II

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El sol se asoma lentamente tras las nubes.
El amanecer es tan cruel en este lugar. La claridad devela lo que la noche oculta.
Los clientes regresan a sus hogares, fingiendo que nada paso.

Las trabajadoras sexuales deben limpiar las habitaciones borrando las huellas de una noche prohibida. Contando los pocos pesos que el proxeneta les reparte.

Y yo, yo debo volver a casa otra vez con las manos vacías.

Me pongo un joggin sobre las medias de red y guardo la minifalda en mi mochila de tela, campera con capucha y mi cuerpo agradece que lo proteja del frío.

Huyo del lugar sin saludar a nadie. Tratando de pasar desapercibida. Evitando dar explicaciones que puedan perjudicar mi búsqueda.

Para mi mala suerte, el dueño del prostíbulo Malva me espera en la puerta.

-¿A dónde vas tan rápido? Vos me debes una explicación a mí. ¿Cómo puede ser que en toda la noche no vino ni un cliente a pagarme tus servicios?- preguntó ofuscado.

-Perdón Cuervo, no pude.

-¿Vos me estas jodiendo? ¿Se puede saber que mierda estuviste haciendo toda la noche?

El Cuervo es un hombre de unos 35 años de edad, paso firme y mirada fría. Siempre anda con el celular en su mano, fierro en la cintura y uno o dos matones custodiandolo. Tan típico de estas ratas.
Lo conozco hace relativamente poco, cuando una pista sobre el secuestro de mi hermana me trajo a este barrio marginado de Buenos Aires.

Sin embargo, mi experiencia moviendome en este ambiente me dice que es la clase de tipo con el que no se jode.

Digamos que tiene el culo bastante sucio y enterarse de quién soy en realidad me convierte en un gran problema para él y para el Malva.

Problema que no dudaría en eliminar.

Terminar en el río con un tiro en la frente es una gran posibilidad. No sería la primera ni la última.

Él me mira amenazante esperando que conteste mientras mi mente se apresura en buscar una respuesta convincente que me aleje del peligro.

-Estuvo conmigo- responde una voz masculina detras mío- acá está la plata.

Volteo sorprendida y observo al chico de pelo verde y ropa deportiva hurgando en su billetera. Lo analizo con la mirada tratando de entender que esta pasando.

Parece bastante joven y tiene algunos tatuajes en su rostro. Su actitud me inspira calma.
Un estilo bastante alejado del target de viejo verde que viene a este tipo de puteros.

Los ojos del Cuervo se iluminan al ver tanta cantidad de billetes y olvida por completo que estaba a punto de matarme.

El joven se aleja sin siquiera mirarme.

-¿Venis mañana morocha?- preguntó el Cuervo contando los jaguares.

-No, creo que esto no es para mí.

-¿Qué decís? Este pibe pago 10 veces más de lo que se cobra un polvo. No me quiero imaginar como la chupas- respondió entusiasmado.

-No es lo mío...

-Bueno agradece que estoy de buen humor pero tomatelas ya, antes de que me arrepienta- respondió amenazante colocando un pequeño fajo de billetes entre mis pechos.

Rápidamente me dirigí hacia la parada de colectivo. Aún sin entender que había pasado.

Al llegar, el joven misterioso se encontraba allí encendiendo un cigarrillo.
Me mira pero no dice nada.
Estira su mano derecha ofreciendome de su nicotina.
La acepto con desconfianza, tratando de descifrar que trama.
Si algo aprendí en estos tres años es que nadie es lo que parece.

-Gracias ¿no?- dice con una sonrisa- soy Tomás.

-¿Qué querés?- respondí escéptica.

-Nada, tranquila.

-¿Y por qué hiciste eso?

-No se, quise ayudar. Parecía que estabas en una situación complicada.

-¿Por qué querrías ayudarme? ¿Qué ganas? Te aviso que no voy a coger con vos si es lo que esperas- respondí a la defensiva devolviendole el cigarrillo.

El tatuado soltó una risa y dió una larga pitada al cigarrillo. Luego de unos segundos pasa sus dedos por su cabello dejando ver con mayor claridad su rostro.

-¿Puedo saber por qué entraste a la habitación cuando estaba por ponerla?- pregunta con la misma cara de confundido que puso cuando entre a la habitación.

-Me confundí de puta- respondí esquivando la mirada.

-Al final pagué por dos prostitutas y no me cogí a nadie- comenta sentandose en el banco de la parada.

-En realidad con el vagón de plata que entregaste recién pagaste como por 15- respondí riendo al ver su cara de sorpresa- Nunca antes habías pagado por sexo ¿no?

-No, nunca...- respondió seguramente pensando en toda la plata que le regaló al proxeneta.

-Esta bien, sos muy joven para ese lugar.

-¿Muy joven? ¿Qué sos mi abuela?

-No, pero la mayoría de los clientes son chabones casados con hijos. Viejos pajeros.

-¿Y por eso no te cogiste a ninguno anoche?

-Eso no te importa

-Si me importa, quiero saber por qué tuve que poner plata para que no te maten.

-Nadie te pidió nada.

-Bueno, entonces voy a decirle a tu jefe que es todo mentira. Vas a tener que esconderte bien para que ese bobo no te encuentre- respondió levantandose del banco.

-Esta bien, vos ganas. Soy nueva en esto, fue mi primer noche y no pude cogerme a nadie- respondí deteniendolo.

-No te creo, vi como te movias anoche y estoy seguro que ya estuviste en lugares así.

-No me importa si no me crees.

El colectivo llegó a la parada y subí sin despedirme ni mirar atrás.

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Amo mucho esta novela❤ cuentenme que les parece.

Te Busco (Cazzu, C.R.O)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora