Capítulo 20: "Daño colateral"

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—Yo creo que ustedes tienen motivos justos pero... —la chica del cautivante cabello color rojo no logró terminar la frase y, detrás de ella, Wanda sonreía con complicidad y satisfacción.

—¿Qué diablos acabas de hacer? —su hermana tan solo se encogió de hombros y sonrió divertida, lo cual solo sirvió para que Pietro se enfadara aún más.

—Mi trabajo —respondió la chica, retrocediendo para continuar con su cometido—. No te vendría mal hacer lo mismo.

—Ella no nos hizo nada —la pelirroja a su lado se encontraba observando a su alrededor con la mirada perdida, como si hubiese olvidado dónde se encontraba o para qué estaba allí.

—Hizo suficiente.

Wanda desapareció entre las sombras, dejándolo solo con Liv, quien había comenzado a llorar desconsoladamente. Se arrodilló a su lado, sintiendo como una oleada de preocupación se apoderaba de su cuerpo. Verla allí, en el suelo, completamente perdida dentro de su mente, hacía que el muchacho se olvidara de toda la motivación que lo había llevado hasta ese lugar. No sabía describir qué era lo que lo atraía a ella, aquel sentimiento casi palpable, la dulzura que sentía en la boca cada vez que escuchaba su voz. No es como si se tratase de una obsesión juvenil salida de una obra de Shakespeare, parecían conectados a un nivel extra-físico, algo que sobrepasaba cualquier sentimiento común.

Tomó su cara entre sus manos y la sacudió levemente, tratando de hacerla reaccionar, mientras repetía su nombre con voz temblorosa. Detrás de la cortina de lágrimas, sus ojos comenzaban a tornarse de un color violáceo, lo cual sabía que no sería una buena señal luego de haberlo visto en Wanda en tantas otras ocasiones. Estaba tan concentrado tratando de devolverla a la realidad que la única razón por la que pudo esquivar la flecha que el arquero le había disparado fue por su habilidad. Un milisegundo de diferencia y su cabeza parecería un mal disfraz de Halloween.

Miró en su dirección justo a tiempo para observar cómo el mismo hombre electrocutaba a su hermana, quien había estado a segundos de meterse en su mente. No podía dejar a Wanda sin apoyo, pero debía admitir que le costó abandonar a Liv, sobre todo cuando la situación parecía ir en declive.

Corrió hasta su hermana y la tomó por la cintura, apurándose fuera del edificio para evitar que saliera lastimada. Escuchó a lo lejos como el arquero llamaba por refuerzos para la pelirroja, quien, rodeada de un aura violeta, estaba haciendo que su alrededor temblara. Eso no podía ser bueno.

La situación se había salido de control. Su gemela no paró de temblar hasta que estuvieron fuera del establecimiento, aún sufriendo los efectos de la electrocución. Se veía consumida por la venganza a un nivel que hasta él consideraba un poco extremo. Su plan era en contra de Stark y, por coincidente, como daño colateral, el resto de los Vengadores. No contra civiles, que no tenían nada que ver con ellos o su vendetta personal. Pero no había manera de convencer a Wanda cuando se le metía una idea en la cabeza y, antes de que pudiera replicar, su hermana ya se encontraba camino a la nave enemiga, en busca del más peligroso del grupo.

A lo lejos, un brillo violáceo se escapaba por las pocas ventanas del lugar. Resopló con cansancio y tomó carrera rumbo al depósito de armas. La escena que se estaba desarrollando cuando llegó lo dejó sin palabras. Liv estaba en el centro del lugar, era fácil de detectar gracias al aura violeta que emanaba de ella. El resto de Vengadores se encontraban tratando de salir del delirio que su hermana había implantado en sus mentes, a excepción del arquero, quien trataba de cargar con la otra mujer y, a su vez, buscando la manera de calmar a la muchacha, mientras exclamaba en el intercomunicador en busca de ayuda.

El corazón de Pietro comenzó a latir cada vez con mayor intensidad, mientras un calor abrasador y un cosquilleo se esparcía por su cuerpo a alta velocidad. No sabía cómo o por qué, pero estaba seguro de que si no sacaba a Liv de allí, explotaría, sepultando a todos en su camino. No era necesariamente algo que le molestara, y probablemente Wanda le recriminara no dejar que sucediera, pero una explosión de aquel calibre en el medio de un depósito de armas, sobre todas las cosas, tenía potencial de destruir todo a su alrededor, o esa era la excusa que Pietro se auto argumentaba mientras se metía en el corazón de la tormenta para buscar a Liv. Como había dicho antes, los habitantes de la ciudad contigua no eran culpables de la muerte de sus padres, no merecían morir por estar en el lugar menos indicado. Además, si dejaba que detonara, ella también moriría. Y no estaba de acuerdo con aquella opción, tampoco.

Esquivó el laberinto de cuerpos inertes a toda velocidad antes de tomar a la muchacha en brazos y salir de allí lo antes posible. Ella aún lloraba desconsoladamente cuando la depositó en el pasto, a varios kilómetros del lugar.

—Liv, debes escucharme —volvió a intentar llamar su atención, arrodillándose frente a ella—. Es solo un sueño. Todo está bien. Estás bien.

La respiración de la muchacha continuaba agitada, pero el aura violácea comenzaba a disminuir, lo cual Pietro tomó como una buena señal. Recordó entonces que ella había sido capaz de calmarlo con anterioridad, ¿cómo lo había hecho?

Era inútil. La chica continuaba bañando sus mejillas de lágrimas, ahogándose en angustia e impotencia por lo que sea que Wanda le había hecho ver dentro de su cabeza. Era la primera vez que se encontraba genuinamente molesto con su hermana, lo cual hasta él encontró raro. Varias palabras de aliento después, Liv comenzó a recobrar el control de sus pensamientos, pero las lágrimas y los sollozos no cesaban. Quería quedarse a su lado hasta que estuviera bien, asegurarse de que superara la tristeza y regresara a la normalidad, pero cuando vio al arquero apuntándole con una de sus flechas, supo que no le quedaba otra opción que huir, buscar a su hermana e irse lejos de allí, abandonando una vez más a Liv. La misión estaba completa, eso era todo lo que le importaría a Ultrón.

—Aléjate de ella.

El hombre no bajó el arma hasta que ya ni siquiera podía divisar el destello plateado que indicaba la presencia del muchacho.

Liv no estaba segura de lo que había sucedido. Aún se encontraba extremadamente aturdida y, si bien había retomado el control de su propia mente, la escena se continuaba reproduciendo sin parar. Apenas cerraba los ojos podía ver como aquella mujer apuñalaba a su padre, una y otra vez, sin una pizca de remordimiento en su rostro.

Apenas había podido aprender a vivir con el hecho de que su padre estaba muerto por su culpa, pero ahora todos los sentimientos negativos regresaban a su mente a golpearla como un tren. Todos en la nave parecían estar atravesando un dilema similar al de ella, pero no había manera de saberlo con exactitud viendo que nadie había abierto la boca desde el despegue.

Clint y Tony eran los únicos que no habían caído bajo el embrujo de Wanda y, si tenía que ser honesta, Bruce se había llevado la peor parte del trato. Deseaba ser capaz de ir a consolarlo, pero no se encontraba con la capacidad emocional de tratar con sus propios problemas, mucho menos los de alguien más. Los gemelos Maximoff habían ido muy lejos, civiles habían salido heridos, aquello ya no era un juego. Ultrón debía ser frenado a toda costa.

—Descansa. Ha sido un día largo —lo único que escuchaba últimamente por parte de cualquiera dentro del grupo era que debería de dormir, lo cual le llevaba a reconsiderar la idea de usar maquillaje en su vida diaria. Tony puso una manta sobre sus hombros—. Te levantaré cuando lleguemos.

—No quiero —respondió la pelirroja con la voz entrecortada, un sollozo aún ahogado en su garganta—. No puedo —deseaba poder hacer que sus manos dejaran de temblar.

El hombre no sabía como reaccionar. Todos se encontraban igual de deshechos que ella y no había manera de lograr que hablaran. Tan solo se sentó al lado de la muchacha y pasó un brazo por sus hombros a modo de apoyo moral, instándola a descansar apoyada en él. Era lo único que ella podía soportar en aquel estado sin romper en llanto nuevamente.

Tony se durmió a su lado, se notaba el cansancio en sus ojos. Liv y Clint eran los únicos despiertos, siendo éste quien piloteaba la nave, pero se encontraban sumidos en un silencio sepulcral. A lo lejos se comenzaba a divisar los primeros atisbos del sol, tiñendo el cielo azul de un cálido naranja y dándole a la chica una noción de la hora.

—¿En dónde estamos? —preguntó Tony bajando de la nave.

—Un refugio.

Clint ayudaba a Natasha a caminar por el trayecto hacia la casa que se veía a lo lejos, mientras que Tony hacía lo mismo con ella. Todos parecían extremadamente confundidos respecto a dónde se encontraban, pero Liv tenía una idea bastante sólida, sobre todo al ver el camino de juguetes esparcidos por la galería de la casa. Por lo que Clint le había comentado, debería de estar realmente desesperado para volar la fachada alrededor de su familia. Sin embargo tenía sentido, su hogar era el único que no figuraba en el sistema, por lo que Ultrón no podría seguirlos hasta allí. Al menos estarían a salvo hasta que lograran reorganizar sus mentes.

Warzone Legacy || Pietro MaximoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora