I

1.9K 105 13
                                    

Estoy en el inicio de un largo pasillo. A los costados del mismo, cortinas sucias dividen las improvisadas habitaciones del Malva.

El frío me quema, las medias de red, el top y mi diminuta pollera no ayudan a afrontar esta madrugada porteña.

Mi piel se eriza al escuchar los gemidos fingidos que provienen detrás de las cortinas.

Camino lento abriendo suavemente las cortinas.
Algunas putas me insultan, algunos clientes me invitan a unirme. Otros están tan embriagados en el placer que ni siquiera notan mi presencia.

Volteo para continuar mi búsqueda tras las cortinas, pero esta vez mi cuerpo choca contra el pecho de un hombre. No voy a mentir, mi corazón se acelera.

El señor de aproximadamente 50 años me mira con deseo y posiciona su mano sobre mi muslo.

-¿Cuánto me cobras para chuparme la pija?- pregunta mientras acaricia mi entrepierna.

-No estoy trabajando ahora- respondí alejando sus manos de mi cuerpo.

- ¿Y a vos quién te dijo que las putas pueden decir que no?

El hombre parece no darse por vencido y coloca nuevamente sus manos sobre mi piel.

- Busca otra, yo no estoy trabajando- respondí empujandolo lejos de mí.

Los ojos del cincuenton se tornan violentos. Y se que hoy me voy a ir con un ojo morado.
Se acerca lentamente a mí y al contrario de lo que pensé no me golpea.
Toma mi brazo e intenta arrastrarme hacia una de las habitaciones.
Lucho, lucho con todas mis fuerzas para safar de la situación.
Mi estomago se revuelve y mi corazón se acelera aún más.

Un estruendo se escucha y el hombre cae al piso. Pedazos de vidrio caen al suelo.
Una botella rota en su craneo y dos putas fueron mi salvación.

-Toca de aca viejo hijo de la mierda si no queres que te rompamos todo- gritó amenazante la rubia.

El viejo se levanta algo mareado y se aleja no sin antes amenazarnos con hablar con el dueño del prostíbulo.

-¿Y esta quién es Yani?- pregunta la morocha observandome de arriba a abajo.

-Debe ser la nuevita- contesta encendiendo un cigarrillo- ¿estas bien? ¿cómo te llamas?- preguntó al observar mi mirada seria.

-Si, gracias. Me llamo Julieta.

-Tranquila Juli, ya te vas a acostumbrar a los giles.

La rubia saco de su bolsillo trasero una pipa improvisada, el fuego iluminó su rostro.

No tiene más de 30 años pero el peso de toda una vida encima se refleja en sus oscuras ojeras que forman surcos.
Sus manos tiemblan y sus huesos se marcan, su cuerpo consumido por la adicción al paco.

La pipa se enciende y todo alrededor deja de existir para las dos prostitutas, que ahora pelean por quien da la primer pitada. Como si fueran dos perros hambrientos tironeando un pedazo de pan viejo.

Debo seguir mi búsqueda. Abro más cortinas sin éxito. La esperanza se hunde.

Yo te busco. Te busco en los ojos tristes de las prostitutas. Te busco en el placer fingido de quién odia esta vida. Te busco en las anécdotas de los clientes.

Te busco como hace tres años.
Cuando mi vida se nublo esa tarde de junio.

Caminabamos juntas a la casa de la abuela como todos los días. Paramos en el kiosco a comprar chocolates, esos que tanto te gustaban.
Un hombre que compraba cerveza elogió tu silueta. Vos te enojaste tanto, lo insultaste tan fuerte que creo que se ofendió. Eras tan guerrera a pesar de tus 16 años.

Caminamos algunas cuadras riendo, eras mi mejor compañia.

De pronto un auto se detuvo. El viejo del kiosco bajo del mismo junto a dos hombres más.
Y yo... yo no pude hacer nada para impedirlo.

Tu mirada asustada implorando socorro esta grabada en mi mente y en mi alma.
Vos ya estabas dentro del auto y vinieron por mí.
"Dejala, no entramos en el auto" gritó el conductor.
Quede tirada en una de las veredas de nuestro pequeño pueblo del norte.

Fue la última vez que te vi, hermana querida.

No existe un día en mi vida en que no deseo que haya sido yo a quien lleven.
No existe un día en que no recuerde tu mirada.

Abro la cortina de la última habitación. Con la fuerza de tu recuerdo alentandome a seguir. Con la esperanza de por fin tenerte frente a mí.

En el interior de la habitación, una joven arrodillada frente a un chico con ropa deportiva y mechones verdes. El pelo oscuro y largo me recuerda tanto al tuyo.
La llamita de la esperanza se enciende en mí.
El chico me mira confundido cuando volteo el cuerpo de la joven con ansias de encontrar tu rostro.

Todo se apaga.

¿Cuánto tiempo más estaré sin tu presencia?

¿Cuánto tiempo más vivire con la incertidumbre?

Otro prostíbulo en el que no te encuentro. Otra vez sin pistas. Otra vez empezar de cero.

Y seguiré buscando, seguiré buscando en el medio de tanta mierda.

Te seguiré buscando porque nadie más que yo mueve un dedo para encontrarte.

Y no voy a parar hasta hacerlo.

De norte a sur, de Ushuaia a la Quiaca. Recorriendo cada putero en los sectores mas reconditos de este país.
Donde tantas veces me encontre con las autoridades que deben buscarte hundir su lujuria.

Lo hago por vos, lo hago por Marita, lo hago por Alika, lo hago por Raquel y por tantas víctimas de toda esta mierda.

Se que nos volveremos a encontrar, se que voy a poder sanar tantas heridas. Otra vez juntas, entre chocolates y risas.

Te Busco (Cazzu, C.R.O)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora