Podía ver cómo subía las escaleras para poder hacer una nueva cola y por fin subir a aquel avión que la alejaría de mí tal vez, probablemente, para siempre.
Imaginar cómo sería su vida allá hacía que mi corazón doliese. Seguramente termine enamorándose de Renjun, lo cual me molestaba, pero no por el hecho de que yo no esté con ella, sino que sabía muy en el fondo que Renjun era mucho mejor partido que yo.
Hablaríamos por teléfono era lo seguro, pero ¿debería dejarla ir? No hablarle más para olvidarla, seguramente.
- ¿No va a subir las escaleras?-preguntó alguien con molestia.
Aquella voz con cierta pizca de molestia me sacó de mis pensamientos.
Negué y me hice para un lado.
Miré hacia el segundo piso y no había ningún rastro de Mei, ni de sus padres y tampoco de ese chico bajito.
Salí del aeropuerto con cabeza baja y dispuse a tomar un taxi.
Después de todo, ¿qué podía hacer?
Subí al primer taxi que paró y dispuse a mirar por las ventanas de este. Yo estaba derrotado, mi corazón dolía y las canciones románticas que el chofer reproducía no ayudaban.
- ¿Podría cambiar la emisora? Por favor.-pedí.
El chofer me miró por el espejo, para así no despegar su mirada de la carretera, y asintió.
Me recosté y cerré los ojos, pero la emisora llamó mi atención.
- ¿Busca una beca? ¿Quiere recorrer el mundo y es menor de edad? Solo necesita acercarce a nuestro centro de educación y hacer un contrato...
Realmente yo no tenía nada que perder, no tenía una verdadera familia y la única persona que importaba para mí, estaba lejos.
Debía idear todo muy bien, dedicarme al idioma, juntar dinero y todo sería posible, o eso creía.
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