Superior Iron Man y Skinny Steve (Parte 1/2)

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Steve sabía que los lazos del destino eran inevitables.

Era tan simple como sumar dos más dos o escribir la palabra "Gracias".

Steve era consiente... Pero no quería aceptarlo.

—Tony Stark es un asesino.

Bucky miraba con ira la gran sonrisa del Omega en la Televisión.

Se pavoneaba enfrente de las cámaras, caminaba con soltura y con burla.

Como todo sujeto poderoso.

Rogers recorrió la figura del castaño y se reprimió. Él no era, ni sería Alfa para ese sinvergüenza.

—No podemos hacer nada si ellos lo aclaman. —Dicho y hecho, Steve dejó el tema.

No quería saber nada de ese hombre, no quería saber nada de su destinado.

Tony Stark, era un mal nacido que sólo se interesaba por sus intereses, sin importar el daño que ocasionará.

El rubio decidió que ese día saldría más temprano; tenía que vender por lo menos 15 de sus cuadros si querían pagar la renta del lugar.

Odiaba su condición; era un limitante para su vida.

Cuando salió, un pensamientos abarcó su mente; el mundo era un caos.

Todos peleaban por tener un poco del milagroso "Extremis". Era lamentable la idea que todos quisieran ser perfectos, y más aún, que todo fuera una mentira.

Era como una droga, primero se hacían adictos y después Anthony se las arrebataba.

—Jodido destino.

—Lenguaje. —Una voz burlona y masculina repitió lo que él tanto decía.

Tony lo miraba fijamente, deseoso, pícaro.

—¿Qué es lo que quieres, Stark? —El pequeño hombre levanto la barbilla desafiante.

Ninguno de los dos apartaba la mirada.

El castaño, aun siendo un Omega, imponía autoridad.

—Vamos Stevie... ¿Así recibes a tu Omega? —El hombre de actitud ególatra camino seguro hasta el Alfa.

—Tú no eras mi Omega. —Steve no se movió. No se dejaría doblegar por ese monstruo.

—Eso no dice el destino. —Cuando estuvo cerca del rubio, paso sus brazos por los hombros ajenos y dejó un beso en la mejilla.

Ronroneo a gusto. Steve Rogers era suyo, su ser lo sentía, su alma lo aclamaba.

—No puedo querer a una persona que daña por beneficio propio. —Tomó los brazos del Stark y los alejo de su cuerpo—. Déjame en paz.

—Es por los dos que lo hago. —Tony no dejó que el cuerpo de su Alfa avanzara y lo encerró en un abrazo por la espalda—. Te amo, Steve... Te daré todo si es lo que deseas.

Rogers cerro los ojos.

No quería caer en sus palabras, no quería ser parte de eso.

—Es más, ven conmigo, vivamos juntos, seamos lo que tanto queremos; pareja. —La sonrisa del castaño era de ilusión pura—. Reclamame como lo que soy; tu Omega.

—No. —El chico de ojos azules decidió levantar cada una de sus pinturas, dispuesto a irse—. A diferencia de ti, yo si me preocupó por los demás.

Tony no dejaba de seguirlo con la mirada.

—No voy a dejar a mis amigos.

—¿Hablas de Barnes? —El moreno empezaba a enfadarse— ¡Tú eres mío, Rogers! ¡Ni se te ocurra cambiarme por él!

—Adiós, Stark.

El Omega, desesperado, jugó su última carta.

—Déjame por él y juro que yo mismo término con su vida. —El delgado hombre, paro el paso ante la advertencia—. Es mejor que hagamos las cosas por el lado amable.

Contento de retenerlo, se puso a la par y le susurro en el oído.

—Ven conmigo, ámame como yo lo hago, y Barnes no pasará ni siquiera por esta maldita pobreza.

Los azules ojos de Steve lo miraban con rabia. Estaba jugando con él, lo estaba chantajeando con el hombre que siempre consideró un hermano, su familia.

—No sabes como te odio.

—Pronto terminarás amandome. —Sonrio inocentemente el millonario.

El pequeño Alfa, simplemente se dejó hacer; sus labios fueron capturados por unos más expertos y sus sentidos fueron ultrajados por un maravilloso aroma.

Ni siquiera el podía escapar de su destino.

Y su destino, era amar a ese lunático.

Diferentes Formas De AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora