No sé si lo habría. Por más que me haya hecho odiarlo en estos tres años, cuando lo volví a ver…no sé.
— No lo sé Matty…tú me decepcionaste tan…— no sé cuál podría ser la palabra exacta, di demasiado o lo que le sigue a extremadamente mucho —…solo no lo sé.
— ¿Lo considerarías?
Para que le miento. Sí si lo consideraría.
— Sí. —estaba segura de esas respuesta.
— ¿Me estás hablando enserio?
Instantáneamente recuerdo la última vez que estuve con él en esta misma playa. Estuvimos jugando voleibol con algunos amigos, de los cuales solo me queda una, Katherine, en este momento ella está en Vancouver, visitando a sus padres; somos muy buenas amigas, ella fue la única que no se alejó de mi o me desprecio en mis momentos más difíciles, al contrario, estuvo hay para ayudarme a salir.
El recuerdo de Katherine se aleja de mí y viene a mi cabeza el momento en el que Matty me perseguía mientras yo corría con su camisa, cuando nos salpicábamos agua y competíamos hasta llegar a la bolla. Pero lo más hermoso era cuando nos besábamos. Maravillosamente. Desde que el se fue nunca he besado a nadie más, solo él. Siempre ha sido él.
Pero justo cuando pienso eso, una mirada miel intensa se refleja en mi cabeza, con luces a su alrededor y muchos acercamientos; luego unos labios rosados y carnosos, delicados y definidos, sonriendo y luego sé que es Justin. ¿Pero qué mierda?
— Eso supongo —murmuro finalmente — pero no te lo tomes a pecho tan rápido. Me has hecho despreciarte de una manera desconocida.
— ___________, yo… —mira hacia la arena, mientras nuestras huellas quedan marcadas en ella, mientras el constante rocé del mar con la costa de la playa nos moja los pies. Tan frio y liberador —…te amo.
¿Qué el que?
Tuvo casi dos años de relación para decírmelo y escoge justo este momento para decirlo por fin. El problema es que no sé si enserio lo siente o si yo siento lo mismo.
— Gracias.
— ¿Solo me dirás eso? — odio esa mirada, la mirada de tristeza que tanto me parte el alma. No sé porque aún me preocupo por alguien que al que no le preocupe en lo absoluto cuando más necesitaba amor.
— ¿Qué más quieres que te diga? —lo miro, irónica ¿Qué más quiere que le diga? ¿Qué lo amo también? Ni loca. — ¿Qué te amo también?
— Podría ser un inició.
— ¿Inicio de qué?
— De lo que podría ser la continuación de lo que éramos.
— Eso ya no tiene arreglo ni mucho menos una continuación Matty.
— Inténtalo verlo de otro manera.
— ¿Qué otra manera? —me detengo, él se detiene dos pasos más delante de mí.
— La manera en la que yo no te hubiera dejado y tú no hubieras hecho la estupidez que hiciste.
¿Qué se viene a creer este hijo de puta? Como él es el niño de papi y mami que todo lo que quiere lo tiene, y le sobra amor hasta para regalar. No sé qué le veo a este gilipollas de cuarta. No sé qué le vi.
— No sé porque fui tan estúpida y accedí el venir a hablar contigo —el ardor en mi garganta crecía con cada palabra. No iba a llorar. No frente a él. No aquí. — Eres un gilipollas que lo ha tenido todo siempre y cuando lo quiera. No me vengas a decir a mí que lo que hice fue una estupidez, porque si lo hice tuve razones para hacerlo.
— No ___________, no lo quise decir de esa manera.
— Mejor cállate y déjame en paz. Eres un maldito bastardo que siempre quiere obtener lo que quiere a consta de todo y de todos. ¿Con que motivos me citaste hoy?
— Para hablar.
— No me mientas. ¡DIME! —una lágrima se escurrió por mi mejilla dándose lugar en la comisura de mis labios. La quite rápidamente. No derramaría ni una sola lágrima más por alguien que no lo merece. ¿Justin dónde estás? — ¡DIME! — grité.
— ¡PARA FOLLARTE…DURO! — retrocede hacía mí y me coge de mi brazo por el codo, deteniéndome de mi idea de poder correr e irme. Su agarré me lastima. — ¡Y ESO PASARA!
— ¡SUELTAME MALDITO BASTARDO! — forcejeo desesperadamente y no me soltaba, por el contrario cogió mi otro brazo y con un fuerte agarré rasgo mi camisa de un lado. Por Dios, va a hacerlo. ¡¿JUSTIN DÓNDE PUTAS ESTÁS?! Mi forcejeo se aumenta cada vez más, estoy desesperada. Observo rápidamente sus piernas, están separadas, permitiendo que mantenga un fuerte equilibrio; sin pensarlo dos veces lo pateo en la entre pierna, con toda mi pantorrilla. Me suelta rápidamente y cae en la arena, maldiciendo.
Corro rápidamente hasta el estacionamiento, las lágrimas crecientes que inundaban mis ojos y se difundían en mis mejillas obstruían mi vista. Salí del estacionamiento y vi la carretera vacía, comencé a correr, tan rápido como podía, cerrando mis ojos y esperando lo mejor. Chocó con alguien y me mantiene fuerte en sus brazos; grito sin abrir los ojos y forcejeo, me abraza fuerte y puedo sentir su aroma y me aferró contra él. Por fin está conmigo. Me besa en la cabeza, aspirando el olor a coco de mi cabello y me acuna en su pecho; sollozó como sí no hubiera un mañana. Justo cuando pensé que mi vida estaba volviendo a tener un sentido de nuevo, llega el maldito de McKibben a arruinarlo todo. Sollozó más fuerte y el me aferra más a él, casi siento que puedo traspasarlo, pero lo agarró más fuerte de la cintura y sé que él es real, sé que lo que pensé que era un sueño es real, él está aquí para mí y solo para mí. Sollozó una vez más y el jadea ante mi agarré cada vez más intenso. Esta vez no sé sí mi sollozo es de rabia por el maldito de Matty o de la alegría de saber que Justin es real. Sollozó una vez más y es involuntario. Dios ¿Cuándo va a parar esto?
— Tranquila princesa — besa mi cabeza una vez más. Su toque es glorioso — Ya estoy aquí, no temas más.
Mis jadeos van parando y me siento debilitada en un instante, mis piernas tiemblan y mis manos se tensan. Justin se separa de mí y siento un vacío inmenso. ¡No quiero que lo haga! Pero rápidamente pone un brazo detrás de mí rodillas y el otro por mi espalda y en un suave movimiento me tiene contra su pecho, elevada a la misma altura, oculto mi cara en su cuello y quedo dormida. Debilitada en la comodidad de su toque.