Los tres viajeros siguieron su camino por donde estaban antes, pero esta vez el sendero se volvía cada vez más amplio. Esto preocupó un poco a los dos viejos amigos, que por lo visto era muy experimentados y veteranos en el arte de la guerra y de la supervivencia, ya que ellos pensaban que eso les daría una gran desventaja.
-¿Ahora a dónde vamos?-preguntó Akamista rompiendo el hielo.
-A la capital, o algo así.-le respondió Reyendar.
En eso, unos cuantos rayos de luz se filtraron por la hojarasca que generaba el bosque a sus lados y los protegía de la inclemencia del sol invernal-si, ya sé, no tiene coherencia, pero es que en ese planeta (especialmente durante el invierno) los días son calurosos y las noche gélidas-, estos iluminaron ciertos sectores del hermoso rostro de Akamista. Reyendar la miraba y contemplaba esa memorable escena, por otro lado, Akamista también miraba fijamente a Reyendar y notó lo varonil y sensual que era su rostro, por ello se sonrojó, al igual que Reyendar. Ambos seguían mirándose sin detenerse, mientras que Bargo seguía caminando, sin percatarse de este hecho.
-Eres hermosa.-dijo finalmente Reyendar.
-¿Eh?-dijo Bargo mientras volteaba a verles.
Akamista no respondió al elogio de Reyendar, en cambio, esto solo hizo que se sonrojara más. Ambos se seguían mirando fijamente, mientras que Bargo se quedaba al margen de la situación.
-Perdón,-tajó Reyendar, arruinando el momento-olvídalo.
-¿Qué dijiste?-le preguntó Akamista.
-Nada, olvídalo.
-Dilo otra vez.
-Silencio, no lo haré.
Akamista no insistió más y siguió caminando, pero esta vez junto a Bargo. Reyendar se moría de la vergüenza, no podía creer que hubieran salido esas palabras de su boca. Ambos no se dirigieron palabra alguna durante toda la mañana y toda la tarde, hasta que llegaron a una ciudad de cazarecompensas. No había problema algo para entrar allí, ya que no había encargos para capturar a Akamista. Cabe mencionar que los cazarecompensas de aquel planeta no eran como los que contratan los gánsters, sino que eran más como los bien conocidos aventureros, solo que ellos no aceptan misiones fuera de las de sus respectivas asociaciones.
-Bien nos quedaremos aquí esta noche,-dijo Bargo-¿alguna duda u objeción?
-Ninguna.-respondió Reyendar.
-Sí,-respondió Akamista-¿hay baños para damas?
-Sí.-le contestó Bargo.
-Menos .
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Reyendar, de asesino a héroe
Historia CortaEsta historia es un cuento popular de la República del Universo Conocido. Extraído de: Las historias populares del siglo CXCV, de Roydar Royder Cuenta como un asesino y cazarecompenzas conoce por un trabajo a la hija de un mercader y se enamora per...