A la mañana siguiente amanecieron abrazados uno del otro, con algunas secciones de sus cuerpos sin ropa que los cubra y con las sábanas hasta el cuello, en la habitación no había señal alguna de Bargo. En eso, él entró a la habitación sin generar ruido alguno y se metió al baño, se notaba que estaba mareado y además no llevaba ropa puesta. Reyendar se movió un poco y luego abrió sus ojos y se sonrojó totalmente, es que se impresionó al despertar abrazado de Akamista, además de que su corazón latía más a prisa. El pensamiento de despegarse de aquella mujer y fingir que nada sucedió pasó por su mente, pero su corazón tenía ahora las riendas de su cuerpo y solo pudo quedarse allí y cerrar sus ojos. Así estuvo varios minutos, hasta que Akamista abrió sus ojos y sintió una gran calidez y un gran peso sobre todo su cuerpo, volteó para ver de qué o quién se trataba y se topó con la cara de Reyendar, ella se sonrojó totalmente y chilló. Reyendar estaba despierto, y sabía que ese chillido significaba peligro y no le convenía hacerse más el dormido, así que comenzó a abrir sus ojos. Akamista pensó que su chillido había despertado a Reyendar, así que lo empujó lo más lejos posible y lo hizo caer de la cama, mientras que ella seguía sonrojada.
-¡Kyaaaaaa!-chilló Akamista-¡Qué... qué... qué haces en mi cama!
-¡Oye! ¡Qué te pasa!-le respondió Reyendar.
-¿Qué me pasa? ¡Qué te pasa a ti! ¡Por qué amaneces en mi cama!
-¡No lo sé! No me acuerdo...-dijo Reyendar mientras se ponía en pie.
Reyendar estaba desnudo de la cintura para arriba, mientras que para abajo estaba cubierto por una prenda menor. Akamista, en cambio, estaba completamente desnuda, pero se cubría con las sábanas de la cama. Ambos vieron sus ropas regadas por los alrededores de la cama, al hacer esto se sonrojaron tremendamente al imaginar lo que había sucedido hace unas horas. De pronto se abrió la puerta del baño y de allí salió Bargo con una toalla envuelta en la cintura, esta le llegaba hasta las rodillas.
-¿Por qué hacen tanto ruido?-preguntó Bargo.
-¡Es culpa de él!-gritó colérica Akamista-¡¡Despertó en mi cama!!
-La verdad es que no sabemos de quién es la culpa,-respondió calmadamente Reyendar-tal vez sea culpa del licor.
-¡Esa es la mayor excusa de la vida!
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Reyendar, de asesino a héroe
Historia CortaEsta historia es un cuento popular de la República del Universo Conocido. Extraído de: Las historias populares del siglo CXCV, de Roydar Royder Cuenta como un asesino y cazarecompenzas conoce por un trabajo a la hija de un mercader y se enamora per...