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24 de enero, 2003

Estaba haciendo mi trabajo, seguía de cerca a un psicópata asesino al que le quedaba una semana de vida. A las muertes o parcas o como putas quieras llamarlo, se nos prohíbe alterar el curso de los acontecimientos en la vida de los seres humanos y...mediante pasaba el tiempo Los Superiores se dieron cuenta de que a veces era necesario que si lo hiciéramos. Habría sido bueno que se dieran cuenta de eso antes de que la vida de ese niño de 5 años fuera saboteada.

Si, era el pendejo de Mateo.

Ahorita estás perdido pero relaja la raja que ya te explico.

Anderson Humbert era un hombre de 38 años, asesino a sangre fría, entre sus víctimas se encontraban...ah mierda, no soy policía; solo imagínate que mató a muchas personas luego fue llevado a prisión y escapó, durante su escape recibió un balazo en el abdomen y extrajo la bala él mismo así que era obvio que moriría.

¿En qué piensas cuando te mencionan "El lugar más peligroso del mundo"?

Obviamente pensarás en tu barrio pero excluyendo eso la mayoría de personas creen que es la cárcel pero no mi ciela, el lugar mas peligroso que puede existir es la mente de un ser humano.

Bueno, un día andaba en mi patineta, con un casco en mi cabeza porque la seguridad siempre primero, estaba siguiendo a el loco ese y pasamos por el parque donde había un gran árbol y una banca en frente. En la banca estaba una mujer dormida, era muy atractiva y se me paró el inexistente, sentado en el suelo frente a ella estaba un niño que con sus manos quitaba la tierra y se comía las hormigas que aparecían.

Para que vean que pendejo se nace, no se hace.

Anderson se desvió de su camino y se dirigió al niño, aborrecido lo seguí para ver qué hacía. Se puso de cuclillas y le habló.

—Niño, matando hormigas, ¿eh?— le sonrió y Mateo le tiró tierra en los ojos— Ah, maldito— se quejó mientras retrocedía. Se recompuso y volvió a acercarse— la vida no vale nada, llegará el momento de tu muerte y sería patético que alguien más la provocara o que una maldita enfermedad te obligue a morir.

—Maldita es una mala palabra— dijo con una voz tierna y yo dí saltitos porque me dió ternura.

—Como sea, ven conmigo— lo tomó del brazo y lo levantó, su madre ni siquiera se dió cuenta.

Caminamos de vuelta a su escondite y los huesos de mis dedos de los pies ya se estaban desgastando así que procedí a limarlos un poco mientras me sentaba en el sofá junto a Mateo.

—Escuchame bien niño— caminaba de un lado a otro— esto— se levantó la camisa y señaló la infectada y asquerosa herida de bala que tenía.

—Iugh— me llevé la mano a la boca fingiendo vomitar— que oso, al menos depilate la panza

Mateo ladeó la cabeza confundido mientras lo veía.

—Alguien, una persona que se cree mejor que yo trató de matarme— hice aparecer una bebida en mi mano para escuchar esa emotiva historia— y quiero darte un consejo niño.

—Mi mami ya me dió un consejo, dijo "Si cuando estás adulto el alcohol afecta tu trabajo, tienes que dejar tu trabajo"

—Tu mami es una tonta— me burlé.

—Ignora eso y escuchame bien. No tienes que dejar que nadie arruine tu vida, porque puedes arruinarla tu mismo. Si— sonaba como si quisiera convencerse a si mismo— eso es, nadie tiene derecho de decidir que te puede pasar.

Hola, Muerte (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora