Verdugo - Capítulo 8 "Ajuste de cuentas"

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Alejandro & Melisa
¡Nos casamos!
Llegó este día tan esperado y nos haría muy felices compartirlo con ustedes...

No entiendo cómo ni porqué, pero esos miserables se iban a casar y todavía tuvieron la desfachatez de invitarme como si nada hubiera pasado, sin importarles el inmenso dolor que experimenté. Ahora moría de ganas por envolverlos en mi venganza y hacerlos sufrir como nunca lo han hecho, porque ya no se trataba de un despecho amoroso, sino de un gigantesco odio por las humillaciones que me hicieron pasar, porque esos dos desgraciados se seguían burlando de mí y eso no se los iba a permitir.
-Les daré la mejor boda de sus vidas- Tomé mi arma y caminé rumbo a la puerta.
-Si lo haces te rebajarás a su altura- manifestó Violeta al mismo tiempo que me detenía.
-Me da igual, solo quiero someterlos a mi tortura... Nadie se va a burlar del Verdugo.
Salí de aquel lugar con la invitación en las manos, apretandola con todas mis fuerzas. A pesar de que quería matarlos lo más pronto posible, primero necesitaba respuestas, así que tomé información de la invitación y le hice una pequeña visita a uno de los padrinos de Alejandro. Al llegar a su casa, entré forzando la cerradura, teniendo la intensión de eliminar a quien se me pusiera enfrente; Sin embargo, para su buena suerte se encontraba solo, tan disponible para mí.
-Me imagino que es horrible ser padrino de un maldito traidor- Me paré en la entrada de la sala, mirandolo fijamente.
En cuanto me vio quedó en shock, se puso tan pálido que parecía un cadaver. Él se encontraba sentado en un sofá, viendo televisión, mientras comía un poco de fruta.
-Tranquilizate, Verdugo. Yo no he hecho nada- se puso de pie con mucho esfuerzo.
-Tú me darás la información que necesito- Me acerqué y tiré la fruta que le sobraba.
-¿Qué información podría tener yo?
El padrino dio media vuelta e intentó huir, entonces le arrojé el bisturí y este se le clavó en la pierna derecha, dejándolo de rodillas, a mi merced.
-¿Por qué van a casarse Alejandro y Melisa?- lo tomé de la cabeza, le desenterré el bisturí y se lo clave en la costilla un par de veces.
-Alejandro vio a Charly con una chica y cree que solo salió con ella para darle celos a Melisa- escupió un poco de sangre en el suelo- con ayuda de las influencias de su papá, consiguió el permiso para casarse y así tenerla completamente segura, para que no sea de nadie más y menos de Charly.
-Si las cosas están así, entonces van a necesitar otro padrino- tomé el bisturí y se lo enterré en todas partes, acabando con su vida.
Mis sospechas eran ciertas, ese desgraciado solo quería casarse para demostrar que Melisa era suya y que no había forma en que pudiera derrotarlo, su único propósito era verme humillado. Antes de irme, limpie todo y le retiré el corazón al padrino, para que todos supieran quien lo había asesinado.
Después de aquel suceso, le ordené a cobra que vigilara a Melisa y descubrió que su hermana mayor estaría de regreso, después de haber vivido un par de años en Estados Unidos, por lo tanto, no podía perder la oportunidad de darle una cordial bienvenida. Me dirigí al estacionamiento del Aeropuerto por donde esta pasaría y me posicioné en un punto ciego para todas las cámaras y después de esperar un buen rato, estuvimos cara a cara.
-Hola, no entiendo que haces aquí. Se que eres Charly, el ex novio de Mel.- afirmó con seguridad e inquietud.
-No solo soy Charly, también soy el Verdugo- sonríe mientras sacaba mi arma, sin pensarlo le disparé en la cabeza y en todo el cuerpo, mientras esta iba cayendo, acabando con su vida- Lo siento mucho por Mel.
Oculté mi identidad, le saqué el corazón y me retiré del lugar, dejando a mis espaldas un pequeño regalo de bodas, con el cual creí que se cancelaría todo; pero no fue así, al contrario, el miserable de Alejando, mandó a sepultar a su padrino y a su cuñada, sin dar tiempo de que sus familiares pudieran despedirse y para rematar, adelantó la boda. Solo que en esta ocasión el lugar en donde se llevaría a cabo la ceremonia, estaría repleto de policías, haciendo imposible la intervención del Verdugo y esa situación ponia muy nerviosa a Violeta.
-Por favor, no lo hagas. Si vas no saldrás vivo.
-Ellos esperan al Verdugo, sin embargo, Charly los tiene sin cuidado- la tomé del hombro y le sonreí amistosamente- llegó la hora de ajustar cuentas.
Esperé pacientemente a que llegara la fechas del magno evento, moría de ganas por asistir a esa ceremonia tan espectacular, no sin antes haberme preparado comprando un par de granadas en el mercado negro, para llevarles fuegos artificiales de sorpresa a mis queridos amigos, estaba seguro de que mi regalo marcaría la diferencia, haciendo de ese día, un momento inolvidable.
Cuando el día llegó, me puse el traje más elegante que tenía, preparé una pequeña mochila con todas las cosas que necesitaba y le llamé a Cobra, para que me llevara al hermoso salón que escogieron para la ceremonia. Al llegar, me dejaron pasar de inmediato, sin ninguna revisión, debido a que el miserable de Alejandro, me colocó en la lista de los invitados VIP, por lo cual tuve un trato especial. Debo aceptar que el lugar se veía muy bonito y estaba protegido de una manera impresionante; No obstante, tenía sus puntos ciegos, como en cualquier otro lado y uno de ellos era en una especie de balcón, que se encontraba situado en una elegante casa, la cual formaba parte del salón. Sin duda alguna, ese era el lugar perfecto para mi venganza.
Aguardé un par de minutos a que la ceremonia diera inicio, buscando el momento perfecto para arrojar una granada e iniciar con el espectáculo de cadáveres. Entonces llegó Violeta, de alguna forma se habia colado a la boda y me encontró en aquel balcón.
-Por favor, por lo que más quieras, no lo hagas- Me tomó de la mano mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
-¿Por qué te pones así?
-Tú nos diste una nueva oportunidad, cuando no le importabamos a nadie y por eso no queremos perderte- un par de lágrimas corrieron por sus mejillas.
En aquel momento sentí un nudo en la garganta y de cierta manera comprendí el motivo por el cual debía detenerme.
-Está bien... Vámonos.
-¡Muchas gracias!- sonrió y me abrazó fuertemente.
Había tomado la decisión de dejar a un lado mi venganza y retirarme pacíficamente, hasta que Alejandro dio sus votos matrimoniales.
"Te amo tal y como eres y por esa razón prometo escucharte en todo momento y aprender de ti cada día de nuestra vida. Creeré siempre en ti, celebraré cada uno de tus triunfos y gozaré de todo aquello que el futuro nos depare. Además quiero darle las gracias al destino por ponerte en mi camino y sobre todo a nuestro mejor amigo Charly, ya que sin él, no estaríamos aquí, tan enamorados".
Las palabras de Alejandro eran de burla, me agradecía por ser un idiota que confió en ellos y que al final su traición me rompió el corazón. Esa última oración fue suficiente para despertar mi odio nuevamente, así que estiré la mano que sostenía el arma, en dirección al altar y sin titubear disparé, dándole en un ojo al juez que estaba llevando a cabo la ceremonia.
Como era de esperarse, todos gritaron y salieron corriendo, al mismo tiempo en que los guardias se movilizaban en busca del Verdugo. Por suerte, Violeta logró jalarme hacía el interior de la casa, evitando que me descubrieran.
-¡Debemos irnos de aquí!
-Tú eres quien debe escapar, recuerda que yo soy un invitado más... Por favor, huye.
Violeta me hizo caso, a pesar de que no se sentía muy convencida; sin embargo, el temor era tan grande que sabia que la mejor opción era que ella se fuera de ahí y me dejara solo. Lo que hice después fue caminar tranquilamente hacia el estacionamiento, pasando al lado de todos los policías, quienes no sospechaban que el Verdugo estaba tan cerca de ellos.
Al llegar al estacionamiento, el destino se puso de mi lado, poniendome en el camino a Melisa, quien se encontraba muerta del miedo, suplicando para que alguien la llevara muy lejos de ahí.
-Tu boda está siendo todo un éxito- reí de manera burlona.
-¡Charly!, creí que no ibas a asistir, ¡perdóname por favor!- empezó a temblar y a ponerse más nerviosa.
-Demasiado tarde, debes tener presente que hay cosas que no son lo que parecen- me acerqué más a ella- por ello no podía perderme por nada del mundo, el momento más importante y feliz de tu vida, mi querida Mel.
Melisa quedó impactada, ya que su difunta hermana, era la única que le decía Mel y el hecho de que yo lo dijera, le hizo saber toda la verdad, ya que nadie en la actualidad lo sabía.
-No lo puedo creer, entonces significa que tú eres...
-El Verdugo y vine a ajustar cuentas, porque tu hermana no me fue suficiente.
La noticia hizo que Melisa se desmayara, quedando a mis pies y sin ninguna protección. Entonces la miré detalladamente y no pude desaprovechar esa oportunidad, por lo tanto, me la lleve lejos, a un lugar de donde jamás regresaria, mientras todos seguían buscándome en una zona incorrecta.
Al dia siguiente, en las noticias hablaron del terrible final que tuvo la boda del año e incluso anunciaron que Alejando, se iría de viaje en busca de nuevas aventuras y quizás de un nuevo amor.
Entonces entendí que a pesar de mis esfuerzos, ese maldito no estaba sufriendo en lo absoluto, porque en realidad, Melisa solo fue un capricho y darme cuenta de eso provocó que mi odio aumentara, a causa de que ese estúpido se convirtió en la primer persona que logró huir del poder de mi venganza. Lo cual me hizo enloquecer a tal grado que tomé mis cosas y me infiltré en la Secundaria donde lo conocí, asesinando a todo aquel que se me pusiera en mi camino.
Recuerdo perfectamente los gritos de todos los presentes, al verme acabar con la vida de sus compañeros, disparandoles en distintas partes de sus cuerpos y es que no me detuve ahí, sino que saqué las granadas y las arrojé a diferentes puntos de la escuela, provocando una gran y monstruosa explosión en la zona de laboratorios, calcinado a cientos de estudiantes y maestros.
Después de toda la devastación entré en razón y me di cuenta de que me había convertido en un asqueroso ser, que le arrebató la vida a personas inocentes. De modo que preferí darle muerte al Verdugo, tomando el cadáver de un vagabundo que se había metido a la escuela, para tener un lugar donde dormir y lo acomodé en una posición en la que parecía haber sido víctima de su propia maldad, por lo tanto, le puse en su rostro lo que cubría la identidad del Verdugo y algunas otras prendas y objetos que les harían creer que realmente se trataba del original. Al finalizar, salí por la puerta trasera, en medio de la multitud que intentaba apagar el fuego y rescatar a los heridos, ya que los profesionales no habían llegado.
Más tarde llegué a mi casa, me encerré en mi cuarto, me bañé y lloré hasta quedarme dormido, deseando con todas las fuerzas de mi corazón que ese fuera el último día de mi vida, al igual que en el caso del Verdugo, que pronto ante los ojos del mundo entero, en aquel tiempo, dejaría de existir.

En La Piel De Un Asesino. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora