El reloj aferrado a la muñeca izquierda de Joaquín marca las 9 de la mañana, sus ronquidos y las risas fuera continúan perturbando mi paz, si es que aún existe esa palabra en mí.
Me remuevo en el colchón por décima vez en los últimos 5 minutos.
La luz del día borra toda vulnerabilidad y me arrepiento realmente de mi comportamiento de anoche.
Quizás la soledad no sea tan mala, tiene su innegable magia y ahora la pido a gritos pero aunque me mueva, él sigue durmiendo sin inmutarse.Me maldigo a mi misma por haberle permitido que avance tanto y suspiro con desgano, desinflandome de bronca conmigo.
Las risas de afuera se apaciguan, señal de que al final se marcharon. Tomo mi campera color gris y me la coloco lentamente, revuelvo los bolsillos y susurro un leve insulto al notar que no tengo ni un miserable cigarrillo.
Muevo levemente la sábana que cubre el cuerpo dormido de Joaquín. El bolsillo delantero de su pantalón deja ver la punta de la caja de cigarrillos.
Acerco mi mano suavemente evitando despertarlo y poco a poco muevo la caja dentro de su bolsillo.En el instante que estoy por sacar el tan preciado pucho su cuerpo se mueve molesto, da media vuelta quedando boca abajo y dejando la caja de cigarrillos aplastada contra el colchón. Vuelvo a susurrar un insulto mientras Joaquín comienza a roncar nuevamente.
Coloco mis zapatillas de lona sin siquiera atar los cordones y salgo al patio en busca de que mis vecinos se apiaden de mí.
-¡Chulu! Convidame un cigarro- grito mientras golpeo su puerta.
Unos segundos después la puerta se abre y una mano tatuada estira un cigarrillo encendido a medio fumar.
Mi mirada recorre su brazo, su torso desnudo, sus ojeras y su pelo color verde.
Mis ojos bailan de un lado al otro, incómodos, distraídos en la tinta, derretidos con su presencia.-Es el último que me queda- expresa Tomás con la voz ronca y el aliento a alcohol.
Me quedo en silencio algunos segundo sin reaccionar y su mano comienza a temblar levemente. No estoy segura si es a causa del frío que eriza su piel al descubierto o es mi silencio que esta atacando sus nervios.
-Gracias- respondo por fin tomando el cigarrillo de entre sus dedos.
Doy una pitada y corro mi mirada hacia la calle, como si hubiera algo más interesante que apreciar sus tatuajes.
Él esta incómodo, no sabe que hacer ni que decir. Se queda ahí, inmóvil junto a mí con el frío lastimandolo.-¿Podemos hablar?- susurra despacio con temor y casi que con vergüenza.
Lo miro de reojo y parece tan indefenso, con frío y miedo.
¿Cómo podes salvarme si hoy no podes ni con vos mismo?-¿Ahora? Te vas a agarrar una neumonía- sonreí de costado y como consecuencia los músculos de su rostro se relajaron.
-¿Querés pasar? Chulu y Homer se fueron así que estoy solo- sonrió un poco más confiado.
Lo analizo con la mirada y mi corazón se endurece recordando las palabras que salieron de su boca. Estoy a punto de negarme, de aferrarme a la soledad para siempre pero me pierdo entre el lamento de sus ojos decaídos y asiento con la cabeza casi por inercia.
La puerta se cierra tras de mí y me avergüenzo al observar que las condiciones de la casa de Chulu y Homer son mejores que la mía.
-Sentate donde quieras- expresó señalando la pequeña mesa con cuatro sillas alrededor.
-Estoy bien así, hacela corta por favor- respondí dando otra pitada al cigarrillo.
-Te quiero pedir perdón por toda la mierda que dije el otro día. Todavía no puedo creerlo...- pronunció algo impactado.
-¿Qué secuestraron a mi hermana?
-Si y quiero que sepas que yo te voy a ayudar en todo lo que necesites. Hay que hacer la denuncia Julieta, tenemos que hacer algo- respondió Tomás.
-¿De verdad pensas que no estoy haciendo nada? ¿Pensas que nunca hice la denuncia? No puedo creer que pienses que soy tan bruta.
-No Juli, no quise decir eso. Por favor no me malinterpretes.
-Mejor me voy Tomás, es al pedo que hablemos- me lamento dando media vuelta.
-No, por favor no te vayas- suplicó tomando mis manos- Perdón, perdoname por ser tan idiota. No entiendo como no pude darme cuenta antes, siempre estabas tan triste y no lo entendía.
Sus ojos se cristalizan buscando piedad y a mi me parece ver la transparencia de su alma.
-Esta bien Tomás, no tenías motivos para saberlo- suspire- quedate tranquilo que está todo bien.
Nada estaba bien, porque hace tiempo que nada lo está y aunque los días no se detienen, yo sigo estancada en aquella tarde.
Esa tarde que me destruyó para siempre.No puedo explicar cómo ni cuándo sucedió pero de un instante a otro mis lágrimas se estaban derramando sobre la anarquía de su cuello. Las palabras salieron solas, los años de silencio a medias explotaron dentro de mí.
Quizás haya sido causa directa de eso tan extraño y encantador que encontré en él, esa complicidad que me hace sentir que estoy hablando conmigo misma.
Mis sentimientos y tanto dolor quedó al desnudo dentro de esas cuatro paredes.Vomito mi historia y cuento detalles que creía haber enterrado, las penas son más duras cuando se dicen en voz alta. Lo puedo saber por el espanto en sus ojos.
Él abraza, escucha y llora conmigo o quizás por mi. Da igual.No estoy segura de cuanto tiempo paso durante mi ininterrumpido monólogo pero cuando por fin terminó, sentí que mi cuerpo pesaba mucho menos. Una parte del dolor se escapó entre sus brazos.
Me aferre fuerte a su espalda y él hizo lo mismo.
-Creo que mejor me voy a lavar la cara- dije secando algunas lágrimas que todavía paseaban por mis mejillas.
Tomás asintió con una leve sonrisa y tomó mi mano llevandome al pequeño baño de sus amigos.
El agua fría tocó la piel de mi cara mientras buscaba borrar todo rastro de aquella tormenta.
Él me observaba apoyado en el marco de la puerta, su mirada no se despegaba de mí y no me incomodaba hasta que observe el reflejo de mi rostro en el espejo.Mis ojos inyectados en sangre y mis párpados a punto de explotar por tanto llanto.
Toda mi cara estaba hinchada, casi desfigurada y por algunos instantes me arrepentí de mostrarme así.Tape mi rostro con mis manos y él se acercó sin entender, tratando de sacar las manos de mi cara pero me negué.
-¿Qué pasa?- preguntó con tono de preocupación.
-Soy un monstruo- respondí.
Tomás rió ante mi respuesta e intentó otra vez destapar mi rostro sin éxito.
-Dejame verte- expresó apoyando su frente sobre los dedos que me cubrían- por favor.
Afloje los músculos de mis brazos ante el susurro de su pedido, poco a poco sus manos bajaron las mías y nuestras miradas se conectaron.
Su dedo pulgar acarició mi ojera inflamada y mis ojos miraron al suelo tímidos e incómodos. Él sonrió ante mi reacción y bajo su dedo hacia mis labios. Dibujo su contorno suavemente haciendome estremecer.
-Sos hermosa- susurró con su rostro cada vez más cerca mío.
Sus labios se pegaron a los míos, uniéndose, extrañandose y convirtiéndose en azúcar para mis heridas.
Así descubrí que los besos ya no valen nada si no son de su boca....
Gracias por leer

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Te Busco (Cazzu, C.R.O)
FanfictionElla esta sola, conviviendo con la ausencia de lo arrebatado, hundiendose en el barro. Hasta que él llega a su vida. "Gente sucia encontró en su ruta y al hierro y fuego aprendió a jugar" G.I.T (1984)