Ariadna - Capítulo 20 "Luz de esperanza"

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Yo sé perfectamente que mi vida no es la más difícil de todas y que seguramente hay alguien que esté pasando por cosas más tristes y complicadas que las mías; sin embargo, lo que viví fue de mal en peor. Primero que nada, nací en una familia con una estabilidad económica muy buena y aunque eso podría sonar genial, en realidad considero que es mejor estar acompañado de personas que de dinero, pero mis padres no pensaban así. Ellos creían que llenándome de regalos me harían feliz, aunque yo lo único que buscaba era un abrazo suyo en el que me hicieran sentir querida, de hecho, la única persona que me abrazaba era mi nana, una mujer mayor de encantadores sentimientos. Por desgracia falleció unos meses después de que cumplí los ocho años, desde entonces estoy sola, había querido convivir con los empleados de la casa; pero mis padres se enfurecian, decían que no podía mezclarme con gente que no era de mi estatus social y yo respondía que esa era una completa estupidez y por ello se avergonzaban de mí, decían que no era digna de portar un apellido tan prestigioso como el que tenía.
Pasaron los años de rutinas y pelas constantes con mis padres, en los cuales me empezaron a quitar todo debido a mi supuesta rebeldía e incluso llegaron a decirme que estarían mejor sin mí y que deseaban no haberme tenido. Eso me causó mucho dolor, por lo que preferí salir temprano de mi casa todos los días e irme a la escuela para despejarme, por desgracia un día cuando volvía a casa, unos sujetos me subieron a la fuerza a una camioneta y me llevaron a un lugar horrible, en donde me obligarían a bailar y sexualizarme mientras mis padres pagaban el rescate que evidentemente ignoraron, ya que creían que todo había sido un plan mío para robarles su dinero e irme de casa con algún muchacho de mi escuela, pfff... Una estupidez tras otra.
Los días pasaron y me presentaron al encargado de todo, quien dijo que era demasiado bonita como para ponerme con las demás, así que ordenó que me mantuvieran reservada para el hombre que diera una cantidad descomunal por mí. Mientras tanto me encargaría de cuidar a una pequeña de seis años que era hija de una inocente mujer que murió al dar luz.
Un par de meses después nos involizaron a todos con una extraña granada, asesinaron a esos repugnantes hombres y nos liberaron a todas, entonces pedí hablar con el líder y me di cuenta de que era nada más y nada menos que el mismísimo Verdugo, el asesino despiadado del que todos hablaban, aunque en realidad a mí no me parecía un hombre peligroso, al contrario, era súper noble y amable. Él no ganaba nada con liberarnos y aun así lo hizo e incluso no pretendía recibir el crédito por su gran hazaña, lo que significaba que en realidad todo lo hacía de corazón, a pesar de que la estupidez humana lo viera solo como una mala persona, en lugar de como el hombre más grande que haya existido. En fin, él nos llevó a su casa, nos reveló su identidad y nos recibió con los brazos abiertos, dispuesto a cuidarnos y querernos como no lo habían hecho.
Al día siguiente de nuestra llegada, Charly nos llevó a una plaza a comprar todo lo necesario para adaptar nuestros cuartos según el gusto de cada una y la verdad es que me sentí muy feliz, a pesar de que siempre lo tuve todo, jamás me sentí parte de la familia como ahora me sentía. Incluso sentí feo cuando llegamos a casa y esa chica llamada Patsy, habló con Charly sobre su sentir, ya que al parecer había conocido a un chico con el que quería intentar algo, pero no pretendía hacerle daño a Charly y mucho menos abandonarlo. Yo creí que él se enojaria; sin embargo, dijo algo que me hizo latir el corazón: "Yo no quiero que temas, no quiero que pienses que voy a atarte a mí, de hecho mi objetivo es que seas feliz con la persona que tú elijas, lo importante es que estés bien y que sepas que pase lo pase no te dejaré sola, cuentas conmigo en todo momento e incluso si debes alejarte de mí. No quiero causarte problemas, ¿Vale?, te quiero mucho, para siempre y un día más".
En ese momento comprendí que todos lo habían juzgado mal, en realidad era tan humano como cualquier otro y a pesar de que no sabía la razón ni el motivo por el cual existe el Verdugo, entendí que todo lo hacía con las mejores intenciones posibles y que nunca ha sido su intención dañar a gente inocente.
Al amanecer, Charly llegó a mi cuarto y me pidió un momento para hablar conmigo, pero la verdad sentí muchísima pena ya que no me encontraba arreglada y no quería estar así para él, por lo que le pedí un poco de tiempo para bañarme y estar más presentable. Cuando terminé nos reunimos en su habitación, para platicar cómodamente.
-Quiero que por favor busques las mejores escuelas para que asistan a clases- me dijo sonrientemente.
-¿De verdad?, ¡No puedo creerlo!- grité con emoción.
-Quiero que ustedes estén preparadas para tener un futuro más prometedor que el mío.
-Eres un amor- caminé hacia él y lo abracé muy fuerte- Te quiero, Charly.
Cuando lo abracé sentí algo muy extraño en mi estómago, básicamente lo acababa de conocer, pero sentía como si llevarabamos años de amistad, entonces me di cuenta de que es verdad eso que dicen de que no es cosa de tiempo, sino de química y de lo que el corazón siente cuando estás cerca de una persona especial.
-Avísame en cuanto tengas la opción ideal para ustedes
-Claro que si, hermoso.
No sabía que era lo que estaba sintiendo, tal vez era eso a lo que le llaman amor a primera vista o quizás estaba muy agradecida por todo lo que hizo por mí. Solo sé que me sentía muy feliz a su lado, a tal grado que se me olvidaba que el Verdugo y él son la misma persona.
Me costó mucho trabajo, pero después de una larga búsqueda logré encontrar una escuela perfecta para mí y una para Micaela, así que de inmediato le informé a Charly y al instante arregló todo para inscribirnos, aunque en realidad no entiendo como lo logró, ya que no teníamos papeles.
-Este lunes comienzan sus clases, así que debemos comprar todo lo necesario.
-Si, papá- Micaela abrazó con fuerza a Charly.
-Gracias por ser tan lindo con nosotras- me uní al abrazo.
Todo iba de maravilla, nuestras vidas se estaban componiendo poco a poco, hasta que una tarde cuando llegué de la escuela me encontré con Violeta, quien se encontraba muy alterada y bastante agresiva conmigo.
-No entiendo que es lo que haces aquí, eres muy fresita para este estilo de vida- Me dijo mientras me empujaba.
-Dame permiso, por favor. No quiero hablar contigo- respondí con desagrado.
Violeta se enfureció por lo que le dije, me empujó nuevamente y sacó una pistola con la cual me apuntó.
-Relájate, no te he hecho nada.
-Esto se acaba aquí, muñeca.
Creí que Violeta me asesinaria y que no tendría oportunidad de escapar, en ese momento, Charly apareció por detrás de Violeta y le apuntó en la cabeza.
-¿Qué demonios te ocurre?- Preguntó Violeta con coraje.
-No sé qué te metiste, ni desde cuando lo haces, pero no dejaré que la lastimes. Mejor baja esa pistola.
Violeta bajó su arma y entre lágrimas le reclamó a Charly, le dijo que ya estaba harta de vivir ahí y que prefería irse a cualquier otro lugar, antes de terminar asesinandolo mientras dormía. Dicho esto, tomó sus cosas, las metió en una maleta y salió enojadisima de la casa, dándole la espalda al Verdugo.
Aquello me dejó muy asustada, a tal punto que no pude evitar las lágrimas y entonces, Charly se acercó y me abrazó con tanta ternura que me sentí a salvo, sentía que estaba en el lugar indicado y que no quería irme de ahí.
-Gracias por todo, en verdad no sé que hice para merecer tanta bondad- lo abracé con más fuerza.
-Una vez que eres parte de mi familia, jamás volverás a estar sola... Ya no llores, todo estará bien.
De esa manera comprendí que me estaba enamorando de ese hombre que me salvó de ser ultrajada y que día con día me demostraba que era un hombre ejemplar, una persona tan linda y tierna que se merecía el cielo, ya que todo lo que daba lo hacía de corazón. Ahora que lo entendía mejor, estaba dispuesta a hacerlo todo para conquistarlo y algún día llegar a ser más que su amiga.

En La Piel De Un Asesino. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora