Bruno
El viernes, durante el recreo, Anabella y Simón reparten volantes de una muestra que van a hacer los talleres de Teatro de distintos colegios de Costa Santa.
La mayoría agarra uno por compromiso, para después hacerlo un bollo o guardarlo sin interés en la mochila. Andrés y Juan se burlan de ellos, Simón se ríe, calmando a Anabella. Él se va a repartirlos afuera del salón.
Cuando Ana llega hasta Débora, que está sentada a mi lado, mi novia toma el volante con una sonrisa.
—Vamos a ir —asegura—. También participan Mackster e Ismael. —Me codea y señala el nombre del Instituto Applegate en el papel.
—Es verdad, le prometí a Mackster que íbamos a comprar entradas. No sabía que nuestra escuela participaba.
—Te lo dijo Ismael, ¿no te acordás?
—Quizás no le presté atención —admito.
—Gracias, chicos, me va a encantar verlos allá —asegura Anabella y se acomoda el flequillo antes de ir rápido al pasillo a repartir más volantes.
Le doy un beso a Débora y bajo a comprar al kiosco. En la fila, me cruzo a Javier. Le cuento sobre la muestra del sábado.
—¿Querés ir? De paso, podés conocer en persona a Mackster, Ismael y Vanesa.
—Eh... tengo algo que hacer el sábado. —Aparenta frialdad, aunque noto que esconde emoción en su mirada—. Pero si salen más tarde, me puedo sumar. ¿Tipo nueve de la noche?
—Genial. Arreglamos por celular.
—Dale. —Sonríe.
Compramos jugos y galletitas en el kiosco. Me siento feliz porque Javier pueda conocer a mis amigos arcanos. Mientras regresamos al aula, pienso que estaría bueno integrarlo al grupo.
Quizás no sea tan importante mantener nuestro secreto y podamos contárselo. Recuerdo que Mackster me dijo que algunas de sus compañeras se acuerdan de la batalla en el Applegate, que los aceptan y les agradecen por haber salvado a todos. Tal vez en el futuro pase lo mismo con mis amigos del colegio.
Si Mackster salió del clóset y pude entenderlo, al igual que a Gaspar y a León, superando todos los miedos que la sociedad crea hacia quienes son diferentes, creo que Javier, que es mi mejor amigo, va a comprenderme también como arcano. Y, si en algún momento queda en peligro por saber nuestro secreto, estoy dispuesto a defenderlo sin importar lo que cueste.
Cuando regresamos al curso, Débora nos ayuda a juntar nuestro banco con el de ella y sus amigas. Abrimos los paquetes de galletitas y los ponemos en el medio. Llegan Laura, Diana y Simón. Incluso se suman Anabella y Mariza, con la que Débora tuvo sus roces a principio de año. Juan trae un termo con agua caliente y Andrés prepara el mate. Comienza la ronda.
***
Estoy junto a Débora y a Vanesa en el hall del teatro municipal de Costa Santa. Esperamos a que Mackster e Ismael salgan de los camerinos. El lugar se encuentra decorado con afiches de obras de teatro clásicas que brillan, enmarcados por pequeñas lámparas. Estamos apretujados porque se llenó de personas: conocidos y amigos de los estudiantes de Teatro de cada colegio. Primero pasó el taller del Instituto San Roque, nuestra escuela, y pudimos ver a Anabella y a Simón actuando con dos chicas. Mackster, Isma y sus compañeras del Applegate fueron últimos.
—¿Cuándo salen? Ya me tiene harta esta gente que empuja —se queja Vane en tono fuerte para que todos la oigan.
—Paciencia... —le digo, ruborizado por la cara de pocos amigos que me regala una señora mayor que la escuchó quejarse—. Por suerte, nos pusimos bien adelante.
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Somos Arcanos 2: Secretos que nos unen
Science FictionBruno encontró a su verdadero maestro, pero eso no significa que ser un arcano se haya vuelto más fácil. Y si bien el destino planea que él y Débora se crucen bajo sus formas sobrenaturales, será responsabilidad de ambos descubrir los secretos que l...