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2:45 a.m

—¡Mateo!— estaba escribiendo en mi libretita de ideas y escuché a mi madre gritar y me levanté a abrir...pero no estaba sola, tenía a Marti colgado en sus hombros, no podía mantenerse en pie y su cara...parecía que tenía un espasmo facial o algo así, muy raro.

—¿Qué está pasanda?— dije mientras ellos entraban y cerré la puerta.

—Este tonto no soporta nada—dijo y lo tiró en el sofá— apenas se tomó dos four Loko meeen— decía mientras movía sus manos y si cuerpo como si estuviese rapeando.

—¿Sigue vivo?

—No lo sé meeen, pero si no lo está, tú me ayudas a enterrar el cuerpo, ¿Ok meeeeen?—  me acerqué a ella y con mi dedo índice empujé su frente para hacer que se sentara.

—Trata de dormir— dije y di un par de pasos pero ella se levantó de nuevo.

—No meeeen— me jalo— la noche es joven, ¿Comprendes meeeen?

—Mira meeen—le dije imitandola— mañana tienes que trabajar así que vuelve a tus sentidos y duerme— hizo un puchero y me empujó, cai encima de Marti y éste se quejó y luego tomó mi rostro entre sus manos.

—Ebres muy lenda— balbuceaba— pod que tienes un hijo taan espupido— rode los ojos y trate de levantarme pero pasó lo que nunca esperé que pasara.

Me beso.

Cuando logré separarme de él me paré de golpe mientras con mi mano frotaba mis labios...mis pobres e inocentes labios.

—¡Ah!— casi alcanzo una nota alta con ese grito...tiembla Mariah Carey— ¡Pendejo!— lo miré molesto pero él no reaccionaba.

—Meeen— mi madre se acercó a él y le dió una palmada en los labios— acabas de besuquear a mi hijo meeen.

Respire profundamente para reunir toda la paciencia del mundo y me fuí a mí habitación para tratar de dormir un poco.

A la mañana siguiente cuando salí de mi cuarto a tomar el desayuno Marti y Jolene estaban sentados en el sofá mientras veían a la nada.

—¿Hola?— dije chasqueando mis dedos y al fin parecieron salir de un trance.

—Ah si, prepararé el desayuno— dijo mi madre levantándose torpemente.

—¿Dónde quedó el "meeeen"?— dije imitando su movimiento de manos de la madrugada.

Ella me miró entrecerrando los ojos, Marti y yo la seguimos y esperamos sentados en el comedor.

—Eres un travieso— le dije pasando mi dedo por su hombro y viéndolo de forma pícara.

—¿Por qué?— preguntó golpeando mi dedo.

—Ni siquiera me has pedido salir en una cita y ya me besaste— dije disgustado mientras lo juzgaba con la mirada.

—¿Qué?— preguntaron los dos al unísono.

—No lo recuerdan porque estaban demasiado borrachos pero...Marti me metió la lengua hasta la garganta— dije simulando vomitar.

—Mierda— volvieron a decir al unísono y yo me crucé de brazos.

—Perdon, no recuerdo nada— dijo Marti agitando sus manos al frente mientras alternaba su vista entre mi madre y yo.

—Esta bien pero no vuelvas a besar a mí hijo— advirtió mi madre con una cuchara en su mano mientras se acercaba con platos llenos de leche y cereal.

Hola, Muerte (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora