Capitulo VIII

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—Buenos días, pequeña ¿Cómo te encuentras? —saludó Albert sentándose a un lado de la cama.

—Mal, muy mal —respondió la rubia con sinceridad. Sus lágrimas empapaban su rostro, y el joven patriarca la abrazó fuertemente. Karen quien habia acompañado al rubio, los miraba desde la puerta, Candy le hizo un gesto para que se acercara.

—¿Cuánto he dormido? —preguntó

—Unas cuantas horas, pequeña. Necesitabas descansar.

—¿Ha... ha llamado alguien?

—No, no te preocupes Candy, he avisado a los Grantchester que estas indispuesta.

—Gracias Albert. ¿Saben como se encuentra Terry?

—¿Por que lo preguntas?

—Durante la escena del primer acto, lo noté raro, fui a su camerino al finalizar este y lo encontré un poco aturdido.

Albert miró a Karen y esta negó con la cabeza.

—Candy... Terry esta bien, no te preocupes por él, tal vez le impresionó la escena del accidente al igual que todos los presentes y en el teatro, mejor dime que pasó ayer con Elisa, nadie me ha querido decir nada, así que espero no te guardes nada y me lo cuentes todo, ya es hora de ponerle un alto a esa desquiciada joven.

Candy se sentó en la cama para hablar con Albert, Karen quien estaba en silencio entendió que aquello era un asunto familiar y cuando se disponía a salir del la habitación, Candy la detuvo.

Albert y Karen la miraban expectantes, en silencio. —Esperando pacientemente a que Candy se tomara el tiempo para relatar el desagradable encuentro que tuvo con aquella víbora.

Candy comenzó a hablar, midiendo sus palabras, intentando con ello hacer el menor daño posible a Albert, pero se derrumbó en la parte que Elisa le confesó sus verdaderos orígenes.

Ver la cara de confusión de Albert, mientras relataba lo sucedido, provocó que su le corazón se encogiera todavía más, de pronto el joven patriarca no pudo evitar las lágrimas, y cayó de rodillas llorando, su llanto era desgarrador al recordar todo lo que Candy tuvo que soportar durante su corta vida, la joven rubia se acercó a él y lo abrazo fuertemente.

—¿Como pudo callarse durante todo este tiempo? Elisa es un demonio y te juro que pagará cada lágrima que te ocasionó.

—Al principio, no creí ni una sola palabra de lo que decía, ella siempre se las ha ingeniado para decir y hacer cosas por el puro placer de lastimarme, pero ahora me siento confundida y perdida.

Candy miró a Karen que se había apartado un poco de ellos, dejándoles espacio, la joven actriz, clavó sus ojos en los de ella.

—¿Qué voy hacer, Albert? —Decía la rubia angustiada. —¿Como podemos saber si lo que Elisa dijo es realmente cierto o no? —Si su aturdimiento no hubiese sido tan grande, como doctora que era, Candy hubiese sabido que hacer en ese preciso momento. Albert ya un poco repuesto pero un tanto confundido, le respondió con sinceridad:

—Aún no lo sé, pero algo se me ocurrirá.

—Yo sí sé lo que pueden hacer —ambos rubios miraron a Karen.

— ¿Lo sabes? —Preguntaron al unísono.

—Claro. La prueba que demostrará si Elisa miente o no, es un ADN.

Dolorosas Verdades.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora