capitulo 4

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-Claro que se puede –me miro burlón- es como la gente aquí en la tierra, solo qué, en un lugar desconocido por lo hombre, solo que cuando los ángeles crean una nueva vida, esa vida en camino se le concede a unas vidas juntas en la tierra.

-¿Y tú tienes novia?

-No _______, no tengo novia.

-¿Por qué?

-Basta de preguntas. –dijo seco, pero con una sonrisa en su rostro- ve y cepilla tus dientes y trae tus cosas, nos vamos a la universidad.

-¿Tu iras?

-Esta re en todas tus clases, sin que tú lo sepas.

-Me das miedo, ¿sabías? –me levante de la silla, no tenía ganas de nada, ese desayuno había alegrado tanto mi cuerpo, que de la alegría no quería pararse- Gracias por el desayuno, fue el mejor desayuno en los últimos seis años.

Fui al baño y sentí de nuevo el sabor a mentol de la crema dental pasarse por mi dientes; mire mi reflejo y de repente siento que estoy ¿bonita?...me siento distinta, me siento diferente y no sé por qué. Él se recarga en el marco de la puerta, tan sensual y perfecto, simplemente me pregunto cómo sería si… ¡Olvídalo _______! Es un ángel es algo que es solo una ilusión, nunca pasara, me reprendió mi subconsciente y por primera vez siento que tiene razón.

-¿Enserio temes de mí? –me miro y no a los ojos como he de suponerlo, miraba mi cuerpo, cada parte de él. Que ángel tan pícaro me saliste Justin. Sonrío ante mi pensamiento, se me olvida que él es capaz de saber lo que pienso – porque si es así, no creo que mi trabajo lo pueda desarrollar adecuadamente.

-Era solo – escupo la crema blanca en el lavamanos color beige, enjuago mi boca y lo miro de nuevo, pasándome la toalla por mis labios, para secarlos, obvio-…una broma, no te lo tomes a pecho.

Llegamos a la entrada principal de la University of California, Los Ángeles (UCLA). Había cogido el autobús, pague los dos pasajes con la tarjeta y en el viaje no compartimos ni una sola palabra, y no es porque no quisiera, fue porque le me dijo que me daría unas instrucciones al llegar al recinto.

El reloj marcaba las diez con quince minutos de la mañana, en veinte minutos empezaba la primera materia.

-¿A dónde iras? –le pregunte por fin.

-No me irá a ninguna parte, ¿lo recuerdas?

-¿Enserio estarás en el aula?

-Estaré a tu lado derecho siempre, solo que nadie me vera.

-¿Incluso yo?

-Incluso tú- me sonrió- ahora vamos. Fue muy rápido en la manera en que desapareció, sentía su compañía, pero no podía verlo, entre más y más que le ponía rodeos a todo este asunto era más real, y solo por este momento, pienso que no es un sueño.

Cruzo las grandes puertas principales, entro y está repleto de adolecentes adultos desjuiciados, pidiendo la tarea, peleando, coqueteando o hablando. Pero fue ahí cuando vi una cara que jamás creí que volvería a haber. Él estaba ahí, frente a mi casillero, había cambiado mucho, y siento que esto si es la realidad, ¿Qué demonios estaba haciendo él aquí?

Me dirijo confusa, lento y sigiloso a mi casillero, mirándolo bien, cerciorándome de que sí es él a el que estoy viendo.

-¿_____________? – me mira, con cierto brillo en los ojos, esos ojos que salía amar, esos ojos azules como el mar, como el cielo, esos ojos perfectos- He esperado por ti toda la mañana.

Mi GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora