Mackster
—¡Dios mío! —grita Vanesa, que acaba de desempañar el vidrio de otra cápsula. Se lleva la mano a la boca. Duda unos instantes y camina hacia las del centro del salón. No necesito preguntarle, sé que es el lugar donde está su banco.
Me acerco a ella; acaba de quitar la humedad del vidrio. Detrás del cristal veo el rostro de mi amiga en un sueño profundo.
—¡La puta madre! —retrocedo temblando y me choco con Astrid e Ismael.
Vanesa se pone a gritar, golpea y sacude la cápsula, nerviosa.
—Vane, calmate. ¡Calmate! —le digo.
Se aleja unos pasos y extiende su mano verde, que chispea apuntando hacia la base del artefacto. Dispara. La estructura se descompone y se abre... La Vanesa que está del otro lado despierta. Gritamos, cuando se cubre de luz y se libera de los cables. Vuela hacia su contraparte y se convierte en un tornado que la envuelve mientras entra en ella a través del pecho.
Vanesa se tambalea, así que corro para atajarla.
Unos segundos después, abre los ojos y se incorpora, llevándose una mano a la cabeza.
—¿Estás bien?
—Sí. De hecho, mejor —dice, con los dedos apoyados en la sien—. El cansancio que estuve sintiendo estas semanas no fue porque sí... ¡Mackster, esos dobles son fragmentos de nuestras almas! A través de ellos, los enemigos absorben la energía y enferman a los alumnos del Applegate.
—¿Saben con qué nos estamos enfrentando? —pregunta Astrid.
—No. Solo los vimos en visiones, como unas figuras oscuras —le explico—. Tenemos que liberar a estos fragmentos de alma. ¿Cómo lo hacemos?
—Destruyamos el lugar —sugiere Astrid.
—Esperen... El fragmento de mi alma se reintegró a mí porque estoy acá —dice Vanesa—. Pero ¿qué va a pasar con los otros? ¿Van a poder llegar desde acá a sus contrapartes en nuestra dimensión?
—Esa es una buena pregunta —comenta Ismael.
—Después vemos —afirmo—. Astrid tiene razón: hay que destruir este lugar. Si existe en la zona crepuscular es porque lo que sea que nos está parasitando lo creó para eso. Una vez que lo hayamos derribado, tal vez podamos guiar a los fragmentos de almas para que regresen a su ser.
—¿Tal vez? ¿Sabés cómo hacer eso? —pregunta Vanesa.
—No, pero si no intentamos liberarlos ahora, van a terminar muriendo igual.
—Apoyo tu idea —dice Ismael.
Vanesa suspira y mira hacia el piso. Astrid se cruza de brazos, impaciente.
—Hagámoslo. —Apunto mis manos hacia las cápsulas y el resto me imita.
Empezamos a disparar. Astrid lanza llamaradas mientras Ismael hace aparecer un escudo transparente que deja pasar nuestros rayos y nos protege de las explosiones de las máquinas infernales.
Una vez libres, los fragmentos de alma salen y flotan sobre los restos de los aparatos. Algunos continúan dormidos, otros están semiconscientes y muchos despiertan y huyen a través de la puerta hacia el pasillo.
Salimos corriendo del aula.
—¡Vamos a mi curso! —les indico.
En ese instante, escuchamos varios chillidos. Un grupo de monstruos blancos viene hacia nosotros.
Vanesa tensa una flecha en su arco, Astrid blande su espada encendida en fuego y yo aprieto mi hacha con fuerza. Ismael materializa su espada una vez más. Grito y me lanzo hacia las criaturas, sin mirar atrás, para liderar una pelea a todo o nada.
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Somos Arcanos 2: Secretos que nos unen
Science FictionBruno encontró a su verdadero maestro, pero eso no significa que ser un arcano se haya vuelto más fácil. Y si bien el destino planea que él y Débora se crucen bajo sus formas sobrenaturales, será responsabilidad de ambos descubrir los secretos que l...