Te Busco (Cazzu, C.R.O)

IX

Mis piernas se apresuran en bajar de la barra e ir tras sus pasos pero él ni siquiera me mira y su cuerpo desaparece del lugar en un abrir y cerrar de ojos.
Los clientes me increpan, quieren tocar mi cuerpo y me niego pero sus manos se multiplican.
Empujo, pellizco e insulto pero es inútil su tacto ya se encuentra sobre mi piel.

Uno de los hombres del Cuervo se acerca y los aleja al gritó de que para tocar hay que pagar.
Sólo valgo eso y dude que por algún tiempo alguien pueda convencerme de lo contrario.

Entro a mi casa y el sonido de la puerta cerrandose bruscamente hace que mi mirada pérdida y mi mente distraída vuelvan a caer en la realidad.
Como si alguien hubiera apagado el modo piloto automático en el que me encontraba.

Mi piel se estrecemece y corro a llenar con agua la gran olla que utilizo para bañarme.
Me siento sucia y contaminada, la sensación se vuelve cada vez un poco más intensa.
Me desespero, saco rápidamente mi ropa y corro al baño sin importar que el agua este fría.

Refriego con fuerza cada parte de mi cuerpo, buscando borrar las huellas de esta maldita noche, dejando que la espuma del jabón penetre en mi piel.
Es inútil, la sensación sigue latente.
Hundo mi cabeza dentro de la olla con agua.
Quiero ahogarme, quiero lavar mi mente, quiero olvidar su mirada saliendo del Malva, esa mirada cargada de desilusión que tanto daño me causo y sobre todo quiero borrar para siempre la sensación de tantas manos tocando mi cuerpo.

Las lágrimas ruedan por mis mejillas, siento que estoy a punto de explotar.
Me siento sucia y sé que lamentablemente esa sensación me acompañara por algún tiempo.

Me enojo conmigo misma por tomar la decisión equivocada, por haber elegido el sufrimiento antes que su bondad.
Y grito, grito entre sollozos para no lastimarme, para no descargar sobre mí tanto odio acumulado.

Mi cuerpo desnudo y mojado tirita de frío en el piso del baño reprimiendo las ganas de romper todo.
Me envuelvo en un toallon y me acuesto sobre el colchón.
Quedandome dormida entre tanto llanto y angustia.

Al despertar, mi cabeza arde y mis ojos se encuentran hinchados.
La cumbia colombiana retumba en las paredes de mi casa.
Miro al techo por algunos segundos juntando fuerzas para levantarme hasta que escucho el sonido de su risa.

Quizás sólo sea producto de mi imaginación, un mecanismo de defensa contra la angustia.

Me acercó a la ventana y su presencia es real. Tan real como la vergüenza que siento.
Me visto, junto valor y salgo a encararlo.

Nada se pierde cuando todo esta perdido.

-¿Podemos hablar?- pregunté esquivando la mirada.

-No, esta bien. No hace falta- respondió con total frialdad.

-Por favor- suplique.

Tomás asintió e ingresamos a mi casa.
Su rostro lucía cansado, sus ojos rojos y su pelo olía a tabaco.
Es obvio que todavía no durmió y eso me atormentaba aún más.
¿Dónde pasó la noche? ¿Pensó en mí tanto como yo en él?

-Perdón por no ir al bar.

-No pasa nada, me hubiera gustado que avisaras. Nada más.

-Te quiero explicar lo que pasó anoche.

-No tenes nada que explicar, tengo todo muy claro- respondió brindandome su mejor cara de desagrado- fui un estúpido al pensar que te podía ayudar a salir, no se de que si parece que te encanta estar en ese lugar.

-No sabes lo que decis. Además no seas hipócrita ¿vos que hacías ahí?

-Yo fui por vos, sabes anoche Homer me aviso que te vio así vestida me asuste, pense que algo malo te había pasado y no dude un segundo en ir a buscarte. Pense que te iba a encontrar asustada pero cuando llegué te vi hablandole al oído a ese tipo y sonreias- su voz se vuelve más rasposa- Sonreias tan linda como me sonreís a mí. Ahí me di cuenta lo pelotudo que fui.

Sus palabras se clavaban como dagas en mi alma y las lágrimas no demoraron en salir.
Si tan sólo supieras que esta es la vida que debo seguir y no la que quiero.

-Estas siendo injusto, no sabes por qué llegue al Malva.

-No se porque llegaste pero si sé porque volves. Yo te ofrecí un trabajo, te ofrecí mi ayuda pero preferis volver a ese putero barato. Preferís venderte a ese hijo de puta y esta bien no te juzgo, pero por favor no me llores más. Yo pensaba que eras una nena asustada fingiendo ser fuerte pero en realidad sos una perra fingiendo estar asustada.

Tomás escupe cada una de sus palabras con rencor como si estuviera totalmente arrepentido de todo el tiempo perdido, como si de pronto yo me hubiera convertido en una gran farsa para él, una puta que sólo se hace la víctima. 

Y lloro, lloro porque duele pero también lloro de rabia por sentir que esta es la historia de mi vida, porque nadie nunca cree ni escucha lo que digo, porque al final siempre estoy sola.

-¿Por qué tenes que tratarme así? No tenes derecho, no sabes nada de mí. Ni siquiera me dejas explicarte- respondí entre sollozos.

-No quiero que me expliques nada, la verdad es que despues de lo que vi ya no me pareces creíble. Asi que por favor deja de jugar a la victima y no llores más. Admiti que esta es la vida que te gusta.

Mi mirada se nubla y siento la violencia en mis venas. Arranco con fuerza la foto que esta pegada en la pared para colocarla en las manos de Tomás.
Él me mira alterado sin entender mi reacción, quizás ya enloqueci y no me di cuenta.

-Te la presento Martina Cazzuchelli, tenia 16 años cuando unos cerdos hijos de la mierda la arrastraron hasta un auto. Hace tres años que vengo recorriendo de norte a sur buscandola en los prostibulos más denigrantes de este país. No tenes ni idea de las cosas que tuve que pasar, hambre, frío, miedo, humillaciones. Hice cosas que jamás creí que haría y lo hice por ella, porque me prometí que haría cualquier cosa para encontrarla. ¿De verdad pensas que estoy feliz con esta vida de mierda?

-Julieta, yo...- respondió atónito.

-Callate, no te quiero escuchar. Ahora por favor andate de mi casa y no vuelvas nunca más.

Arranque la foto de sus manos y lo empuje hacia la salida.
La ira me había cegado tanto que creí que iba a explotar.

Y explote, por fin explote y casi que no queda nada sano en mi camino.
Ni siquiera él.

........
Gracias por leerme❤