24. Una guía hacia el otro lado

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La noche solar, la noche sol, la noche,

la noche solar, la noche sol.

La oscuridad brilla en la noche solar.

Débora

—Soy una exploradora, una viajera. —Llevo una capa hecha de sombras y una armadura plateada. Extiendo mis alas de piel negra bajo la luz de las dos lunas—. Quiero conocer más acerca de los humanos y de los otros mundos. Me están llamando con sus invocaciones, puedo sentirlos.

—Esa etapa se terminó, ya lo sabes —me dice el dios barbudo de cuerpo ancho y cabello celeste. Viste un traje azul.

—Podríamos volver a ayudarlos a enfrentar la oscuridad, como antes. —Lo tomo de las manos y llego a ver sus brazaletes turquesa.

—Por favor, no lo hagas —insiste—. Él no lo permitirá. Quedémonos en el Ghonteom.

Nos envuelve una llamarada azulada que me ciega.

—¡Despertate, Débora! —Ahora me habla otra voz, de mujer.

Me levanto de la cama y miro alrededor. ¿Quién es? Mi cuarto está vacío.

—¡Débora!

La encuentro al otro lado del espejo: la Dama Plateada. Avanzo, todavía medio dormida, hacia ella.

—¿Qué querés?

—Mackster y Vanesa están en peligro —me dice.

Un frío recorre toda mi aura, pero igual dudo de ella.

—¿Cómo sé que no mentís? No confío en vos.

—En la que no confías es en vos misma.

Nos miramos de arriba abajo y tiemblo.

—¡Apurate, Débora! ¡Es urgente! Tenés que ir con Bruno hasta el Applegate ya mismo.

—Está bien. Pero antes, decime qué buscamos en Costa Santa.

—Algo que, en parte, ya encontramos...

Parpadeo y termino de despertarme. Vuelvo a ver mi reflejo humano en el espejo.

Llamo por celular a Bruno. Mi voz debe sonar desesperada, porque en menos de cinco minutos llega a mi casa y volamos hacia el Instituto Applegate.

Planeamos en círculos alrededor del edificio, buscando alguna ventana abierta por la que podamos entrar. Luego de un rato, encontramos una y aterrizamos con agilidad en el alféizar. Bruno pasa primero.

Una vez adentro, nos damos cuenta de que estamos en el laboratorio de ciencias naturales. Me da escalofríos cuando paso por una vitrina con animales y órganos en frascos con formol.

Salimos al pasillo, iluminados por la luz que proyecto con mis manos. En cuanto encontramos un interruptor, prendo las lámparas. El Applegate es enorme. Parece una de esas mansiones antiguas de las películas de época.

Después de varios minutos en silencio, Bruno se pone inquieto.

—¿Segura que están acá? Parece vacío.

—No sé.

—¿Cómo? ¿Ahora no sabés? —Bruno se refriega los ojos y suspira—. Perdón. Me mata el sueño... ¿No habías tenido una visión?

—Más o menos... Te dije eso para que te despertaras rápido. En realidad, alguien me advirtió en un sueño que necesitaban ayuda.

—¿Quién?

—No sé, Bruno. No me acuerdo bien.

Me mira con los ojos entrecerrados. Sabe que le miento. Igual, no pienso hablarle de la Dama Plateada justo ahora.

—Sos consciente de que puede ser una trampa, ¿no? —me advierte—. Menos mal que estamos transformados... Seguro que en cualquier momento nos atacan. Deberíamos haber llamado a los chicos antes de venir.

—¿A las tres de la mañana? ¿Querés matar de un infarto a sus familias?

Bruno bufa y asiente. Seguimos caminando. Prendemos varias luces, hasta que llegamos a un pasillo donde las lámparas titilan.

—Seguro los serenos van a venir en cualquier momento —comenta.

—Si pasa eso, los desmayamos de un golpe, amor.

Frunce el ceño. Está por decir algo, pero se interrumpe cuando me detengo frente a la puerta vidriada de un aula. Desde el reflejo, me observa la Dama Plateada, pero hay algo más detrás de ella... otro paisaje; una versión del edificio repleta de sombras, con cables chispeantes en las paredes.

De pronto, me doy cuenta de lo que tengo que hacer. Tomo a Bruno de la mano y apoyo la otra en el vidrio.

—¿Qué pasa? —pregunta.

Las luces se apagan.

Cuando vuelven a encenderse, el Applegate parece haberse convertido en el mismísimo infierno.

Cuando vuelven a encenderse, el Applegate parece haberse convertido en el mismísimo infierno

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Débora


Somos Arcanos 2: Secretos que nos unenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora