Capítulo Duodécimo: Los tres viajeros

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No pararon de caminar durante toda la noche, ninguno de ellos no tenía ni el cansancio ni la cabeza suficiente para poder darse ese lujo, debido a que ellos esperaban poder alejarse lo más posible de aquella podrida ciudad. El amplio camino se iba estrechando más y más conforme avanzaban, Akamista no entendía el motivo, pero Reyendar y Bargo sí.

-Ya estamos cerca.-dijo Bargo.

-Sí,-le respondió Reyendar-ya casi.

-¿Eh? ¿A dónde vamos?-preguntó ingenuamente Akamista.

-No vamos allí, el camino nos conduce allí.-le respondió Bargo.

-No entendí nada.

-Te lo explicaré de manera que lo entiendas,-dijo Reyendar-vamos a una fortaleza en medio de este espeso bosque, allí tengo muy buenos amiguitos que ya me han ayudado antes y además conocen a Bargo. Nos darán unas cositas y luego nos iremos de allí por el río.

-¡¡Como que de forma que yo lo entienda!!-explotó Akamista, gritando a los cuatro vientos-¡¡A qué te refieres con eso!! ¿Ah?

-Silencio.-tajó Bargo-Algo anda mal.

Todos callaron de repente, para así escuchar las voces y los sonidos que arrastra el viento. Nuestro tres viajeros escucharon gritos de terror y guerra muy a lo lejos, Reyendar fue a investigar y se internó en la espesura del bosque.

-Niña,-dijo Bargo, muy preocupado-ocúltate entre los árboles.

-¡No soy una niña!-le respondió Akamista.

-¡Ahora!-le susurró Bargo con un tono macabro y de preocupación, al igual que su rostro.

Akamista obedeció esa orden sin chistar y se escondió tras los árboles, al rato, un grupo de hombres apareció por el camino, desde lo lejos se notaba que no eran buenas personas. Eran unos bandidos, y se acercaban raudamente a Bargo.

-Buenas tardes,-dijo uno de los bandidos-venimos por sus Reijins. Por favor, no se resista. Sería inútil.

-Tomen lo que quieran,-les dijo Bargo-inclusive pueden tomar mi cuerpo.-dijo esto último con un tono medio femenino y de placer.

-¿Qué?

-Sí, lo que escuchaste, puedes tomar mi cuerpo y hacer con el lo que desees. ¡Puedes desatar tus más bajas pasiones, o inclusive puedes torturarlo o desollarlo!

-¿Eh? ¡NO! Solo danos tus Reijins.

-¡Oh! ¡Qué será de mi virginidad! ¡Qué será de mí!

-Está loco,-dijo otro de los bandidos-matémoslo.

Después de escuchar esas, los bandidos se abalanzaron contra Bargo, decididos a matarlo. En eso, de entre la espesura del bosque, sale Reyendar blandiendo su Lanza Legendaria. Él comenzó a impartir decapitaciones a diestra y siniestra a los bandidos, hasta que no quedó ni uno de ellos con vida-y con cabeza-.

-Bargo,-dijo Reyendar con un tono de severidad único-ya te lo he dicho, ese truco tuyo no siempre funciona.

-Ya lo sé,-le respondió Bargo-pero valía la pena intentarlo. Por cierto, ¿qué pasó en esa fortaleza?

-El Jhaka envió a sus tropas de élite y conquistó la fortaleza, nuestros viejos amigos ya no se encuentran con vida.

-Es una pena.

-Pero, ¿acaso esa fortaleza no le pertenecía ya al Jhaka?-preguntó Akamista.

-Sí,-respondió Bargo-pero si este lo quiere puede reconquistar lo cuanto quiera.

Reyendar, de asesino a héroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora