Capitulo XVI

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Dos años después....

Candy se encontraba molesta tras una discusión tonta con Terry, pero no estaba dispuesta a seder, al menos no por el momento. No sabía como le iba hacer para asistir junto a él a la fiesta que el alcalde de la ciudad ofrecería en el palacio municipal para homenajear a los actores de la compañía Stratford quienes presentarían una vez más, después de siete años, la obra Romeo y Julieta, la cual lanzó a Terry como el mejor Romeo de todos los tiempos.

Los esposos Grantchester tendrían que presentarse juntos a dicha fiesta, y con solo pensarlo, Candy se puso nerviosa; al principio usó como excusa a los gemelos para no asistir, pero para su desgracia sus suegros junto a Victoria su cuñada se ofrecieron a cuidar de ellos y se los llevaron a su casa.

Candy escuchó la puerta de la calle cerrarse, lo que significaba que Terry acaba de irse y ya podia salir de la habitación de huéspedes en donde se refugió la noche anterior, sin miedo a encontrarse con él. Estaba realmente agotada, gracias a su recién anunciado estado de embarazo. Bajó a la cocina, se preparó un té y se dispuso a ver un poco la televisión. No llevaba ni diez minutos tumbada en el sofá, cuando Terry entró a la casa nuevamente; ella al escucharlo, cerró rápido los ojos con la intención de fingirse dormida y que él pasara de lejos sin que sintiera la necesidad de saludarla, pero la suerte no estaba de su lado.

—No te hagas la dormida Candy, sé que estás despierta.

Candy abrió los ojos y lo vio pasar hacia el despacho para regresar un minuto después con un libreto en las manos y dirigirse a ella —Necesito hablar contigo.

—Tú dirás —le respondió incorporándose y mirándolo a los ojos de manera desafiante.

—No olvides que hoy es la fiesta que dará el alcalde en el palacio municipal para presentar a todos los miembros de la compañía Stratford una vez más. ¿Irás, verdad?

—Por supuesto que iré —¿por qué? ¿Te molesta?

—Para nada. Saldremos de aquí a las ocho, procura ser puntual.

—Iré con Karen y su novio John.

—De eso nada, Pecosa —el corazón de Candy le dio un vuelco al oírlo llamarla así. Iremos juntos, irás del brazo de tu esposo al palacio municipal y lucirás la mejor de tus sonrisas.

—¿Y por qué debería de hacer eso?

—Porque quiero que los chismosos reporteros que asistan, presten su atención a la fiesta y no a nosotros.

—No me importa lo que piensen. No es mi problema, además, no sé si pueda hacerlo, no se me da bien fingir.

—¿Quieres qué ensayemos? —le preguntó él con una media sonrisa acercándose a ella lentamente y sentándose a su lado provocando que el corazón de Candy diera saltos mortales dentro de su pecho.

—No será necesario, prefiero la improvisación —le respondió ella levantándose y cruzándose de manos.

—Es una lástima, no me hubiera importado para nada enseñarte un par de trucos de actuación —replicó él guiñándole un ojo para provocarla aún más, pero Candy no mordió el anzuelo.

*************

Candy se tomó el resto de la mañana con tranquilidad; observó en el espejo su vientre antes de entrar al cuarto de baño y preparar la bañera con agua bien caliente para luego sumergirse en ella e intentar olvidar lo que se le avecinaba por la noche.

Después del baño, fue a la cocina y se preparó un buen desayuno. Normalmente, los sábados por la mañana, Terry no solía estar en casa ya que iba al teatro, o eso era lo que siempre decía. Así que como toda la mañana estaría sola, puso algo de música clásica en el salón mientras recogía los restos del desayuno, y limpiaba también la cocina..

Dolorosas Verdades.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora