27.-Aquel día (pt.1)

275 24 3
                                    



Narración omniscente


Otro día igual. El llanto de Yonaka era acogido por su almohada, como de costumbre. Porque no tenía a nadie a quien llorarle, a nadie en quien confiar.

Tenía prohibido salir de casa. Su madre  la tenía encerrada en su habitación, una vez más, por haberla visto volviendo a casa con aquellos séis.

Aún tenía marcas de arañazos y la rojez de la bofetada que le había propinado su madre. Sus gafas, torcidas y casi rotas, estaban depositadas sobre la mesa.

Tumbada en la cama, observó su teléfono. El número de Todomatsu estaba registrado en él.

¿Pero qué iba a hacer? ¿Llamarlo simplemente y contarle qué? ¿Lo mismo de siempre? Era la misma historia, la de todos los días. Estaba realmente harta de tener que explicar eso una y otra vez.

Pero todo era por su culpa. Sí, culpa suya y de nadie más. De los carceleros con los que vivía.

Un fuerte sentimiento de ira y frustración recorrió su cuerpo, y, abrumada por la necesidad de apoyo emocional, marcó el número de su amigo, pero nadie respondió.


•Yonaka: No... Sniff... Oh, vamos... —musitó con la voz quebrada, a punto de llorar. Miró al suelo y fruncó el ceño. Entonces, entre lágrimas, dio un puñetazo al escritorio con un grito furioso— ¡NO ME JODAS!


En ese momento, aquella voz de entre la oscuridad de la calle alzó su tono de nuevo con un aire sereno.

Iluminado por la luz de una farola, Tougou llamó la atención de la chica.


•Tougou: ¡Hey, muy buenas, pequeña Yonaka! —saludó desde fuera con una sonrisa alegre.

•Tougou: ¡Hey, muy buenas, pequeña Yonaka!  —saludó desde fuera con una sonrisa alegre

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


•Yonaka: ¡A-ah, señor Tougou! —contestó secándose las lágrimas apresuradamente mientras se asomaba a la ventana, sorprendida— ¿Qué hace usted aquí?


El hombre rió de forma tranquila, y se rascó la cabeza.


•Tougou: Verás, Yonaka —hizo una pausa—, he escuchado toda la discusión con tu madre.


Yonaka trató de responder con nerviosismo, pero Tougou le interrumpió para continuar con su frase.


•Tougou: Hey, no pasa nada, querida, no hay de qué avergonzarse —continuó en un tono tranquilizador—. Oye, ¿qué tal si vamos por un helado y te desahogas?

¿Qué tienen de bueno seis ninis vírgenes?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora