Verdugo - Capítulo 1 "Pequeño mal inocente"

35 5 0
                                    

Nada se compara con la dicha de crecer en una familia llena de amor, en donde tus padres te quieren y se respetan entre ellos. Lamentablemente no fue mi caso, mis padres se conocieron en la preparatoria, se hicieron novios una semana después de haberse conocido y mi madre quedó embarazada al cumplir un mes de relación. Por ese motivo tuvieron que casarse e irse a vivir a una pequeña casa que mi abuelo le dejó a mi papá, de hecho, fue lo último que se supo de los abuelos, ya que no quisieron saber nada de mí.
Mi mamá dice que al principio papá era muy lindo, dulce y tierno. Se la pasaba consintiendola en todo y la llenaba de detalles hermosos, aunque lamentablemente cambio desde el dia en que cumplí un mes de nacido. Él empezó a llegar tarde o incluso no llegaba a la casa, le gritaba a mi mamá y no habia momento en el que no remarcara lo arrepentido que estaba por mi nacimiento.
Cuando cumplí tres años, mi mamá me compró un pastelito para celebrar conmigo, los dos solos como siempre habíamos estado desde hace mucho tiempo. Entonces llegó mi padre asquerosamente borracho y me dio de regalo de cumpleaños una golpiza tan fuerte que terminé en el hospital con daños en mi cabeza, tantos que los doctores decían que podia morir en unas horas o bien, quedaría con serios problemas físicos a causa de los daños en mi cabeza. No entiendo el porqué mi mamá no denunció a ese miserable y prefirió hacer ver todo como un brutal accidente.
Pasaron tres años desde aquel incidente y por obras del destino logré seguir mi vida sin ningún problema aparente; a pesar de ello, mi vida había sido un asco total, ya que mi padre continuó agrediendonos, abusaba de mi mamá cada que le daba la gana, dejó de trabajar y mi madre tuvo que hacerse cargo tanto de la casa como de la familia, si es que podríamos llamarnos así. En fin, para ese entonces ya estaba lleno de odio y desesperación, no era posible que un niño de seis años sintiera tantos sentimientos negativos.
Así continuó mi vida, hasta que una noche mi madre llegó del trabajo más temprano de lo normal y al subir a su habitación encontró a mi padre teniendo relaciones sexuales con otra mujer, eso terminó de romperle el corazón. Lo único que hizo fue salir corriendo y esconderse en el baño para llorar hasta que se quedó dormida.
Al llegar el amanecer, aquella mujer se fue de la casa dejando solo a mi padre y entonces comprendí que era momento de darle justicia a mi mamá. Caminé hasta la cocina, tome un par de cuchillos y subí a la habitación, ahí estaba él profundamente dormido, así que subí con cuidado a la cama y sin dudarlo le clave uno de los cuchillos en el estómago y el otro en el pecho. En ese momento se despertó tan bruscamente que sin planearlo uno de los cuchillos salió de su cuerpo y rebanó su cuello derramando toda su sangre sobre mí.
No entiendo el porqué, pero me sentía tan bien mirándolo morir lentamente, pagando por cada lágrima que le hizo derramar a mi madre, sentía un placer incomparable, tan grande que no dejaba de sonreir. Hasta el momento en que mamá entró a la habitación y al darse cuenta de lo que había pasado, me abrazó tan calidamente que me sentí como un héroe, no me sentía arrepentido por nada, el infierno que ese hombre nos hizo vivir me convirtió en un pequeño psicópata, uno que sin duda alguna volvería a matar.
Al día siguiente me despertaron unas voces que jamás había escuchado, salí de mi habitación y me encontré con un par de policías que estaban deteniendo a mi mamá por haber asesinado a su marido, de inmediato yo grité que ella era inocente y que había sido yo quien acabo con la vida de ese miserable; pero nadie me creyó, al contrario, se llevaron a la única persona que en realidad me había amado y a su vez una mujer se acercó a mí para decirme que pronto estaría en un lugar mejor... Aquella ocasión fue la última vez que el pequeño niño vio a su mamá.
Días después me llevaron a un orfanato para buscarme una nueva familia, según ellos sería una que en verdad me quisiera y me diera la mejor educación posible. En realidad no entendía lo que estaba sucediendo, pensé que por fin lograría vivir en armonía; no obstante, me encontraba en un grave error, ya que conocí a una mujer malhumorada llamada Esther, la cual desde el primer día que llegué me catalogó como el hijo de una asesina, un niño vulgar que no debería estar ahí. Por desgracia eso no fue lo peor, ya que un grupo de niños más grandes que yo, se la pasaban molestandome y haciéndome todo tipo de maldades, incluso recuerdo que un día los confronté.
-No entiendo que les hice, ¿Por qué me molestan tanto?
-La señorita Esther dice que eres peligroso por ser hijo de una asesina.
-¡Mi mamá no es una asesina! No se les ocurra decirlo de nuevo o lo lamentarán.
Mis palabras hicieron enojar a esos niños y de inmediato comenzaron a golpearme y a jalarme como si fuera un animal, dejandome en el suelo con la ropa rota.
De esa forma transcurrí cuatro largos años de mi vida, llenando de odio cada rincon se mi ser, incluso llegué a soñar que asfixiaba a todos en ese maldito lugar y terminaba quemando sus instalaciones, evitando que otros sufrieran lo que yo sufrí. Por desgracia todo siempre se quedaba en un simple sueño, hasta que un día una mujer adinerada y muy refinada llegó al orfanato en busca de su heredero. Tal parece que jamás logró contraer matrimonio y eso la hacía sentir muy sola, puesto que no tenía a nadie haciéndole compañia.
En aquel tiempo consiguió el permiso de adoptar a quien se le diera la gana, debido a que donó una fuerte cantidad de dinero al orfanado, de modo que no había forma de negarle nada. Por lo tanto se aventuró a recorrer cada estancia que tenía ese lugar, hablando con diferentes niños, pero ninguno la convencía del todo y después de varios minutos arribó a mí.
-Buenas tardes, mi nombre es Alfonsina y estoy en busca de alguien que me haga compañía- me dijo con una voz tan cálida que me sentí encantado.
-Yo soy Carlos, pero mi mamá me decía Charly... La verdad también me siento solo- respondí con tristeza.
-¿Qué le sucedió a tu mami?
-Mi papá la lastimaba y tuve que defenderla, aunque ella se culpó por mí.
Dicha mujer me sonrío, me tomó de la mano y me llevó a la oficina de la directora del orfanato, en donde comunicó que me escogía a mí como su nuevo hijo.
-No sé si sea buena idea, su mamá fue detenida por asesinar a su marido- expresó la directora.
-El niño no tiene la culpa de nada, además ya tomé mi decisión- replicó mi nueva mamá.
La directora no tuvo otra opción más que mandar a traer a la amargada de Esther, para que me llevara a mi habitación a recoger todas mis pertenencias. La muy desgraciada no perdió el tiempo y en un abrir y cerrar de ojos ya tenía todas mis cosas listas para por fin deshacerse de mí.
-Se que no le caigo muy bien, pero ¿cree que sea posible que pasemos a recoger mi pelota al sótano?- Pregunté con mucha amabilidad.
-Con tal de que te largues y no vuelvas nunca más, iría por tu pelota al otro lado del mundo- respondió groseramente.
Caminamos hasta el lugar en donde se encontraba el sótano, bajamos poco a poco y a un par de escalones de llegar al fondo, empujé a esa desgraciada que se dedicó durante tanto tiempo a ofenderme y humillarme sin motivo alguno. La pobre mujer se lastimó la pierna y no podía ponerse de pie.
-Tanto tiempo que se la pasó insinuando que mi mamá es una asesina y nunca se percató de que el asesino soy yo.
Tomé un bat que se encontraba al lado de las escaleras y con una gran sonrisa en mi rostro se lo azsoté en la cabeza hasta que dejó de moverse.
-Te sentiste con derecho de elegir quién podría vivir con plenitud en este lugar, te creíste la ejecutora de cada uno de los huérfanos; sin embargo, aquí el único Verdugo soy yo- coloqué el bat en su mano derecha y comencé a subir las escaleras- hasta nunca insignificante ser humano.
Llegué llorando a la oficina de la directora, diciéndoles que la señorita Esther me había golpeado y que remarcó el gusto que le daba que por fin un asqueroso niño como yo, se fuera de un lugar tan bello y armónico. Por obvias razones aquel suceso le dio mucho coraje a mi nueva mamá, por consiguiente tomó mis cosas y nos fuimos de inmediato del orfanato, no sin antes dejarles una amenaza legal, para que jamás nos volvieran a buscar.
En aquella ocasión me había salido con la mía, conseguí mi venganza sin que nadie se diera cuenta y obtuve una nueva familia, con la cual de seguro todo saldría mejor, esa noble mujer reflejaba ternura y a su vez un inmenso vacío que era mi deber llenar con todo mi amor. Debía aprovechar al máximo la nueva etapa de mi existencia, ahora que tenía la oportunidad de dejar de ser un pequeño e inocente psicópata.

En La Piel De Un Asesino. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora