12.

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—No es posible— dije con un tono de molestia en mi voz, acababa de llegar al ensayo para la obra que sería en tres días y la maestra me informó que un chico que ya tenía experiencia con la obra se quedaría con el papel.

—Lo siento Mateo pero él tiene mucha química con Leslie— señaló a la protagonista.

—¿Será por qué son novios?— pregunté alzando una ceja y cruzando mis brazos.

—Como sea— aclaró su garganta— lo siento tanto por despojarte de tu papel pero en la próxima obra te prometo que...

—¿Sabe cuál será la próxima obra?— ella negó con la cabeza— "Váyanse a la mierda, frustraron mis planes de suicidacion"— dije con mucho sarcasmo.

—Mmm— ella llevó su mano a su mentón pensativa— es un nombre muy interesante, ¿De qué trata?— me miró esperando una respuesta.

—Olvidelo— le dije y me di la vuelta.

Pero esto no tendría que afectar mi siguiente intento de suicidio, en mi camino a casa pasé por el supermercado y compre un lazo resistente. Llegue a casa y esperé que cayera la noche, Jolene se fue de fiesta y yo estaba esperando la hora perfecta que en este caso sería la medianoche.

Cuando llegó el momento salí de casa con el lazo puesto sobre mi hombro y caminé hasta el parque, ahí había un gran árbol. Empecé a trepar de forma cuidadosa y me aferre a una rama, la más gruesa, amarre muy bien el lazo haciendo varios nudos y me preparé yo atando el lazo a mi cuello.

Cuando sentí que ya estaba listo me tiré y me quedé tieso mientras colgaba por la falta de aire... cualquier persona haría todo tipo de movimientos extraños pero yo estaba rígido como un soldado porque quería morir con honor.

Juro que vi la luz al final de túnel pero no, no podía pasar, cuando abrí mis ojos estaba tirado en el suelo y sentí algo húmedo sobre mi rostro. Parpadee varias veces para aclarar mi visión y la muerte estaba sentada mientras con un marcador dibujaba algo en mi cara.

—¿Qué haces?— pregunté confundido dándole un manotazo al marcador.

—JAJAJAAJAJAJAJA, nada.

—Dejame en paz— me senté y entrelace mis dedos sobre mis rodillas.

—¿Tan molesto estás?— me preguntó.

—Si.

—Entonces ve a molestar a un huérfano— lo observé en silencio esperando la pendejada que diría— porque no podrá acusarte con sus padres— dijo y tiró el marcador mientras reía a carcajadas y pues el chiste fue tan bueno que me reí con él— espera, tengo que ir— dijo revisando la pantalla de su teléfono y yo me levanté para ir a casa después de otro intento fallido.

Ya estaba empezando a amanecer, había perdido la noción del tiempo ya que no sabía cuánto tiempo pase ahí tirado inconciente.

—Golosa— me encontré con el policía que me salvó la vez pasada mientras patrullaba la zona.

—¿Disculpe?

—Me alegra que los jóvenes de ahora tengan libertad de expresión pero...— dejó salir una risita— hay muchos niños en el parque por la mañana y preferiría que conozcan esas cosas en una escuela.

—¿De qué habla?— señaló mi rostro.

—Me refiero a todos esos pitos que tienes dibujados.

—Es un malentendido— dije apresurado— esto ahg, muerte— susurré y empecé a frotar mi rostro.

—Ah y también, tuviste una noche salvaje, ¿Eh?— se acercó y con una mano tomó el lazo alrededor de mi cuello— no sabía que a un muchacho tan sano como tú le gustara el sadomasoquismo.

Hola, Muerte (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora