⭐ Capítulo 12 ⭐

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—Deberíamos juntarnos en un lugar. —De nuevo la conversación sobre el proyecto esta iniciando, Paula es más responsable de lo que pensé.

—¿En dónde? Podemos ir a mi casa.—Los cuatro miramos a Nate mientras él reescribiría algo en su cuaderno.

—Si, buena idea.

La clase terminó con eso y después nos disponemos a salir para receso. Visualizo a Isa quien esta guardando sus cosas mientras se levanta, corro hacia ella con una sonrisa en la cara. Bien esto es nuevo, yo nunca hubiera hecho esto estando en mi cuerpo, pero desde que aparecí en esté soy más abierta, de alguna manera me gusta esto.

—Hola Isabel. ¿Vamos a la cafetería?—Ladeo la cabeza con la sonrisa, me observa neutra hasta que asiente con la cabeza.

Salimos del salón y por un momento Isa se queda viendo hacia mi antiguo salón de clases, quisiera saber que piensa, sin embargo estando en este cuerpo debo empezaron desde cero para poder establecer la confianza que teníamos antes.

—¿Cuántos años tienes?—Preguntó cuando estamos ubicadas en una mesa de la cafetería.

—Dieciocho. —Esta muy cortante, hago una mueca.

—¿Te va bien en la escuela?—Quiero saber más de ella, al menos intentar conocerla aunque ya lo haga un poco.

—Si.

Me rindo, esta muy seria, no me mira responde con palabras cortas y de repente me imaginó a mi misma antes de conocer a Isa, antes también contestaba cortante porque no le tenía la misma confianza, esto es desesperante.

—¿Tienes amigos?—Por primera vez me mira, no de la manera que quería pero lo hizo.

—¿No te cansas de hablar?—Me sorprendí su tono de voz era irritable y molesto.—No tengo amigos y no quiero tenerlos, ahora...¿me harías el favor de dejarme de hablar.?—Dicho esto se levantó molesta, vi por donde se fue aún con la sorpresa en mi cara. Ella nunca fue así conmigo, que le pasaba ahora.

                                ***
—Mandame un mensaje cuando acabes, te voy a venir a recoger. —Me quité el cinturón y bajé del auto, estaba a punto de irme pero recordé la discusión de la otra vez.

No quise quedarme así, ya llevábamos unos días así y aunque no fuera mi hermano me dolía ver como se trataban ambos hermanos.

Me di la vuelta, acto seguido me agache hasta recargar mi brazo en la ventana.

—Disculpa por lo de tu cámara. Si la tomé lo siento, no lo volveré hacer.—Me miró algo sorprendido, supongo que la chica nunca se disculpaba con él por nada. Sonreí por última vez y camine a la puerta.

Lo vi irse por la calle, toque el timbre y espere a que me abriera, un Nate con ropa casual se asomó por la puerta.

—Pasa, los demás aún no llegan pero no deben tardar.—Me guió hasta la sala y me invito a que tomara asiento. —¿Quieres algo de tomar?

—Un vaso con agua estaría bien.—Desapareció de la sala permitiéndome ver los cuadros que estaban sobre la mesa de centro y los que estaban en la pared.

—Gracias.—Tome un poco del agua y dejé el vaso en la mesa de centro, él tomó asiento en el sillón individual junto a donde estaba yo.

—Deberíamos empezar ya cuando ellos lleguen les decimos lo que llevamos avanzado.

—Si, esta bien.—Abrí mí laptod y comencé a buscar ideas para el proyecto.

Después de una hora ya llevábamos bastante avanzado, eso era lo bueno. Lo malo sólo Sam y Liam se presentaron, de Paula no sabíamos nada, creo que retiraré lo que dije anteriormente en la clase, ella no es para nada responsable.

—Terminemos aquí, estoy cansado y ya fue suficiente por hoy.—Sam y Liam se dejaron caer en el respaldo del sillón.

—Si, estoy de acuerdo. Además el clima no es el mejor.—Los cuatro vimos por la ventana que daba al patio trasero y se podía ver el cielo nublado y con unas tremendas ganas de llover.

—Entonces nos retiramos, nos vemos mañana. —Liam recogió sus cosas y se fue, después lo hizo Sam. Yo llevaba minutos tratando de localizar a Alex pero no respondía.

—¿Vendrán por ti?

—Si, mi hermano me dijo que le mandará un mensaje cuando terminará pero no contesta.—Me levante con ya mi mochila puesta.

—Tranquila, si no viene pronto sigue esperándolo aquí, no hay problema.—Asenti lentamente, me sentía incómoda en su casa probablemente sólo éramos nosotros dos en este lugar.—¿Quieres algo de comer?, ya es tarde y no creo que hayas comido al salir de tu casa.

Nos dirigimos a su cocina no sin antes haber dejado la mochila en la sala, su comportamiento me confundía, recuerdo cuando fuimos a la cabaña y me gritó que me fuera cuando estaba detrás de él en la sala. Ahora era más serio y algo gentil. A lo mejor sólo estaba siendo educado.

—¿Sabes cocinar?—Tome asiento en el taburete de la barra frente a él, quien sacaba los ingredientes del refrigerador.

—Si, no soy un experto pero me defiendo. ¿Tú no sabes?—Me dirigió una mirada, negué apenada.

—Soy un asco en la cocina, podría casi asegurar que hasta el agua se evapora cuando cocino.—El silencio fue rompido por su carcajada, lo vi haciendo un puchero.

—No te creo.—Sostenía su estómago, y fingía secarse las lágrimas. —¿Debería enseñarte a cocinar?

Lo vi con las cejas alzadas, ¿qué quería hacer? Parece que estaba recapacitando sus palabras, dejó por un momento el sartén y me vio.

—No creas que lo dije en serio. Era broma, te dije que no soy experto.—Sonrei ligeramente, sus palabras eran tímidas y se notaba su nerviosismo.

—De todos modos no te lo iba a pedir ni aceptar tu oferta.

                                   ***
Ya en la casa la señora Susana estaba preparando la cena, sí, Alex fue por mi pasado de las siete y media, según él estaba ocupado en sus cosas.

—Por fin llegan, la cena ya está servida.

—Perdón, pero yo ya cene en casa de mi amigo.—Susana me vio pero no dijo nada y permitió que fuera a ducharme.

—Tania.—Estando en la cómoda cama y a punto de dormir, la puerta fue abierta lentamente.

—Hola, ¿se te ofrece algo? —Me incorporé en la cama sin dejar de mirar al chico.

—Quería hablar contigo.—Esperé por unos largos minutos antes de que abriera de nuevo la boca.—Sobre lo de la cámara, creo que me excedi al gritarte de esa forma pero siempre es lo mismo contigo. Cada vez que hablamos de algo con mamá tienes que juzgar mis actos y decisiones.

—Lo siento... —Mi mirada se centraba en la sabana que me cubría los pies y piernas, ¿qué se supone que debo decir? No conozco muy bien su relación.

—Tranquila, yo también debo disculparme, como siempre te metias en mis cosas yo también lo hacía. Sé que quieres evitar que cometa errores como papá pero soy humano y aunque no quiera los voy a tener que cometer en un momento. ¿Estamos bien?—Lo vi directo a los ojos, sonrei y asenti con la cabeza, quería llorar y no por sus palabras, si no por recordar a mi hermano. Lo quiera conmigo y eso era imposible.

Sin esperar otra cosa más por parte de él, me dispuse a volver a mi posición anterior, pero sus brazos me envolvieron y me apretaron contra su cuerpo. Tal vez esta es su manera de disculparse.

Dos Almas Un CuerpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora