XIV

677 64 22
                                        

La lluvia intensa caía con fuerza, mientras el viento amenazaba con despojarme de las finas chapas que cubrían el techo. 

La furia de la naturaleza parecía más grande dentro de esas cuatro paredes o quizas era a causa de mezclarse con mi tormenta interior.
No lo sabía, pero me hacía sentir chiquita.

La luz de una casi acabada vela era mi única compañia en medio de las tormentas que me acechaban.
Esa vela de tonos rojos y verdes que encendia cada 19 del mes para implorarle a San Expedito un poco de misericordia.

Los meses pasaban y la vela comenzaba a consumirse pero los milagros no llegaban. Al contrario, cada vez parecían alejarse más.

Sin embargo, no podía enojarme, ni tirar las velas, ni deshacerme del rosario que acompañaba la foto de Martina.
Sabía que en el fondo todo eso me protegía o por lo menos así lo sentía yo.
Como ángeles cuidandome entre tantas serpientes.

Me daba fuerzas, me hacía sentir un poco más acompañada entre tanta soledad y también sabía que ahora las necesitaria más que nunca.

En medio del diluvio, un golpe al otro lado de la puerta me alteró y la navaja como siempre se convierte en fiel defensora.

Mis músculos se tensaron hasta que el estallido de su voz grave me permitió reconocerlo.

-¡Julieta! ¡Abrime, soy yo!- gritó Tomás mientras golpeaba la puerta.

Su pelo verde y su campera de jeans chorreaban agua por todas partes que él trataba de escurrir con sus manos mientras entraba a mi casa.

-Pensé que no ibas a venir más- expresé acercandole un toallon.

-¿Y por qué pensaste eso? Te dije que nos veíamos después- preguntó confundido.

-Tu cara no decía lo mismo.

-Bueno es la única que tengo- suspiró algo fastidiado.

-No me creiste ¿no? Lo de Joaquín.

-No es que no te crea. Yo te creo a vos pero no sé. Yo le vi la cara a ese tipo, vi como te miraba y me parece que hay algo que no me estas contando.

-¿Y eso que importa? Lo único que tenes que saber es que Joaquín se fue.

-¿A qué te referís con que se fue? ¿A Jujuy?

-No. Me soltó la mano.

-¿Qué? Pero no puede hacer eso. ¿No es él quien te consigue toda la información?

-Si, pero me dijo que él no hace caridad y yo no tengo nada para darle

-¿Ese enfermo de mierda te pidió algo a cambio Julieta?- preguntó frunciendo el ceño.

-No hizo falta. Se dió cuenta de que nunca podría llegar a nada conmigo por eso se fue. Y tiene razón, no tiene por que ayudarme. ¿Por qué lo haría si no va a recibir nada a cambio?

-No digas eso, las cosas no son así- suspiró- Si alguien te quiere ayudar lo va a hacer de corazón no para recibir algo.

-No Tomás. Joaquín tiene razón, yo soy una tarada que sigue creyendo en las personas. Nadie me va a querer ayudar gratis- reí con amargura.

-¿Y yo que soy?

-Vos también te fuiste.

-Pero volví y voy a volver siempre- expresó acariciando mis mejillas con sus pulgares -Más allá de lo que pase o no pase entre nosotros, ahora que conozco tu historia quiero que sepas que vas a contar conmigo siempre. Voy a estar para ayudarte.

Sus brazos rodearon mi cuerpo y me aferre a esa espalda como la noche se aferra a la lluvia.
Algunas gotas continuaban deslizandose por su pelo revuelto y la luz de la vela hacía brillar sus ojos volviéndo más encantadoras cada una de sus facciones.

-Ponete las zapatillas y una campera que nos vamos- susurró mientras su aliento chocaba con el mío.

-¿Cómo que nos vamos? ¿Adónde? Esta lloviendo mucho.

-A mi casa- sonrió y lo miré extrañada- No me mires así, no te podes quedar a dormir acá con la tormenta que hay, sin luz y mucho menos en ese colchón húmedo.

-Pero no hace falta Tomás, ya estoy acostumbrada.

-Te vas a enfermar en este lugar tan húmedo, tenes que empezar a cuidarte un poco y no acepto un no como respuesta- sentenció antes de irnos.

Las casas suelen decir mucho de quienes viven en ellas, siempre creí que permitían conocer un poco más las personas. Es por eso que no quería perderme ningún detalle de la enorme casa que Tomás compartía con su padre.

Tomamos una sopa de calabaza caliente sentados en un cómodo sommier que seguramente valía mucho más que todas mis posesiones juntas.

El olor a comida casera me hizo viajar a mi niñez, a los brazos de mi abuela y las caricias de mi madre.
Aquellos tiempos en que todo era paz, en que los problemas siempre tenían solución y no existían dolores que no puedan curarse con risas.

Quisiera volver a esos días donde la única maldad que conocía eran los pellizcos de mi hermana menor.

-¿Le dejaste sopa para tu papá?- indague.

-No, no va a venir a dormir. Se queda en la casa de su novia. Asi que tenemos la casa para los dos- respondió dejando un beso en mis labios.

-Bueno mejor, me daría mucha vergüenza que me vea acá después de que lo deje plantado el primer día de trabajo.

-No te preocupes por eso. Yo le dije que tuviste un problema.

-¿Él sabe donde me conociste?

-No, solamente le dije que eras una amiga.

-No me gustaría que sepa.

-Esta bien, yo no voy a decir nada tus secretos estan seguros conmigo- respondió besandome nuevamente.

Tomás prendió el televisor de pantalla plana y aunque era la primera vez que vería televisión en mucho tiempo no lograba concentrarme.
La última frase que él con su amabilidad había pronunciado no dejaba de retumbar en mi mente.

Tomás conocía mis secretos, le había contado cosas que nadie sabia, había abierto mi corazón pero él seguía siendo un misterio para mí.

La confianza que había despositado en él era puro instinto.
No sabía quien era ni hacia donde iba.

Lo observaba reirse con la comedia en la televisión y millones de interrogantes surgían.

-¿Qué pasa que estas tan pensativa?- preguntó cuando la película terminó.

-Nada, estaba pensado que vos sabes mucho de mí y yo no se nada de vos.

-¿Y qué es lo que querés saber de mí?

-Hay una pregunta que quiero hacerte.

-Podes hacerme la pregunta que quieras- expresó besando mi mano.

-El día que nos conocimos ¿Qué estabas haciendo en ese lugar?- pregunté y por primera vez lo vi ponerse nervioso.

-¿Y a vos que te parece? Fui a escabiar y a coger, como todos.

-Pero vos no sos como todos, yo creo que hay algo más que no me estas contando.

-Hay cosas de las que es mejor no hablar.

Estaba tenso como nunca antes lo habia visto, besó mis labios y después de un susurrado hasta mañana se acostó dandome la espalda. Dejandome con más dudas que certezas.

¿Cuál es el secreto que se oculta tras tu sonrisa?

Te Busco (Cazzu, C.R.O)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora