capitulo 2

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Capitulo 2

Mis ojos se abrieron lentamente, me pesaban demasiado, sentía que iban a explotar. La luz del sol que traspasaba la ventana me cegaba casi igual que la del extraño sueño que tuve. Gracias a Dios era un simple sueño…, aunque fue el sueño más extraño que he tenido en todos mis largos y des dichosos veintiún años.

Quite mi pijama una vez que estaba lista para darme una larga y refrescante ducha. El agua bajaba por mi cuerpo, tibia y deliciosa. Nada mejor que una relajante ducha después de tener el que podría ser el más hermoso y aterrador sueño. 

¿Qué podría ser él? ¿Acaso era un ángel como creo? ¿O es un simple prototipo de mi hombre perfecto creado por mi imaginación?

“Vengo aquí a salvarte” “Esta es tu segunda oportunidad” “Solo di sí”

Y lo peor es que mi yo interior sin saber lo que hacía, estuvo de acuerdo, pero la gran pregunta era ¿De acuerdo para qué?...

Salí de la ducha, rápido, el frío me invadía de nuevo, me cobijé con la toalla, me puse mis pantuflas y salí directo a mi habitación, cuando de repente…lo vi a él, sentado en la esquina inferior derecha de mi cama, tan bello como en el sueño, me sobresalte. ¿Qué hacía el aquí?, tal vez sigo soñando aún.

-No, no estas soñando ________ -Ahora puede leerme la mente, ¿qué clase de criatura era él?- Soy un ángel, hermosa- no tenía miedo, de hecho creo que esa emoción ya no existía en mí, desde el sueño, no sentía miedo, con él me sentía segura.- Dijiste que sí, entonces mi misión de salvarte empezó desde ese momento.

-¿Salvarme de qué?

-Del horrible futuro que te estas cultivando tu sola.

Y lo decía con razón, desde la separación de mis padres, todo era un desastre, aunque ya era mayor de edad y alejada lo más posible de mis padres, el recuerdo de todos los maltratos tanto físicos como psicológicos de los dos, permanecían siempre en mí y era en cualquier sentido, con las cicatrices y los recuerdos. Desde los quince años recuerdo que empecé a consumir drogas alucinógenas, estuve en rehabilitación cuando tenía dieciocho como por unos dos meses y aunque le ayudaron demasiado, al volver a casa retome todo, y los maltratos aumentaban cada día más. Me gradué del bachillerato y me fui a vivir con mi prima Abigail, ella me ayudo a conseguir el departamento en el que estoy ahora. Cuando me mudé por fin no supe nada más de ella, y los que creía mis amigos, tiempo después de que volví del centro Chandler Lodge Foundation Inc, dónde tome mi rehabilitación, me humillaron y degradaron en una fiesta, incluso el que creía que era mi novio, el que me había dicho que me esperaría todo el tiempo necesario y que me ayudaría a recuperarme, el que me dijo que me amaría por siempre, desapareció, no sé a dónde ni con quien, pero el hijo de puta se fue y nunca volví a saber de él. El año pasado mi único hermano mayor, Harry, había desaparecido en un viaje que hizo para terminar su doctorado en ciencias neurológicas en Sidney, la policía lo dio por muerto, pero yo sé que el vivé aún, no sé si sea solo mi mente la que me da un recuerdo vivo de él, que me hace pensar que le todavía está aquí, en algún lado, descansando, y siendo feliz, o simplemente murió y su alma sigue acompañándome.

Ahora, después de unos exámenes médicos que me tomaron para poder entrar la universidad, me dijeron que no consumiera más sustancias alucinógenas, de ningún tipo, eso trato de hacer y para no retomar lo que me ha costado dejar, opte por el cigarrillo, al menos eso no me hacía tanto daño. Y sí, aunque mis padres sean las personas más desgraciadas del mundo, me pagan la universidad, y creo que eso me hace rebajar mi estatus de odio, de un cien por ciento a un noventa y seis por ciento.

-No sé quién seas, apenas se tu nombre, y no sé cuáles sean tus intenciones, pero por favor, vete antes de que llame a la policía, o al menos deja que me cambie –cerré los ojos y al abrirlos el ya no estaba aquí, ni en ninguna parte.

Me puse rápidamente mis bragas y mi sostén, cogí un jersey de color azul opaco, un pantalón negro y unos converse. Entre de nuevo al baño y el vapor no dejaba ver mi reflejo en el espejo, pase mi mano por él y pude verme, con los ojos y las mejillas rojas, y lágrimas deslizándose por ellas, odiaba mi vida y no sé qué parte de ella quería vivir y salir de todo, quizá fue la parte que le dijo ese “de acuerdo” a Justin, a un ángel llamado Justin, porque si por mi fuera, si esa parte de mí no existiera, ya me habría suicidado. Metí el cepillo dental con crema sabor mentól en mi boca y me dolían las encías, anoche había fumado tres cajas de cigarrillos completas, quizá era por eso. La enjuague y cepille mi cabello, puse crema en mi cara y la esparcí, tome un poco de mascara para mis pestañas y las rice un poco.

-¿Estás lista? –lo escuche decir, me sobresalte y mire hacia el lado de la puerta y él estaba ahí, recostado en el costado, mirándome fijamente. Era perfecto.

-Dije que te fueras.

-Sí, dijiste que me fuera y que te dejara cambiar –sonrío. La sonrisa más bella que jamás haya visto en toda mi jodida vida- ya estas vestida y arreglada entonces volví.

-Explícame bien quien eres.

-¿Has escuchado sobre los ángeles del bien y el mal, que cada persona posee en el mundo?- tomo mi mano y me llevo a la cocina, su tacto, era como la caricia que mi cuerpo nunca había percibido ni sentido, era un tacto delicioso, me senté en el servidor de la barra y hay me esperaba un desayuno decente, no como los que suelo prepararme, que consistían en comer los pedazos fríos de la pizza que me sobraba de la noche anterior. Cogí una tostada y aspire su dulce olor a recién tostada y lo mire, comiéndome lo que para mí sería el manjar más exquisito que he comido en los últimos seis años- Yo soy tu ángel de la guarda y vengo a salvarte, hasta tú ultima bocarada de respiración

Mi GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora