Stanford y Stanley una historia de amor (Stancest) Temporada 1 RE EDITANDO

Capítulo 10

Me encontraba sacudiendo los cuadros que se encontraban sobre aquella repisa en donde podía contemplar las fotos de todos esos maravillosos momentos que compartí con Stanford: su primer día de escuela (aun recuerdo que no se quería liberar de mi pierna) el día que ganó en aquel concurso de deletreo, un reconocimiento por haber sacado el mejor promedio de su clase, pero las fotos que más abundaban eran las de sus cumpleaños en las cuales podía ver como mi hijo había ido creciendo poco a poco, pero que desde su cumpleaños 10 sus sonrisas parecían carecer de aquella chispa que tenían sus fotos anteriores y que cada vez que las veía no podía evitar hacerme una pregunta la cual llevaba haciéndome por dieciséis años ¿Cómo permití que eso pasara? La cual provocó que una lágrima saliera de mis ojos y callera sobre la alfombra en donde desapareció como si nunca hubiera existido.

Proseguí con mi jornada de trabajo hasta que me di cuenta que ya eran las 11:00Am lo que me decía que Filbrick no tardaría en despertar por lo que me dirigí a la cocina y comencé a prepara su desayuno el cual termine justo a tiempo ya que en cuanto coloque el plato sobre la mesa pude escuchar sus pasos bajar por las escaleras hasta que llegó a la planta baja. - Buenos días querido. - Salude con la misma sonrisa falsa con la cual lo había estado saludando durante estos últimos años. - Si lo que sea. - Respondió para sentarse a la mesa y comenzar a comer mientras veía su periódico a la vez.

Mientras lo veía comer no podía evitar recordar lo ocurrido la noche anterior con Stanford y sobre nuestra conversación sobre aquel tema. - ¿Pasa algo? - Me pregunto mientras terminaba de comer un pedazo de pan tostado con mermelada. - No, no pasa nada querido. - Le dije para después darme media vuelta, pero justo antes de salir el recuerdo de aquellas dos sonrisas tan lindas y reales parecieron en mi mente dandome el valor suficiente para poder encararlo.

- Filbrick tenemos que hablar.

- Estoy comiendo y no tengo tiempo para hablar ya que tengo que abrir la tienda a las 12.

- Si ya lose, pero quisiera pedirte un pequeño favor.

Por un momento creí que no me escucharía hasta que vi como bajo su periódico muy a su pesar. - Bien, pero rapido ¿Qué es lo que quieres? - Pregunto con un tono de voz malhumorado.

- Quiero que... que... - Tome aire. - Quiero que recapacites sobre la idea de llevar a Stanford a las clases de boxeo.

- Como me puedes pedir eso. - Se levanto de la mesa. - Ya viste como esta nuestro hijo y aun así me estas pidiendo que no lo lleve a esas clases.

- Si, se que Stanford esta pasando por algunos problemas...

- ¡Algunos no me hagas reír! ¡Stanford necesita fortalecerse y la única manera para que eso pase es llevándolo a esas clases!

- Tal vez aiga otra manera ya que tú mismo te has dado cuenta que Stanford no es una persona violenta.

- ¡Y por eso mismo necesita esas clases, no voy a dejar que sigan golpeando a mi hijo y también no voy a dejar que siga comportándose como un marica!

- ¡No le vuelvas a decir de esa forma! - Explote algo que muy raras veces me pasaba. - ¡Si Stanford es de esa manera es tal vez porque lo separamos de su...!

Filbrick golpeó la mesa provocando que todo lo que había sobre ella callera al suelo causando un desastre de comida y pedazos del plato. - ¡Suficiente si vuelves a tocar ese tema te juro que... que...! - Aun cuando no terminó la frese sabía exactamente lo que quería decir. - Me voy abrir la tienda. - Se marchó sin siquiera verme o decir algo.

Mientras recogía y limpiaba el comedor por mi cabeza paso aquella idea nuevamente la cual ya había estado rondando por mi cabeza desde hacía un tiempo y la cual cada vez se volví más fuerte. - ¿Qué debo hacer? - Me pregunte mientras terminaba de recoger el último pedazo de plato y lo tiraba a la basura para después diriguirme a nuestra recamara en donde me deje caer sobre la cama en donde por instinto saque aquella fotografía de debajo de mi almohada la cual apreté contra mi pecho con fuerza al tiempo que las lágrimas volvían a salir de mis ojos.