Samuel - Capítulo 23 "Tras el rastro"

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El asunto del Verdugo me tenía vuelto loco, parecía que estaba persiguiendo a un muerto, un fantasma que no dejaba marca alguna en ningún lugar por donde pasaba, además, no tenía idea de si trabajaba solo o tenía todo un equipo delictivo ayudándole en cada una de sus locuras, todo ese asunto me estaba volviendo loco y me hacía experimentar ataques horribles de ansiedad que no lograba controlar.
Una tarde mientras me tomaba un rico café, recibí una llamada Inesperada, en la cual me informaron que habían descubierto un lugar en donde sometían sexualmente a menores de edad y que todas las chicas se encontraban en espera de ser rescatadas, ya que los miserables delincuentes que las tenían secuestradas habían muerto o mejor dicho, fueron asesinados. Ese asunto me pareció muy extraño, incluso llegué a pensar que se trataba de una simple broma o de una emboscada bien pensada; no obstante, decidí ir al lugar y creer en la llamada anónima, algo dentro de mí, me decía que era importante ir a aquel lugar, así que pedí refuerzos antes de salir.
Al llegar al lugar nos encontramos con una gran cantidad de chicas, de las cuales el setenta y cinco por ciento eran menores de edad. No entendía bien porqué los policías de la zona nunca se percataron de lo que pasaba en aquel lugar y mucho menos entendía quién había salvado a todas esas inocentes mujeres, sin el afán de quedar como un héroe, ya que no espero a que llegáramos para recibir el crédito. En ese momento una de las pocas chicas mayores de edad, se acercó a mí con intenciones de expresar su sentir.
-Definitivamente no es malo, solo está haciendo eso que ustedes no quieren hacer- la chica comenzó a llorar- ojalá pudiera verlo otra vez para agradecerle.
-¿De quién estás hablando?- pregunté con intriga.
-Del Verdugo, el hombre que nos salvó la vida al hacer el trabajo que ustedes deberían realizar.
Sus palabras me cayeron como si fueran un balde de agua fría, no podía creer que ese maldito asesino las hubiese salvado, porque efectivamente no tenía motivos, tan solo el gusto de ayudar a quien se encontraba desamparado. Era algo bastante extraño porque después de tantos años de servicio, por primera vez me sentía culpable por no ser el policía que a mi madre que en paz descanse, le hubiera gustado que fuera.
-Les vamos a tomar su declaración para poder regresarlas a casa- informé a la chica que se me acercó.
-Ojalá no manipulen la situación y terminen poniéndose como los héroes de esta historia.
Eso me dolió en el alma, como nunca antes y es que esas palabras no preveían de un ciudadano cualquiera, sino de una mujer que vivió un infierno durante mucho tiempo, el cual no conocía con exactitud y por lo tanto no entendía completamente.
Pasaron algunos días y por más que lo intentaba, no lograba olvidar a esa mujer y menos dejaba de cuestionarme si en realidad el Verdugo era el malo de esta historia, me empecé a enjuiciar yo mismo, al igual que muchos otros lo hicieron para saber si estaban en peligro de ser alcanzados por la venganza o podían vivir en paz, con la tranquilidad de ser buenas personas.
Para despejar mi mente, decidí encender mi computadora y ponerme a jugar un poco; no obstante, las cosas empeoraron en el momento en el que me llegó un correo, en la cual me daban información sobre un supuesto crimen en donde aparentemente estuvo el Verdugo. Al principio no tenía ganas de ir, pero tenía que hacerlo, ya que ese era mi trabajo.
Cuando llegué a la escena del crimen, ya se encontraban dos patrullas, los peritos y todo el personal necesario, quienes se encontraban recogiendo las evidencias. Por lo que no tuve de otra más que acercarme y preguntar si ya tenían una idea de lo que había sucedido.
-Este es su día de suerte, mi comandante. Le tenemos excelentes noticias- dijo uno de los policías.
-¿Mi día de suerte?, ¿Qué fue lo que encontraron?- respondí con desinterés.
-Huellas que no lograron borrar correctamente y si todo sale como lo esperamos, en cuestión de unas horas podrá descubrir la verdadera identidad del Verdugo.
Debo confesar que en aquel tiempo no estaba seguro de lo que debía hacer, estaba sufriendo un horroroso choque de emociones. Una parte de mí quería detener al Verdugo y hacerlo pagar por todo lo que ha hecho y la otra estaba a punto de renunciar a todo y dejar de seguirle la pista al asesino que demostró que también podía se puede ser un héroe.
-En cuanto tengamos los resultados se los haremos llegar a su domicilio. Suerte con el delincuente, jefe.
-Gracias, buen trabajo- expresé con inseguridad.
No tenía claro que es lo que debía pensar, por ello opté por visitar a la única persona en la que confiaba y el único que podría escucharme con atención y darme un buen consejo... Mi querido hermano.
-Por lo que me cuentas, no parece ser tan malo como dicen- manifestó mi hermano.
-Me está haciendo dudar de mí mismo, siento que no debí hacer tan mal mi trabajo- respondí con tristeza.
-Debes aprender a no juzgar a la gente hasta conocerla perfectamente.
Sonreí, creyendo en el tierno consejo de mi querido hermano Jorge e incluso estaba decidido a retirarme del caso y dejar en paz al Verdugo, para que pudiera hacer sus cosas con tranquilidad, hasta que mi hermano comenzó a reírse muy fuerte en un tono de burla tremendo, me miró a los ojos y me confesó su verdadero sentir.
-No seas idiota, hermano. Si tienes la oportunidad de atrapar a ese perro, hazlo sin pensarlo- se paró, me tomó del hombro y sonrío- todos tenemos nuestro lado bueno, pero si te dejas llevar por eso te convertirás en un verdadero fracasado.
Mi hermano me hizo sentir que era un imbécil al querer renunciar al caso. Me dijo que tenía que aprovechar todas las oportunidades que la vida me daba o terminaría estancado en donde me encuentro actualmente. Su lema era ese que algunos ponen en práctica cotidianamente, "El que no transa no avanza"
-No estoy seguro de que deba hacer eso.
-Hermano, por esa actitud que tienes ahora no te superas y por ello es que al desgraciado de Alejandro le llaman el Rey y no a ti.
-Nunca pensé que tú me dirías algo parecido.
-Hermano querido- me dio un fuerte abrazo- estás hecho para algo grande, ahora ve y atrapa a ese maldito asesino.
Ya no tenía ganas de enfrentarme al Verdugo, pero tampoco quería decepcionar a mí hermano, así que no tuve de otra más que ir a la estación de policía y esperar los resultados de ADN.
Al llegar el atardecer, me entregaron los resultados de los estudios y arrojaban algo que no me esperé. El Verdugo era un enfermo mental que ya había matado con anterioridad, incluso antes de portar su identidad actual. Era un sujeto llamado Alfonso, quien ya ha estado en la cárcel; pero salió gracias a que compró al juez que llevaba su caso. Para la mala suerte de todos, ese enfermo mental regresó para continuar con su legado de sangre, solo que esta vez lo hacía ocultando su identidad, para que nadie supiera en donde buscarlo y de esa manera no corriera peligro de regresar a la cárcel y está vez para siempre. Aunque ciertamente su verdadero problema es que ahora cometió un grave error y nos dejó las pruebas suficientes para dar con su paradero, además, en esta ocasión se topó conmigo y gracias a todo eso estaba tan cerca de atraparlo, siguiendo el rastro de cada paso que da, hasta llevarlo a su inminente derrota ante mí, así que pase lo que pase voy a refundir a ese maniático en la cárcel... Eso lo juro, Verdugo.

… CONTINUARÁ …

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⏰ Última actualización: Nov 01, 2020 ⏰

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