Alejandro - Capítulo 14 "El número uno"

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Después de que el Verdugo arruinó mi boda, no logré conciliar el sueño en unos meses, tuve que tomar terapia para poder continuar con mi vida y dejar de sentir miedo al caminar. Pasé alejado de todo lo que me hacía feliz, incluso dejé la música, a pesar de que era lo que más amaba, me sentía tan frustado al saber que jamás podría hacer pagar a ese asesino, debido a que había muerto en aquella masacre.
A partir de ese momento me dediqué a ayudar a mi padre con su trabajo, atrapando criminales; aunque realmente, ninguno me hacía olvidar el odio tan grande que sentía por el Verdugo, no había nadie lo suficientemente bueno como para sentirme victorioso. Hasta que se me presentó la oportunidad de dirigir una operación hecha por mí, para atrapar a un traficante de sangre muy peligroso, el cual encabezaba una de las listas de los más buscandos y como era evidente, mi inteligencia fue superior a la suya y terminó tras las rejas.
Debido a mi gran éxito, me organizaron una gran fiesta, en la que me entregaron un reconocimiento, un arma con permiso de portación y me pusieron un nuevo apodo, el que por cierto me quedaba muy bien, ya que soy el número uno. Ahora me conocían como "El Rey".
A la mitad de la celebración, aproximadamente a las dos de la mañana, se me acercó de una manera muy misteriosa, el comandante Samuel, él era un hombre robusto, un tanto alto, aunque no mucho, tez morena, cabello corto y un estilo muy peculiar.
-Felicidades, pero debes tener presente que tendrás muchos enemigos- me tomó del hombro- si no es que ya los tienes, cuidate y mucha suerte, porque en este trabajo te la vives jugando con fuego y sabes que podrías quemarte.
Sus palabras me dejaron pensativo, analicé mi vida para identificar si tenía enemigos, la verdad es que solo me vino a la mente uno y es que creía que mi único rival era el Verdugo, aunque sinceramente lo razoné por un largo rato y entonces comprendí algunas cosas, ese sujeto se anunció como el vengador de aquellos que no pudieron vengarse, lo que significaba que si me atacó en mi boda, era porque pretendía vengar a alguien y la única persona que tenía motivos suficientes era Charly.
Gracias a las influencias de mi papá, me había ocupado de tener mal atendida a una persona muy importante para él, con el único propósito de tener una carta sorpresa, por si se le ocurría atacarme de alguna manera; sin embargo, recurrió a la opción más miserable y fue contratar al Verdugo. Aquel acto tan atroz me destrozó de múltiples maneras, por lo cual me sentía en la penosa necesidad de vengarme de la manera más brutal posible y hacerle entender que nadie se mete conmigo, porque no existe ser humano que sea mejor que yo.
Un par de días después, me reuní con mi padre en su oficina, para hablar de un tema muy importante que me ayudaría con mi venganza.
-¿Entonces le quitaste a su bebé?- Pregunté ansiosamente.
-Fueron mellizos, pero ella cree que fue solo uno y que nació muerto- respondió extrañado.
-Perfecto... Ahora necesito que hagas algo por mí.
Le dije a mi papá que le pidiera un permiso a sus superiores, para estar al mando del psiquiátrico en el que se encontraba la mamá de Charly y que además me dejaran saltarme unas cuantas leyes y normas, ya que era lo mínimo que podían hacer por la persona que los ayudó a atrapar al Vampiro, y para mi buena suerte, eso fue motivo suficiente para que aceptaran.
Al día siguiente, me presenté a primera hora en el psiquiátrico y pedí que llevaran a la mamá de Charly a una habitación que en particular era un poco diferente, en donde debían amarrarla a una de las sillas especiales que usaban con los pacientes más agresivos. Cuando la colocaron tal y como lo ordené, entré a la habitación y me paré frente a ella.
-Lamento decirle que su hijo escogió como enemigo a la persona equivocada- solté una pequeña carcajada- ahora usted pagará por todo.
Mandé a los empleados a que me trajeran baldes de agua con hielos y el teaser más potente que tuvieran.
-Vamos a jugar un poco, ¿le parece?
Coloqué a la señora en un rincón, sin levantarla de la silla a la cual estaba sujeta, me alejé un poco y le arrojé el primer balde de agua helada, provocando sus gritos de piedad.
-No dormí por culpa de su hijo y ahora será su turno de llorar durante las noches.
Le lancé el segundo balde de agua y en esta ocasión me acerqué para atacarla con el teaser, dándole una terrible descarga eléctrica, con la cual no dejaba de retorcerse mientras me rogaba que me detuviera.
-Este es solo el comienzo de su agonía- reí a carcajadas, al mismo tiempo que me salía de la habitación.
Mi siguiente orden fue que sacaran a la señora al patio, a la zona más recondita de sus instalaciones y la dejaran ahí dos o tres días, sin atenderla ni un solo momento y a cambio tendrían un aumento considerable de sueldo, vacaciones extendidas y una gran bonificación en su próxima quincena. Así que cómo era de esperarse, algunos de los empleados aceptaron y otros cuantos ya lo estaban haciendo desde hace un tiempo; pero por órdenes de mi padre, quien les pagaba por atender de mala manera a la madre de Charly.
Rápidamente pasaron cuatro meses de tortura constante a aquella señora, en los cuales la dejabamos sin comer todo un día, la bañabamos a manguerazos, la inyectabamos con algunos medicamentos para que no durmiera toda la noche y la drogabamos con todo tipo de sustancias, para hacerla sufrir con alucinaciones monstruosas. Sin duda alguna habían sido unos meses inolvidables para esa desgraciada mujer; aunque realmente me faltaba jugar mi última carta y esa era permitirle un par de visitas, con el fin de que Charly viniera a descubrir lo que le hicimos a su madre y así se concretara mi venganza, al darse cuenta de que su más grande error fue contratar al Verdugo.
En cuestión de unos días la pobre señora recibió visita de sus padres, lo que significaba que pronto le llegaría la gran noticia a Charly y de esa manera se vería obligado a asistir a ese bonito lugar en donde se encontraba su linda mamá internada. Solo era cuestión de tener la paciencia suficiente para poder esperar un poco más y el trabajo estaría hecho.
Mientras tanto ocupé mi tiempo en seguir ayudando a mi padre y a prepararme unas merecidas vacaciones a cualquier parte del mundo, para celebrar mi gran triunfo, lo importante era alejarme lo más que pudiera de este lugar. A pesar de que convenientemente, en una tarde llegó uno de los compañeros de mi padre, acompañado de su hermosa hija, una chica delgada, estatura media, pelo rizado, tez clara y unos bellos ojos color verde, los cuales me hipnotizaron; por consiguiente, toda ella me volvió completamente loco, me hizo creer un poco en el amor a primera vista. Moría por acercarme a ella, conocerla y empezar a conquistarla, solo que había un gran problema y ese era que se presentó a mi vida en el momento más inoportuno posible, puesto que debía irme del país, antes de que la bomba estallara y no porque le tuviera miedo a Charly. ¡Eso Jamás!, de hecho, nadie nunca le tendría miedo a una persona tan insignificante como siempre lo ha sido él. Por ello, mis razones no eran esas, sino que era muy probable que intentara manchar la reputación de mi padre y evidentemente la mía también, así que no tuve de otra más que alejarme en cuanto me enteré de que él iría a ver a su madre, dado que de esa manera no existiría forma de que pudiera involucrarme en la trágica estadía de su progenitora, en ese aterrador y asqueroso lugar.
En aquel instante me sentí tan feliz y satisfecho, ya que tan solo en unos días me estaría regocijando como nunca en la cama de un hotel carísimo, gritandole a los cuatro vientos que la revancha fue mía y que nuevamente como siempre debió ser... yo soy el número uno.

En La Piel De Un Asesino. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora