quería lanzárselo a ella, a quién miento, si tenía dudas.

Lancé el balón a otra chica y enseguida las del equipo contrario se fueron hacia ella, ésta en desesperación lanzó el balón al aire y cayó en la cara de Jessy provocando que gritará y cayera al suelo del dolor.

—¡Ah!—El maestro corrió hacia ella para atenderla mientras que los demás mirábamos desde lejos y algunos de cerca.

                               ***

—¿Aún te duele?—Caminábamos hacia la salida, la miraba con curiosidad, no sabía ni por que me preocupaba por ella.

—Si, ¡deja de querer tocarme la cara!—De un ligero manotazo me apartó la mano.

—¡Tania!—Ambas volteamos hacia Nate quien venía corriendo con su mochila en el hombro.

—¿Qué pasa?

—Queria saber si... Ibas aceptar mi salida.—Jessy golpeó mi brazo con disimulo, la vi con su sonrisa pícara.

—¿Cuándo sería eso?

—¿Te parece si salimos el viernes saliendo de clase?

—Bien.—No sé ni porque acepté salir con él, aún recuerdo cuando en la cabaña dije que no me iba a involucrar con él de ninguna manera y miren ahora.

                               ***
De camino a casa, pase por el puente al cual iba antes de cambiar de cuerpo. Las flores que había en los arbustos estaban secas por ser casi otoño, hice una mueca de disgusto sin razón. Sin rumbo fijo seguía caminando, hoy no tenía tareas ni pendientes así que aproveche para ir a mi casa verdadera.

Seguía igual solo que parecía recién pintada del mismo color blanco, el césped de la entrada seguía igual de bien cuidado. Suspire con desgano y sin opciones di la vuelta para ir a la otra casa.

—¡Es mejor! No sabes lo bien que me siento, ella se lo merecía. —De nuevo gire para ver la casa, mamá gritaba furiosa. La vi salir y subir al auto mientras que papá iba tras de ella.

—¡Es tu hija! No puedo creer que digas eso de ella.—Se detuvo frente al auto, su semblante era de decepción y tristeza hacia la mujer.

—No me importa.—Sin más se fue arrancando el auto.

Me quede estática frente a la casa, papá se miraba devastado y de alguna forma me dolió cuando mamá le gritó. Sin darme cuenta papá se acerco a mi y me alarme.

—¿Quién eres? ¿No sabes que escuchar conversaciones ajenas es de mala educación?—Trague en seco su mirada daba miedo. Sin embargo, sabía que no estaba molesto solo aparentaba.

—Soy...—¿Qué digo? No tenía en mis planes que me viera y encima me preguntará.—Soy Tania Miller, acabó de llegar a la ciudad y me perdí. —Estupendo. Que clase de excusa dije, por su mirada supe que me creyó.

—¿Cuándo llegaste?

—Hace una semana, mi hermano va por mi a la universidad. Hoy no pudo y me dijo que me fuera sola.

—¿No sabes llegar a tu casa? Cuantos años tienes que no sabes el camino de regreso.

—Nunca prestó atención a los caminos cuando voy en auto y menos si estoy segura de que siempre van por mi.—Escuche un suspiró de su parte.

—Igual que Jane...—Subi la mirada cuando dijo mi nombre.—Pasa a mi casa, llamaremos a tu hermano para que pase por ti.—Asenti con la cabeza, por fin entraría a casa después de una semana.

Tenia tantas ganas de decirle, "papá soy Jane, tu hija". Pero no me creería.

Dos Almas Un CuerpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora