Capítulo 12: "El ángel sobre tu hombro"

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El sentimiento de familiaridad la inundó. Los sueños con Pietro se habían vuelto cada vez más frecuentes y se había acostumbrado a acostarse con él en su mente, lo cual ahora que lo pensaba podría ser la razón de la recurrencia. Esta vez, no vio las paredes de la celda como lo había hecho las últimas veces, sino que estaba en un pasillo del castillo, hablando con la chica de los estridentes ojos verdes. Pero algo no andaba bien.

Una sensación de angustia le cerró el pecho a Liv. Estaban discutiendo.

—No quiero que salgas herida —le dijo Pietro a la chica frente a él—. No estoy seguro de que tengan nuestro bienestar en mente. Tal vez sería mejor irnos ahora, antes de que todo empeore.

—¿Luego de todo lo que han hecho por nosotros? —respondió ella, igual de ofuscada que el muchacho— Incluso si pudiéramos, ¿a dónde iríamos? No tenemos un hogar.

—Podemos empezar de cero, lejos de aquí, lejos de estas personas.

—Vinimos aquí con un objetivo, Pietro, y vamos a terminarlo —la castaña parecía inflexible, lo que le encendió un sentimiento de furia a su receptor, el cual se reflejaba en Liv como si fuese personal.

—Estás cegada por la ira, ¿cómo no puedes verlo?

—¿Y tu no lo estás?

Pietro no parecía mejorar. La cólera se estaba intensificando y parecía como si fuese a explotar en cualquier segundo. A eso se le fusionaba una sensación de melancolía que poco a poco se hacía lugar entre sus emociones. Liv quería ayudarlo, pero no estaba segura de cómo. Consolar a alguien se volvía un reto cuando se prescindía de las palabras y el contacto físico. Sin embargo, supuso que debería de haber una solución. Si ella sentía lo mismo que él, ¿podría funcionar de la manera opuesta? No perdía nada con intentarlo.

Trató de convocar algún recuerdo de tranquilidad que no arrastrara una melancolía disfrazada, lo cual iba a ser complicado. Lo último que quería es que ambos terminasen llorando en un rincón. Finalmente, tras una búsqueda exhaustiva dentro de su memoria, la furia de Pietro comenzó a disminuir a lo que ella invocaba aquel atardecer de verano varios años atrás, cuando su novio de la secundaria le había dicho que la quería. No sabía si iba a ser suficiente para traer al muchacho de vuelta en su lado racional, pero no quería arriesgarse a recordar a su padre y tan solo contribuír a su tristeza.

—¿Pietro? —el interpelado tardó un par de segundos en responder.

—Estoy bien. Lo lamento —Liv observó mediante los ojos del muchacho como, frente a él, la castaña fijó la vista en su mirada, tildada por un par de segundos

—Está de vuelta —musitó, sus ojos incluso más verde que antes.

A Pietro le invadió una oleada de intranquilidad al momento que se volvía consciente de su intrusión.

Despertarse se sentía como si le devolvieran el alma al cuerpo. Se limpió el sudor de la frente y se incorporó en la cama, rememorando lo sucedido en su sueño. Lo que faltaba era que ambos compartieran neuronas, más cuando las de él parecían estar completamente ocupadas en una venganza de la que Liv no sabía nada.

Observó la hora en su celular: las seis y veinte de la mañana y estaba más descansada de lo que debería ¿Existía tal cosa como el jet-lag interestelar? Se levantó de la cama con pesadumbre y salió de su habitación. Ponerse al día con las series que seguía antes de su estadía en Asgard se veía tentador, viendo viable la opción de acaparar la televisión de la sala mientras el resto de huéspedes se despertaban. Esperaba que Tony no hubiera cambiado la contraseña de Netflix.

Descubrió que levantarse junto con el sol no era ajeno al resto de personas allí una vez que desembocó en la cocina de la torre. Tony, Clint y Steve cesaron su charla cuando ella ingresó a la sala, éste último desviando la mirada casi instantáneamente.

Warzone Legacy || Pietro MaximoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora