—Uno, dos, tres— estaba en mi habitación y contaba emocionado, cuando llegué al tres me lancé nuevamente para golpear mí cabeza en el respaldo de la cama, ya llevaba casi diez minutos haciendo esto y cada vez me sentía más pendejo.La Muerte y mi mamá se fueron de shopping y yo que me quedé solo así que era mi momento de brillar...o mejor dicho de morir.
—Te lo digo querida, esto se ve maravilloso— escuché la voz de La Muerte seguido de un golpe de la puerta anunciando que ya habían llegado, rápidamente me senté en la cama, entrelace mis manos poniéndolas sobre mis piernas y sonreí.
—¡Mateo!— Jolene me llamó.
—¿Qué pasa?— pregunté y no respondió, empecé a retorcerme en la cama haciendo un berrinche porque odio cuando me llaman y no me dicen pa que.
—Te traje un regalo— entró al cuarto con una bolsa en su mano.
—Abrelo— dijo La Muerte emocionada detrás de ella, me paré y tomé la bolsa.
Cuando saqué los artículos me quedé boquiabierto.
—¿Te gustó?—preguntó mamá emocionada- tu abuelo tenía razón.
Dirigí la mirada hacia La Muerte que parecía estar disfrutando la situación mientras con su mano cubría su boca para no reírse.
—¿Por qué querría esto, abuelo?— dije disimulando mi molestia.
—Ya es hora de que salgas del closet Mateo, Tú madre y yo solo queremos ayudarte— dijo con voz comprensiva dando un paso al frente y poniendo su mano en mi hombro.
—Asi es hijo, si tú me hubiese dicho antes yo te lo habría comprado.
—Mama, no soy gay, no necesito esto— lancé el vestido rojo corto, la peluca negra, los tacones y el bolso que me habían dado.
—Si lo necesitas...si no quieres salir solo con ese short de pijama a la calle— me señaló de pies a cabeza.
—¿A qué te refieres?— pregunté confundido.
—¿No lo sabes?— Jolene me miró confundida— Estabas tan dormido...
—¿Qué es lo que no sé?— empezaba a preocuparme.
—Ayer tu ropa despareció, al parecer un ladrón entró, por suerte tu abuelo estaba en tu habitación y te protegió- dí pasos rápidos hasta mi armario para confirmar y no había nada.
—Abuelo— mi voz tenía un tono serio.
—Nieto.
—Padre, hijo.
—El espíritu santo, amén.
—Mama, me gustaría agradecerle a mi abuelo en privado, ¿Puedes salir?
—Claro, él es tu héroe— le dió una palmada a La Muerte en la espalda y salió.
Cerró la puerta detrás de ella y empezó a reírse como un loco desquiciado.
—¡¿Que crees que haces?!
—JAJAJAJAJAJA— sostenía su estómago— La única ropa que tienes es eso.
—Ni loco saldré a la calle así, devuelve mi ropa ahora o le digo la verdad a mamá.
—¿Seguro? Si le dices te mato.
—¿En serio?— sentí mis ojos brillar— hazlo entonces, ¡Mamá!— grité emocionado y él se apresuró a tapar mi boca con su mano y yo la lami.
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Hola, Muerte (EDITANDO)
HumorMateo Galván es un chico universitario de 20 años, se puede describir fácilmente como un pesimista, aborrece la vida, a veces lo ves hablando solo y su madre es muy popular por ser divertida y fiestera. Para el la vida es una delgada cuerda que quie...