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Iba de camino a la base, habían terminado las clases por hoy, desde ayer al fin puedo caminar sin las muletas.

— hey... lindura... — me habló un hombre, no otra vez. — ¿me recuerdas? — no respondí y seguí caminando pero apareció otro hombre bloqueándome el paso, tenía la misma expresión que el otro. — no te podrás escapar, nena.

— ¡ayuda! — grité. — Maya, pide ayuda.

— enseguida. — respondió, traté de defenderme pero el segundo hombre era bastante fuerte.

— déjenla en paz. — llegó Spiderman lanzándoles telarañas y los dejó atrapados. — ¿estás bien?

— siempre llegas arruinándome todo.

— cómo debe de ser. — me tomó de la cintura, lanzó una telaraña y nos fuimos.

A unas cuadras más adelante nos detuvimos y me bajó, él sólo se puso de cabeza.

— gracias, Spiderman.

— no es nada, Alisha. — sonreí.

— creo decir gracias no es suficiente. — le dije. — ¿puedo? — pregunté acercando mis manos a su máscara.

— claro... — descubrí hasta la nariz y me fui acercando hasta besarlo.

— que linda forma de agradecer. — sonreí. —me alegro que sepas que soy yo. — reí y volví a besarlo pero éste beso duró más. — espera... — me separé y bajó. — listo. — me tomó de la cintura y me atrajo a él para besarme de nuevo.

— ¿qué pasó? — preguntó papá llegando, bueno, su armadura. — recibí el mensaje que Maya envió pidiendo ayuda.

— estaba en problemas pero Peter me ayudó.

— era el mismo de las veces pasadas pero ahora junto a otro. — dijo y lo miré. — no le contaste, ¿verdad? — negué.

— lo hice para que no se preocupara.

— lo siento, linda.

— gracias, niño. — le dijo, bajó y abrió el casco de la armadura. — bien, estás a salvo. — dejó caer su mano en mi hombro. — bien, debo volver al complejo, sería mejor que ambos también lo hicieran.

— en un rato vamos. — dije.

— bien, te amo, cariño.

— yo más, papá. — besó mi mejilla, se volvió a poner el casco y se fue.

— ¿le seguimos? — asentí y lo volví a besar.

Él me volvió a tomar de la cintura, bajó sus manos y me alzó, rodee mis piernas en su cintura y se volteó para dejarme contra la pared.

— hey tranquilo, amor. — dije y me bajó. — sí deberíamos volver al complejo.

— yo debo volver al departamento.

— bien, gracias por lo de hace rato.

— no es nada, linda. — lo besé y se fue.

Suspiré, no es la primera vez que me pasaba, tal vez esta era la cuarta vez que trataban de hacerme algo. Saqué el celular que Steve me mandó, siempre lo tengo en el bolsillo. Suspiré, lo abrí y lo prendí. Con sólo presionar el botón llamaré a Steve.

Hazlo, vamos, Alisha, tú sabes que quieres hablar con él, pensé y presioné el botón.

— ¿Alisha?

— hola Steve. — dije.

— hola, ¿cómo has estado?

— bien, he... estado bien, ¿y tú?

La hija de StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora