Capítulo 27

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Jimin

Fue difícil lograr que se fueran pero al fin lo hicieron. Me tiré sobre la cama e inhalé, olía a libertad. Los amo mucho pero realmente necesitaba este tiempo para mí.

Rompí en llanto, tenía que desahogarme. Permanecí un tiempo así hasta que me decidí a levantarme, saldría a dar un paseo. Hay un parque hermoso a un par de calles de aquí y milagrosamente después de varios días de intensas lluvias hoy al fin paró de llover, aun así hace frío por lo que debo abrigarme bien.

Tras terminar de vestirme me dirigí a la cocina para buscar algo de comer antes de salir. Estaba por abrir la puerta de la nevera cuando vi una nota de papel pegada en esta.

Esperamos que pases unas horas tranquilas mientras no estamos, cuídate mucho. Hay almuerzo preparado en la nevera (sabemos que dijiste que querías cocinarte solo pero no te hicimos caso esta vez ;D )

Reí al terminar de leerla. Iba a revisar que me habían cocinado cuando escuché la puerta de entrada abrirse. No sé quién de los dos es pero lo voy a matar por volver. Me volteé furioso.

- ¿Por qué volv-

No.

Lo que estoy viendo no es real. Solo es producto de mi imaginación. No puede ser.

- ¿Me extrañaste?

Ninguna de las pesadillas se compara ni en un uno por ciento a este momento, jamás pensé que lo volvería a ver en un lugar que no fuera mi mente. La sonrisa amigable que me alegraba los agotadores días en la gasolinera ya no existía, ahora solo había una mueca psicópata que le helaría los vellos a cualquiera. La forma en la que me mira es simplemente espeluznante, como estar viendo al demonio en persona.

Retrocedí unos pasos, chocando con la encimera y golpeándome la cabeza con la punta de esta. El golpe me aturdió pero ni eso logró que mi mirada se despegara de él.

- ¿Qué acaso no me vas a responder? Yo sí te extrañé. Y mucho. Tengo que admitir que cuando me desperté ese día me decepcioné al no verte a mi lado. Después de lo que hicimos esperaba un poco más de cortesía de tu parte.

- ¿Cómo llegaste aquí? ¿Cómo entraste? –me costó hablar, el aire apenas si entraba hacia mis pulmones.

- Fue difícil cariño, me tomé muchas molestias por ti. Conseguí la dirección gracias a los contactos de mi hermano. Estuve días rondando esperando que ese par de imbéciles saliera de aquí de una vez. Cuando al fin los vi irse hace un rato no pude desperdiciar la oportunidad. El portero no se portó muy amable conmigo por lo que me vi en la obligación de quitarle las llaves del apartamento a la fuerza y encerrarlo en la conserjería. Lindo lugar por cierto. –miró a su alrededor- Lástima que tengas que hacer de perra de esos dos para vivir aquí. Yo pensaba que eras un chico sencillo, desinteresado en los lujos, pero viendo cómo te prostituiste para lograr estar aquí me doy cuenta de que no te conocía ni un poco.

- ¿Tú me estás hablando de no conocerme? ¿¡Tú!? ¡Pasé cinco años de mi vida confiándote todo! ¡Pensé que eras mi amigo! ¡Eras lo único que tenía en el mundo!

- ¡Tú mismo lo dijiste! Era lo único que tenías ¡Ahora que conseguiste a esos tipos con plata para chupárselas y que te mantengan te olvidaste de todo lo que hice por ti! ¡Tú eras mío y serás mío por siempre! ¡Hagas lo que hagas nunca lograrás escapar de mí!

- ¡Estás desquiciado!

Temblaba tanto que apenas podía mantenerme en pie, mi vista estaba nublada por las lágrimas. Vino hacia mí y me agarró por la cintura, el solo sentir su brazo contra mi cuerpo hizo que me dieran ganas de vomitar pero estaba tan débil que no logré moverme. Sacó un paño del bolsillo de su chaqueta y me lo estampó contra la nariz. El fuerte olor inundó mis fosas nasales y en unos segundos perdí el conocimiento.

Húmedo.

Fue lo primero que pensé cuando desperté. El ambiente era húmedo, frío y apestoso.

Abrí los ojos de a poco acostumbrándome a la escasa luz del lugar, solo había una pequeña bombilla colgando del techo que iluminaba toda la habitación.

Miré a mí alrededor: basura por todos lados, muros de concreto cubierto de lo que parece ser moho, sin ventanas y puerta de metal.

Una pocilga.

Traté de ponerme en pie. Al no poder moverme caí en cuenta de que estaba atado a una silla. Comencé a mover mis manos y pies frenético intentando desatarme. La puerta se abrió interrumpiendo mi intento de escape.

- Deja de hacer eso, ¿No queremos que te hagas daño o sí? –caminó por la habitación y se agachó en cuclillas poniendo su cara frente a la mía. Me tomó de la barbilla.

- Deja de llorar, es molesto. –me soltó con brusquedad y se alejó. – Así que te gusta de a dos –rio- Y tan cara de santo que tenías. –me miró esperando que dijera algo pero solo permanecí en silencio intentando seguir respirando. – Lo del otro día fue exquisito. –mi llanto se detuvo al igual que mi respiración tan solo al escuchar eso. Se volvió a acercar a mí. - ¿No te gustaría repetirlo? –me dedicó una sonrisa asquerosa.

No por favor, prefiero morir mil veces antes que vivir eso otra vez.

- Prefiero que me mates.

- ¿Y de que me sirves muerto? Podría intentarlo pero se sentiría raro, los cadáveres no son lo mío. Es mejor divertirse con los vivos. –tomó un cuchillo que había sobre un balde viejo.

Bien, acabará con mi sufrimiento al fin.

Cerré los ojos esperando a que pasara de una vez, pero el momento nunca llegó. Sentí como cortaba las cuerdas que ataban mis pies a la silla.

- Párate, bájate el pantalón y abre las piernas. Pórtate bien o tendremos que hacer esto por las malas.

- Antes muerto.

Me tomó de los brazos para levantarme de la silla por la fuerza y comenzamos a forcejear. Alzó el cuchillo y por accidente rasgó parte de la cuerda que amarraba mis manos, dejándola lo suficientemente delgada para que lograra romperla y liberarme.

Apenas me solté corrí hacia la puerta como pude, ni siquiera tenía zapatos por lo que se me hizo más difícil. Antes de lograr abrirla y salir Hoseok me agarró del brazo y me hizo un corte superficial con el cuchillo.

Entonces lo empujé con toda la fuerza que me quedaba. Su cabeza chocó directamente con la pared de concreto. La sangre comenzó a brotar como un río y su cuerpo se encontraba totalmente inmóvil.

Me agaché.

- ¡Hoseok reacciona por favor! –moví su cabeza en un acto de desesperación y entonces vi sus ojos, perdidos, mirando hacia la nada.

Ahí fue cuando lo entendí.

Estaba muerto.

Yo lo maté.

Dúo de tres  {Vkookmin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora