La primera semana había sido la más dura. Me sentía como un adicto a alguna droga intentando desintoxicarse. Lo único que quería o necesitaba para estar mejor, era lo que me había llevado a esta situación.
Habían vuelto a convertir mi antigua habitación, que ahora era el despacho de Adam, en una habitación. Jeremy se había ofrecido a coger mis cosas del apartamento de Zayn.
Zayn había llamado varias veces, pero no había contestado ninguna. Era demasiado pronto para hablar. Seguía doliendo.
También había estado mandando margaritas al trabajo. Sabía que me encantaban y supe que eran de él, al instante en el que el repartidor entró a la tienda. Tres ramos de margaritas con tres notas diferentes. Las notas siempre eran las mismas:
Te quiero
Lo siento
Para siempreHabía recibido con añoranza las margaritas todas las mañanas, y los cafés que llegaban a las cuatro en punto. Echaba muchísimo de menos a Zayn.
Alberto había estado esperándome fuera todas las tardes, para llevarme al orfanato y de vuelta a mi apartamento. Intenté rechazarle el primer día, pero volvió a aparecer al día siguiente, y al siguiente.
Cuando accedí a que me llevara, al tercer día, le pregunté por Zayn. Según Alberto, no había salido del apartamento. Trabajaba desde ahí.La segunda semana, me obligué a dejar de llorar. Mis lágrimas no me iban a llevar a ninguna parte. Lo único que podía hacer, era tratar de dejarlo en el pasado. Y cuanto antes lo hiciera, antes podría volver con Zayn.
Jeremy intentó sacarme de fiesta, pero no me resultaba tan atractivo como antes. Lo único que quería hacer, era quedarme en casa, leyendo y esperando a que el día acabara de una vez.
Las llamadas de Zayn habían dejado de ser a todas horas, ahora sólo llamaba dos veces al día. Una por la mañana, y otra llamada por la noche, justo antes de meterme en la cama.La tercera semana empecé a tener náuseas por las mañanas. No les di mucha importancia, probablemente era por la comida que estaba comiendo últimamente.
Había dejado de llorar y como distracción del dolor y la sensación de vacío, me había propuesto aprender español. Iba a volver a Madrid y ahora tenía muchas más ganas de volver, para ver a Ben, que había empezado a trabajar ahí.
Estuve buscando excusas para poder ir a ver a Zayn. Le echaba muchísimo de menos y prácticamente ya no dolía tanto.
Estaba preparada para verle, pero mis excusas eran tonterías. Aunque también podría plantarme en su apartamento y decirle que seguía queriéndole, que mis heridas habían cicatrizado y que, si él quería, estaba lista para volver.La cuarta semana, fui al médico a que me recetaran algo para las náuseas. Pero un tubo de sangre después y varias uñas mordidas, los resultados del análisis decían que estaba embarazada.
Esa semana no pegué ojo y tampoco había ido a la tienda. Al parecer, Alberto había estado yendo a la tienda, y al no verme, se había preocupado y también había preocupado a Zayn.
Porque se presentó en el apartamento, con el ceño fruncido. Iba vestido con un pantalón de chándal gris, y una sudadera negra. Pocas veces había salido de su apartamento sin llevar un traje. Tampoco se había afeitado. Tenía una barba corta, pero notable.
Parecía cansado. Tenía unas ojeras notables bajo los ojos, no dormía bien.- ¿Estás bien? Alberto me ha dicho que no has estado yendo a trabajar, ni al orfanato- sonaba preocupado y su mirada buscaba alguna herida visible.
- Estoy bien- intenté sonar lo más impasible
- Bien, sólo quería estar seguro. ¿Estás comiendo bien?¿Has recibido mis flores y cafés?