Era un sábado soleado en Los ángeles. Abrí mis ojos lentamente, los sentía pesados como sí hubiera llorado. ¿Lo hice? ¿Llore anoche?
Escuche ruidos en la cocina. Quizá era Justin. Escuche otra voz. ¡NO LO PUEDO CREER!
Corrí a la cocina y lo vi, por fin.
— ¡HARRY! –corrí hacía el, estaba tan hermoso, mucho más de lo que lo recordaba. A pesar de ser mí hermano, mi héroe y amigo. Era el hombre más hermoso del mundo. Pero he aquí los dos hombres más perfectos que vi y ninguno de los dos podría ser mío, de ninguna manera. Lo abracé, fuerte. ¡oh, Harry! Cuando te extrañaba.- Pensé que me avisarías cuando fueras a venir- me separe para decirle y luego lo volví a abrazar.
— Eso hice. Te escribí un correo. Apenas me dijiste dónde estabas tome el primer vuelo. Llame a las nueve de la mañana y Justin me contesto y me fue a recoger al aeropuerto- Era tan hermoso volver a escuchar su voz.
— Sí, estabas profundamente dormida. –murmura Justin. Lo miro apoyando aun mi cabeza en el hombre de Harry. Le sonrió. Es tan perfecto, tan hermoso y bello. Creo que me gusta…sí, me gusta. Me devuelve la sonrisa. Me separo de Harry.
— Volé toda la noche hasta llegar aquí, eran las diez de la noche allá cuando me escribiste el correo de tu estadía.
— Me alegra demasiado que estés acá.
— ¿Sabes que es lo genial?
— ¿Más que esto?
— Sí.
— ¿Qué? –dice Justin. Escuchar su voz me aturde, me enloquece.
— Sí me dan el empleo en California hospital medical center, podré vivir acá.
— ¡QUE MARAILLOSA NOTICIA!
— ¿Tú eres neurocirujano no? – pregunta Justin. No sé porque lo hace si es más que obvio que él lo sabe. Tal vez para no parecer desinteresado.
— Si –lo mira- y anestesiólogo.
— Es extraño que __________ no haya seguido el camino de la medicina.
— A ella siempre le gusto la escritura. Cuando nuestros padres peleaban, ella escribía hojas y hojas de cómo se sentía al respecto. – me miro, sonriendo.- Siempre con hermosa caligrafía un buena ortografía. Ya se sabía que se dedicaría a eso.
Nos la pasamos todo el día hablando. Nos contó sobre cómo había sido la universidad, en los pocos semestres que hizo allá, ya que la mayoría de la carrera la hizo en mi misma universidad. Tal vez la razón por la cual estoy en la clase de anatomía, él estaba en esa clase y justo cuando se fue, me pasaron a mí.
En mi departamento hay una cuarto pequeño, creo que es el que se usa como un estudio, pero hay tengo la que solía ser mi cama cuando vivía con mis padres. Cuando me siento completamente destrozada acostumbro ir y dormir hay. Es una cama grande, tamaño King mediana. Sé que Harry estaría a gusto durmiendo hay.
Eran casi las diez y no entiendo porque ya estaba agotada. Tal vez era por la idea y el hecho de que mañana iría a hablar con Matty.
Me desperté, casi a las once de la mañana. No sé por qué me siento tan agotada. Fui al cuarto de Harry, no estaba y tampoco sentía a Justin. Desayune un pedazo de pizza de los que acostumbro guardar en el congelador, lo metí en el microondas cuatro minutos y lo comí. Me bañe y sentía algo, no sé qué era. El agua me tranquiliza. Me vestí con un jersey parecido a un vestido, me llegaba un como más arriba de la rodilla, diría yo unos siete o nueve centímetros, azul oscuro, era rasgada en la espalda; unos leggins negros rotos en los muslos y unos converse. Ya eran las doce y la cita era a las dos. Me voy a ir caminando, malibú me queda como a media hora caminando.
Llegue al estacionamiento faltando el cuarto para las dos. Odio llegar temprano. Un Hummer negro pálido. Miro la bestia móvil que se estaciona. Es increíble. Tengo que estar pendiente de Matty; desvió la mirada dándole la espalda a esa increíble camioneta. ¿Dónde estás Matty McKibben?
— ¡_________! –grita alguien. Era Matty, volteo. –Lo siento, me confundí de estacionamiento.
— No te preocupes.
— Es algo difícil de manejar. –inclina su cabeza en dirección a la hummer.
— ¿Es tuya? –mi asombro es tan notorio que hasta él se sorprende.
— Mi madre me la compro en Alemania.
— Se me olvidaba que tu familia en una de las más ricas de todo el oeste del país.
— No seas tan exagerada –avanzamos camino a la playa. Caminamos hacia el norte. Me quite mis zapatos y me doy cuenta que él no tenía. Sigue siendo rápido y precavido como siempre.
— Yo creo que alguien que tiene cinco propiedades solamente en california es millonario.
— Exacto. California, no todo el oeste del país.
— Déjame soñar Matty. –nos reímos.
¿Acaso yo ya estaba olvidando lo bello que era pasar tiempo con él?
— Estás muy hermosa _________.
— Pues creo que le debo todo a los médicos.
— ¿Cómo sigues? ¿Ya no vas a rehabilitación?
— Hace mucho no voy Matty. Ya no me drogo ni consumo como antes.- agacha la cabeza y arruga la nariz al instante que sus cejas se fruncen como para unirse.- Ahora solo necesito de un cigarrillo un par de veces.
— Me duele todo eso que dices. –me mira, frunciendo el ceño. ¿Ahora que hice?- No he parado de pensar en lo estúpido que fui.
— ¿Por dejarme?
— Sí, porque sé que me necesitabas y me fui como una estúpido hijo de…
— Ya no sé puede hacer nada Matty.
— ¿Crees que podría suceder algo entre nosotros dos? ¿de nuevo?