Habían pasado unas semanas desde la muerte de Himawari y la finalización de la guerra. El país estaba regresando a la normalidad. El epicentro de la guerra había sucedido en Suna, por lo que Konoha no sufrió tantos daños colaterales. Solo los elementales. Desabastecimiento y perdida del salario. Sin embargo se ejecutaron políticas proteccionistas para poder cubrir esa crisis económica y social. Boruto seguía sin caer en la cuenta de que su hermana no estuviese más con ellos. Miraba desde la ventana del departamento nuevo y seguía creerlo. Soltó un leve suspiro. Deseaba regresar el tiempo atrás para al menos despedirse de ella y no podía. Ni siquiera imaginaba cómo se encontraba Kawaki ahora que había regresado con sus hijas. Rogaba que se hiciera cargo como el padre que era o no lo perdonaría.
Un golpeteo en la puerta lo sacó de sus cavilaciones, al girar hacia el sonido Sarada emergió de la puerta, con una sonrisa débil en sus labios y un semblante preocupado. Se acercó para abrazarlo por la espalda y contenerlo. Boruto correspondió el abrazo tímido. Y con la mirada baja. Acarició sus muñecas.
—Boruto, ya está la cena ¿Vas a comer?
—Si te digo que no quiero, me regañarás—se volteó para chocar sus frentes—. Todavía no..
—Lo sé—besó su frente—. Ya lo superarás. Eres fuerte y me lo has demostrado. Si pudiste con tu enfermedad, superarás esto—acarició con afecto su mejilla y besó sus labios—. Además debemos pensar en nuestro futuro.
Boruto asintió en silencio. Tenía razón. Debían pensar en su futuro y el de su hija Riri. Pronto comenzarían los papeles para la adopción. El nuevo departamento tenía tres habitaciones. Una sala de estar, un comedor y una enorme cocina americana. El balcón tenía un pequeño jardín. Sarada había escogido una casa con mucha ventilación por el asma de su novio. Y los espacios eran grandes para poder criar a Riri y, quizá algún día, un posible hijo biológico. El invierno ya había llegado a Konoha, eso significaba que las temperaturas eran más bajas que en Otoño. Boruto tuvo que emponcharse para no sentir frío, se sentó en un extremo de la mesa y Sarada buscó la comida para servir en los platos, cuando estuvo por sentarse a comer, el rubio la jaló de la muñeca y la atrapó en sus brazos para taparla con su poncho, quedándose sobre su regazo con una sonrisa pícara en sus labios.
—Te atrapé.
—Ah, Boruto—se quejó sonrojada—. Debemos comer.
—Quédate así un rato, así nos mantenemos calentitos—bromeó.
Sarada no podía creer que sus bromas a veces rozaran la inocencia, en el buen sentido, quizá no se daba cuenta que sonaban con doble sentido o ella era una pervertida. Sus mejillas ardieron y quería escaparse de sus brazos, pero debía admitir que además de calentito, era agradable estar pegada a él, dejarse impregnar por su aroma varonil. Se sentó sobre su regazó y atrajo su plato hacia ella, rodeó su cuello con un brazo libre:
—Está bien—dijo entusiasmada y con los palillos sujetó algo de arroz—. Abre la boca..—y ella lo hizo para demostrarle cómo hacerlo. Boruto rió por su gesto y la imitó sonrojado, enseguida atrapó la comida en su boca y sonrió avergonzado. Lo tragó rápido, para robarle un beso en la mejilla— ¡Oye! ¡Eso no es justo...!
—Solo fue un beso, Sarada—desvió la mirada y comió algo de su plato—. La verdad cocinas muy rico...
Sarada soltó una leve risita burlona y terminó su comida. Boruto se dio cuenta que su cintura era estrecha, miró sus cabellos cayendo sobre sus hombros y un rubor tiñó sus mejillas, desvió la mirada. A veces olvidaba lo bonita que era su novia. Intentó terminar de comer su porción de arroz, pero entonces no pudo resistirse, corrió sus cabellos hacia un costado y besó el hueco entre sus hombros. La pelinegra sintió un leve escalofríos y se sonrojó al percatarse que la había besado. Al cruzar sus miradas, sus ojos azules brillaron como antes, hacía rato no veía esos ojos llenos de curiosidad y de inocencia. Estaba pensando en hacer una travesura. Lo sabía.
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Déjame Enamorarte (BoruSara)
FanfictionBoruto tiene una enfermedad extraña que le impide salir del hospital. Lleva conviviendo así desde sus 4 años. Lo bueno es que tiene una familia que lo apoya y lo quiere. Solo que vivió toda su infancia y adolescencia en el hospital. Su vida no es n...