⭐Capítulo 21 ⭐

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Al entrar a esa cafetería barrí con la mirada todo el lugar para dar con el chico. Sin siquiera darme cuenta o pensarlo bien le correspondi la invitación, estoy loca.

A unas mesas de la entrada vi a Mateo quien levantaba una de sus manos para que me acercara a él, su típica sonrisa no hacia falta.

—Hola, ¿esperaste mucho tiempo?—Pregunte a la vez que tomaba asiento.

—No, de hecho solo llevó cinco minutos, ¿qué vas a tomar? yo invito.

—Chocolate estaría bien.—Su sonrisa se amplio más, y levantó una mano para que el mesero se acercará.

—Una taza de chocolate y un café, por favor.—Le chico se retiró y de nuevo quedamos solo nosotros.—¿No te gusta el café?

—¿Por qué preguntas?

—Solo digo, algunas personas piden café en los días con mucho frío como estos.

—Si, no me gusta el café. Prefiero otro líquido menos el café.

Conversamos un rato hasta que se hizo algo tarde, la supuesta invitación empezó a las seis y ya pasaban de las siete y media.

Salimos de la cafetería e inmediatamente sentí en frío en mi cuerpo, Mateo se dio cuenta y sin darme cuenta cuando y como fue me puso su chaqueta de cuero sobre mis hombros. Me sobresalte y lo vi algo extrañada.

—¿Qué haces?—Me iba a quitar la prenda pero sus manos se posaron sobre las mías. Preferí quedarme quieta.

—Hace frío y te podrías enfermar, quedatela puedes darmela la próxima vez.

Después ya casi de llegar a casa razone sus palabras, ¿la próxima vez? ¿Habrá otra salida? No tengo en mis planes relacionarme con él y mucho menos verme envuelta en una relación de algo más que amigos. No digo que sea feo, al contrario, su altura me encantaba y su cabello de otro color al que lo vi por primera y última vez en mi cuerpo le quedaba mejor. Pero...

—Llegamos, lamento haberte quitado tiempo de más. —Llevó su mano a la nuca en señal de pena.

—No te preocupes, igual las tareas suelo hacerlas muy tarde.—Rei ligeramente, haciendo que el chico sonriera también.

—Si necesitas ayuda, mandame mensaje ya tienes mi número.

—¿Y para que quisiera tu ayuda?—Alce una ceja con diversión.

—Recuerda que voy algunos años delante que tú, te podría ayudar con las materias que no se te dan.—Cierto, él tiene la misma edad que tendría mi hermano.

—¿Estudias?

—Claro, estudio la carrera de Ingeniería. —Genial a todos se les da por estudiar eso.—Aunque últimamente mis padres quieren que deje esa carrera y estudie medicina. Me gusta y se me da todo eso pero no estoy seguro de dejar todo lo que he echo para ir a algo diferente y que no es seguro para mi.

—Solo haz lo que quieras, eres mayor de edad y tienes derecho a elegir que hacer con tu vida. Sabrás que hacer una vez estés seguro.—Me golpearé internamente por esas palabras, quiero alejarme, no hacer que me considere una amiga o que se yo.

—Gracias, entra esta más fresco y no quiero que te enfermes por mi culpa.—Asenti y me gire para entrar, el destino me odia. La madre de Tania salía y al encontrarse con nosotros enfrente de la puerta se sorprendió.

—Tania, ¿por qué a estas horas?

—Buenas noches. Soy Mateo lamento traer a su hija a esta hora pero se nos hizo algo tarde.—Inspecciono de pies a cabeza a Mateo para comprobar si era buena o mala persona. Me miro y se dio cuenta de la chaqueta que tenia sobre mi. Mire la minúscula sonrisa en sus labios, ¿qué estará pensando?

—Tranquilo, soy Susana la madre de Tania. Lamento pedirte un favor tan grande pero, ¿podrías acompañar a mi hija mientras estoy fuera?—Ambos fruncimos el ceño ante sus palabras.

—¿A dónde vas?—Fue lo primero que salio de mi boca.

—Tu tío me pidió ir con él, esta enfermo y no tiene quien lo cuide.—Detrás de ella se encontraba una pequeña maleta y tenía un bolso algo grande colgando de uno de sus brazos.

—¿Y quieres que él se quedé a cuidarme?—Señale al chico que aún estaba atónito y confuso.—¿Dónde esta Alex?

—Se fue a un campamento con los compañeros de su misma carrera. Regresa en tres días y no quiero que te quedes sola, ¿te parece bien quedarte unos tres días aquí en casa?—¿Qué le pasa? Como va a permitir que un desconocido se quede en su casa por tres días, si fuera mi madre me hubiera dejado sola o tal vez habría contratado a una señora para cuidar de mi y de la casa.

—¿No es algo raro?—Preguntó Mateo algo ¿incómodo?

—Si fueras malo, mi hija no te tendría de amigo. Conozco muy bien como Tania elije a sus amistades y la mayoría suele ser amable y linda.—Su sonrisa no se borraba, que clase de madre piensa eso de su hija. Bueno tal vez varias pero es raro. Mateo me miro esperando ver una respuesta hacia la petición de la mayor, alce los hombros y él chico suspiro resignado.

—Bien, cuidaré de su hija estos tres días.

—Perfecto, empiezas desde hoy. Me voy o perderé el vuelo, cuidense mucho y no hagan cosas malas.—Ambos la vimos algo avergonzados y atónitos, está señora esta loca.

                                   ***

—Listo, creo que es todo lo que necesitaré. —Mateo me pidió que lo acompañara a su casa por ropa y demás. El camino de ida fue silencioso, a excepción del sonido de mi teléfono por los mensajes que Nate me mandaba.

—¿Con quién hablas?—Gire mi vista hacia el chico a mi lado, de reojo me vio y siguió esperando mi respuesta.

—Con un amigo.—Regrese mi vista al teléfono que estaba recibiendo una llamada del mencionado. Mire a mi alrededor como si alguien me estuviera viendo de lejos, las manos me dudaron por cortos segundos.

—¿Hola?—Una vez aceptado la llamada Mateo me vio por un segundo y regreso si vista para poder girar en la esquina.—Estoy bien...¿qué hago? Estoy con un amigo de camino a mi casa, si esta bien. Adiós.

—¿Un amigo? ¿Soy un amigo para ti?—Puso su mano en el pecho, lo mire con cierto fastidio y comenzó a llorar, claro estaba dramatizando todo.

—¿Hermano?—Se calló y me miró serio, sonrei con diversión de pronto su rostro me causo gracia. Lo bueno era que ya había estacionado el auto de lo contrario ya habríamos chocado.

—Dejalo en amigo.

Dos Almas Un CuerpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora