Era domingo, ya había pasado un día desde que Renjun me buscó en aquel parque de diversiones.
No tenía ni una llamada perdida o mensaje proveniente de Jaemin.
Tal vez irme a China sería lo mejor, gracias a esto me di cuenta que en realidad no era nada para él y aquellas lágrimas fueron mentira, como todo.
Estaba mirando hacia la ventana de aquel taxi, junto a Renjun y mis padres. El aeropuerto quedaba a una hora de casa, por lo que me puse los auriculares para solo escuchar música y sentir que estaba en una película sin algún final feliz.
Y así fue, pasó la hora tan rápido, ni siquiera le hice caso a Renjun cuando él quisi conversar conmigo. Tendríamos todo el viaje para conversar, e incluso todo una vida, ¿Por qué ahora?
Bajamos del taxi, papá pagó lo que debía y cargamos las maletas hasta dentro del aeropuerto.
Yo no soltaba mi maleta ni en la fila para que pesen estas y vean si excedía el peso máximo o no. Pero alguien tomó mi mano e hizo que suelte mi maleta en un golpe brusco.
- ¡Deja de ser tan tonto Huan...
Era él, ¿por qué?
- ¿Creíste que no vendría a despedirme? ¿Dónde están tus papás?-preguntó mientras buscaba con la mirada.-realmente nunca pude charlas con ellos, ya sabes,como suegros hacia yerno.
Lo abracé tan fuerte como pude, no quería alejarme de él.
Jaemin solo sonreía.
Su sonrisa para mí eran como disparos que dolían solo internamente y específicamente en mi corazón.
No podía imaginar no tenerlo conmigo siempre que quisiera.
La fila se acabó y era mi turno de llevar las maletas para pesarse. Yo hacía eso mientras veía a Jaemin charlar con mis padres y Renjun, realmente ellos dos empezaban a llevarse bien.
La señorita me entregó mis maletas y dejó que siga mi camino. Debíamos subir al segundo piso y entrar a una zona solo para pasajeros, debíamos entrar a una zona donde Jaemin no podía.
Me acerqué a mis padres mientras tragaba saliva, pero ellos me vieron y apuntaron sus relojes, realmente ya era tarde.
Se despidieron de Jaemin y empezaron a subir por las escaleras eléctricas junto a Renjun. Era mi turno de despedirme de Jaemin.
Él me miró y sus ojos brillaban, tal vez, solo tal vez, eran lágrimas.
Tomó mis mejillas y acercó mi cara a la de él para depositar un beso en mis labios.
El beso fue suave y tierno, pero a la vez era el último que recibiría de Na Jaemin.
Me alejé de él y sentía que las lágrimas empezaban a luchar para salir, entonces lo dejé, lo dejé solo en medio aeropuerto. Yo debía subir a un avión directo a China.
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