Me deslice de espaldas por toda la blanca y fría pared, abrace mis rodillas, recogiendo mis piernas y escondiendo mi cara entre el agujero sobrante.
Mire hacia mi alrededor y solo podía ver negro. Todo está lleno de oscuridad, y no es que me asustara, lo que en realidad me asusta es lo sola que estoy. El frio siento que es mi única compañía. Siempre me ha asustado el quedarme y sentirme sola, es algo que simplemente me carcome viva hasta que no queda ni un milímetro más de mí.
Escucho una voz. No sé si sea mi subconsciente el reprendiéndome por ser tan estúpida o si es que hay alguien en la amplía y vacía habitación. Vacía. Era mi subconsciente, pateándome hasta que caigo rendida a sus pies.
“Nada está perdido aún, hermosa” me dice aquella voz y es cuando me doy cuenta que no es producto de mi imaginación.
Levanto mi cabeza, y percibo una luz, que alumbra toda la desconsolada, vacía y oscura habitación. Una luz tan brillante que el simple hecho de mirarla me cegaba. Y sentí algo, seguía sintiendo la tristeza y decepción en mí, pero ya no me sentía sola.
Distinguí a un hombre, con manta blanca, cubriéndole todo el cuerpo, o al menos lo que alcanzaba a visualizar.
-¿Quién eres tú? –deje que mis voz hablara por sí sola, no sabía qué hacía ni que sentía. No sentía miedo, ni me parecía aterrador, simplemente me sentía…segura.
-Soy tu guardián. –La luz desapareció casi por completo, se acercó velozmente a mí, inclinándose para quedar a mi altura. No tenía ganas de pararme, seguía en el suelo. Su cara era perfectamente diseñada, con rasgos finos y exquisitos, sus ojos mieles, tan claros como un atardecer, un hermoso atardecer, sus labios perfectamente delineados y rosados. Era como un ¿ángel?...¿Era el un ángel?
Me asuste un poco ante mi pensamiento.
-No tienes por qué tenerme miedo – me miro fijo a los ojos- yo vengo a evitar que sufras, vengo a evitar que lo malo no te destroce más de lo que ya estas.
-¿Qué eres?
-Ya te lo dije –cogió mi mano y con un dominante movimiento los dos quedamos de pie, mirándonos de frente- Soy Justin, tú me conoces…o me sientes.
-¿Justin?, lo siento, no conozco a ningún Justin.
-Justin Bieber.
-¿Qué quieres de mí? ¿A qué vienes?
-A salvarte y a protegerte.
-Yo ya no tengo salvación. –me senté en la cama, él se quedó a unos dos metros parado en la incertidumbre de mi habitación. Busque mi encendedor entre los cajones de mi mesita de noche, saque la caja de cigarrillos de debajo de la almohada, cogí uno, lo encendí y lo lleve a mi boca, y aspire fuerte y profundo. Él hizo un sonido de negación.
-Esta es tu segunda oportunidad. –Dijo- Vengo a ayudarte a encontrar lo que has perdido.
-Y según tú –tome el cigarrillo por entre mis dos dedos y apoye mi mano sobre mis piernas, un poco de dolor las invadió, el frío me tenía hasta los huesos adoloridos.-… ¿Qué es lo que he perdido?
-Tu vida…eso es lo que te ayudaré a encontrar de nuevo.
-No sé quién eres, ni a que vengas, ni cuales sean tus verdaderos motivos. Pero yo ya me pudrí, no merezco esa “segunda oportunidad” –hice comillas con mis dedos, al agitarlo las cenizas del cigarrillo cayeron en mi pierna, quemándola un poco, ese dolor se sentía verdaderamente bien.
-Vengo a cambiarte –en un abrir y cerrar de ojos, ya estaba sentado a mi lado, cogió mi mano de nuevo, y el frío que invadía mi cuerpo desapareció. No sé qué clase de sueño sea este, pero sentí mis ojos pesados de un momento a otro. Quito el cigarrillo de entre mis dedos y con un ágil movimiento lo boto por la ventana.- Vengo a ser de tu vida, la felicidad que era antes.
-Yo jamás, ¡Jamás! he sido feliz.
-Déjame ayudarte. –cogía mi cara con sus dos manos y sentí mi cara tan caliente que podría explotar- Déjame protegerte y salvarte, solo te pido eso. Es sencillo, solo tienes que decir que sí.
-Y si digo que sí ¿podré volver a la realidad? ¿Salirme de este sueño sin sentido?
-Solo di ‘sí’
-De acuerdo.
Y de pronto todo volvió a la oscuridad de antes, a la blanquecina y fría incertidumbre de antes, solo que no me sentía sola.
Desperté y lo sentí a él a mi lado. Solo que esta vez era tan cristalino como el agua pura, era casi un destello, podía sentir su alma, mas no verlo físicamente.
No sé qué mierda este pasando, pero sé que será un largo, inesperado y sorprendente viaje a lo que podría ser “mi segunda oportunidad”. Ahora tenía un guardián, Justin Bieber, no sé qué pretendía, pero sus intenciones eran puras. No sé qué sea él. Tal vez un destino maravilloso, como también podría ser un destino espeluznante.