Capitulo IX

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Chicago, Illinois

Tras lo sucedido todos los Ardley habían tomado un vuelo privado y viajaron juntos de regreso a Chicago y luego manejaron hasta Lakewood.

Candy se despertó inquieta y expectante. Ingresó al cuarto de baño dispuesta a tomar una ducha, se detuvo frente al espejo para contemplar su reflejo sombrío, tenía unas manchas oscuras debajo de sus ojos, los cuales estaban enrojecidos e hinchados de tanto llorar.

—Después de la ducha, se puso unos jeans y un top negro y una jacket y salió de su habitación hacia la cocina.

—Sus amigos, se encontraban sentados en la cocina, estaban tan absortos en sus pensamientos, que no sintieron su presencia

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—Sus amigos, se encontraban sentados en la cocina, estaban tan absortos en sus pensamientos, que no sintieron su presencia. El silencio era tal que se podría escuchar la caída de un alfiler, el sonido de la tetera fue lo único que rompió con aquel sepulcral silencio.

—Buenos días —saludó Candy forzando una sonrisa

— ¿Cómo estás, Pequeña? . —¿Como te encuentras? —Le preguntó Albert quien se acercó a ella y la abrazo

—Mucho mejor, gracias...—¿Le has hablado a la Tia abuela?..—¿le has contado lo que ha dicho Elisa?

— No, aún no lo he hecho..

— ¿A qué hora vendrá el amigo de Karen? —Preguntó Candy sentándose.

—Dijo que a primera hora, así que no creo que tarde mucho.

—Candy —Stair la miró —siento mucho todo esto, si hay algo que podamos hacer por ti, no dudes en decírnoslo.

—Se los agradezco, Stair.

—¿Que piensas hacer después? —Le preguntó Patty.

—No lo sé —respondió la rubia con sinceridad.

—¿Le dirás a la Tia Elroy que Elisa ha ocultado este secreto todo este tiempo? —preguntó Annie

—Sí Annie —intervino Archie —La Tia Elroy debe saber la clase de monstruo que es su querida sobrina Elisa, debe saber que le ha estado mintiendo durante todo este tiempo y que además la llama vieja de manera despectiva a sus espaldas.

Mientras platicaban, se escuchó el sonido seco y largo del portón automático sobresaltándolos a todos. Por fin el amigo de Karen había llegado.

El hombre, realizó su trabajo eficazmente y en silencio. Solo abrió la boca para dirigirse a Karen quien había llegado con él, apenas cruzó dos palabras con Candy y Albert. Las de cortesía y punto. Era mejor así, cuántas menos preguntas les hiciera, menos sabría de la historia. Cuando terminó de hacer lo que había ido a hacer, le dijo a Karen que intentaría tener los resultados para la mañana siguiente a última hora de la tarde y se marchó igual como llegó... en silencio.

Dolorosas Verdades.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora