Capítulo 2: "Aguas internacionales"

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—Era un poco molesto, ¿no? —definitivamente no era la respuesta que Bruce esperaba de parte de Tony, pero era la que había conseguido por el momento— Rápido, quítale los zapatos. Necesitará calzado si pretende salir de aquí.

—¿Quién?

—Liv.

—¿Qué? ¿La vamos a secuestrar? —la voz de Bruce incrementaba en pánico conforme pasaban los segundos y, a estas alturas, Tony temía un incidente— Esto es demasiado, incluso para tí, Tony.

—No secuestrar —musitó, mientras rápidamente se las ingeniaba para quitarle las esposas a la muchacha—. Salvar. Me lo pidió.

—¿A qué te refieres con que te lo pidió? —Tony dejó salir un suspiro hastiado, mientras avanzaba hacia el soldado inconsciente y le quitaba las botas— ¿Cuándo?

—En la habitación.

—Tony, esto es una locura —ya era costumbre del doctor Banner tratar de persuadir a su amigo de que no cometiera imprudencias, pero esperaba que esta vez pudiese concretarlo—. Ella no te pidió nada.

—Claro que sí. Código morse. Bastante astuto, por cierto —le tendió los zapatos a la muchacha—. Póntelos. Debemos irnos antes de que se den cuenta.

La pelirroja asintió y, aún sin proferir palabra, se apresuró a colocarse las botas que eran fácilmente cinco tallas más grandes que sus pies. Bruce parecía finalmente haber entendido lo que estaba sucediendo y no se veía feliz al respecto. Tony no quería tener que tratar con él, eso tomaría tiempo, del cual carecían, además de alientos malgastados. Lo mejor que podía hacer es apresurarlo a seguir sus instrucciones antes de que se diera cuenta de lo que estaba haciendo. Le había funcionado bastante bien en ocasiones pasadas y esperaba que aquella no fuese la excepción.

—Incluso si ella te lo hubiese pedido, esto sigue siendo un delito —aseguró el doctor, pisándoles los talones mientras avanzaban por el pasillo vacío.

—Mantenerla encerrada injustamente también lo es.

Bruce lo observó por unos segundos y, con un suspiro final, terminó por aceptar su destino.

—Si vamos a sacarla de aquí sin ser vista necesitamos esconder su cabello —la mirada de ambos se dirigió a la cabellera color fuego de la chica—. No hay manera de que pase desapercibido.

—Toma.

Stark se quitó la sudadera que llevaba bajo el saco de vestir, en un poco convincente intento de parecer más formal, y se la entregó a la muchacha, instándole a colocársela. La capucha le quedaba un poco grande, pero servía para el uso que planeaban darle y, una vez que su cabello estuvo escondido, partieron rumbo a la salida.

Como había supuesto, la conmoción del soldado caído había sido suficiente para distorsionar el ambiente, dándoles un pase libre hacia el auto en el que habían llegado. Sin embargo, nunca nada salía con tanta facilidad. No para él, al menos. Los infortunios ya no lo sorprendían. No habían llegado al auto cuando media docena de militares salieron del establecimiento a gritos, cargando sus armas y esperando la señal para disparar. Salir iba a ser complicado, pero no imposible.

Corrieron hasta el auto y, una vez que todos estuvieron dentro, Stark pisó el acelerador rumbo a la salida al sonido de las balas que impactaban contra el parachoque.

—Jarvis, ¿un poco de ayuda?

La barrera automática se había comenzado a levantar lentamente, bajo sus órdenes, pero no parecía ser lo suficientemente rápido. Bajar la velocidad no era una opción.

—¿Jarvis?

—Estoy haciendo lo que puedo, señor —se escuchó la voz en su oído.

—¡Tony, baja la velocidad! —Los nudillos de Bruce comenzaban a emblanquecer bajo la presión que ponía sobre la manija de la puerta, lo cual preocupó al interpelado, pero era muy tarde para retractarse ahora.

Warzone Legacy || Pietro MaximoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora