Capítulo 1: "Gato encerrado"

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—Tony, ¿te encuentras bien?

El hombre levantó la mirada de la pantalla que tenía entre las manos. Se veía cansado, como de costumbre, e incluso un poco distraído, lo cual no era sorpresa alguna.

—Por supuesto —respondió con una sonrisa ladeada, reclinándose sobre el asiento del jet y cerrando los ojos por unos segundos. Tal vez haber dormido solo dos horas la noche anterior no fue la más brillante idea, pero no había caso en regañarse a estas alturas, si tan solo continuaría haciéndolo.

—¿Puedes repetirme por qué hemos venido a Suecia? —Bruce se acomodó en su propio asiento, aprovechando la situación para observar por la pequeña ventana a su izquierda, donde los picos blancos de las montañas perforaban las nubes. Deberían de estar atravesando el norte noruego para ese momento, por lo que especulaba al menos otra media hora de vuelo.

Tony suspiró. Mediante un par de comandos sobre su tablet, logró que la pantalla se viese proyectada al lado del científico, quien observaba con atención.

—Su nombre es Liv Montgomery—comenzó a decir, exhibiendo la foto de una chica jóven, al lado un expediente con información—. Veinte años. Estudiante de medicina en Estocolmo —hizo una pausa, en lo que el científico terminaba de leer la información de la planilla frente a él—. Aparentemente ocasionó una explosión en su casa. Una grande.

—¿Y qué? —cuestionó su compañero— Pudo haber dejado el gas prendido, o algo.

—Esa fue la primera teoría de las autoridades. Pero cuando llegaron a la casa encontraron un alto nivel de radiación gamma ¿Y adivina de dónde provenía? —Tony suspiró, retirando las gafas de su rostro y frotándose los ojos con fatiga.

—Oh no... ¿Crees...? ¿Crees que se trate de un experimento fallido? —Bruce se encogió en su lugar. En otra ocasión no lo hubiese arrastrado consigo, pero nadie sabía más de este tema que él y necesitaba su opinión.

—Es posible.

Tony no descartaba la teoría. Sin embargo, había una pequeña voz en su cabeza, probablemente la última pizca de esperanza que se encontraba reticente a abandonar su cuerpo luego de cuarenta años de desgracias, que deseaba que se tratara de otra cosa. Decidió guardarse la información para sí mismo, viéndolo como mejor opción que repartir expectativas que probablemente no se fuesen a completar, pero había estado sopesando la opción del virus extremis desde que lo habían llamado en busca de ayuda.

No muchos sabían de aquel suero. La verdad es que ni siquiera él estaba completamente seguro de su funcionamiento. Pero de lo que sí tenía certeza era de que podría llegar a revertirlo, sobre todo si contaba con la ayuda de Bruce. Sin embargo, era necesario ver a la chica antes de hacer suposiciones apresuradas.

—¿Dónde está ahora? —inquirió el científico, luego de un par de segundos de ensimismamiento— Porque si es lo que creemos, podría terminar lastimando a alguien.

—Demasiado tarde —Tony movió sus dedos con agilidad sobre la pantalla y una nueva foto apareció en la proyección, haciendo que Bruce se estremeciera en su lugar—. Su padre fue encontrado muerto. Aún no han podido probar que ella fuera la culpable, pero la tienen detenida en una habitación sellada hasta que el forense termine con la autopsia.

—¿Crees que lo hizo?

Tony lo meditó por unos segundos.

—No —el hombre suspiró—. Mira esto —una nueva imagen se apareció junto a la foto del hombre muerto: un informe policial—, tres puñaladas en el pecho ¿Por qué apuñalaría a su padre y luego volaría su casa completa, con ella dentro? No tiene sentido.

Warzone Legacy || Pietro MaximoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora