Al entrar al restaurante preguntó por la mesa que había reservado su madre hace unas horas. Le dijo el apellido y el nombre, el recepcionista le indicó que la mesa designada era la que estaba al fondo al lado de la ventana. Asintió y se escabulló entre las mesas para buscar a su madre y su hermano, suspiró al darse cuenta que solo estaba su hermano, absorto en su teléfono celular y con una expresión angustiante. Al sentarse en su respectivo lugar, el pelinegro se sobresaltó, levantó la mirada y se sonrojó, no estaba molesto; solo era orgulloso.
—¿Por qué esa cara, Ryuu? ¿Peleaste con mamá?—quiso saber mientras leía la carta.
—No, peleé con Nagisa—dijo avergonzado.
Nagisa era la chica que le gustaba. Una bonita chica, sin dudas, sus cabellos albinos la hacían extravagante y sus ojos negros, combinaban a la perfección. Levantó una ceja y siguió en lo suyo, resopló, mal de amores. Ambos estaban en la misma instancia, con la diferencia de que ella no quería que suceda, no ahora ni con él. Ryuu dejó su teléfono sobre la mesa y se inclinó hacia su hermana, tranquilo.
—¿Qué tal la pasantia? ¿Te tocó cuidar ancianos?—no lo decía en broma, su voz era pausada y rara vez se enojaba. Tenía más el temperamento tranquilo de su padre.
—Bien—rio nerviosa—. Solo que surgieron algunos problemas y no sé cómo resolverlos. Eso es todo—intentó sonreír y su hermano lo miró aturdido.
—¿Qué tan grave fue?—se preocupó.
Sarada se mordió el labio inferior. Su hermano no se burlaría de ella. Era incluso más maduro que ella a su edad. Tenía la apariencia tranquila como la de su tío Itachi y la personalidad carismática de su madre. A veces combinaba el enojo de los Haruno con la ira irremediable de los Uchiha, no era buena idea hacerlo enojar. Ella era igual solo que sabía mantener la calma en momentos cruciales, Ryuu no. No sabía si era buena idea comentárselo o esperar a que su madre viniera, ella podría darle un mejor consejo. Y además no quería que supiera que alguien del hospital la coqueteaba, Ryuu no era un celoso como cualquier hermano, pero sí evaluaba a sus pretendientes mejor que su madre.
—Solo...
No pudo decir la frase porque su madre se incorporó a su lado y se sentó para pedir la comida. Saludó a su hija y leyó la carta de menúes. No había tantas cosas interesantes, así que pidió lo mismo de siempre. Sarada ordenó algo liviano y Ryuu lo mismo que su madre. Cuando el mozo tomó los pedidos quedaron en silencio. Al ver a su madre con la mirada baja, sintió que no era momento, pero no le importó necesitaba saber qué hacer con aquel rubio o la volvería loca su almohada por la noche. Tomó aire y decidió contarlo. Tenía miedo de sus reacciones.
—Mamá, ¿puedo hacerte una pregunta?
—Dime—sonrió.
—¿Alguna vez un paciente se enamoró de ti?—la pelirrosa la miró extrañada, con los párpados abiertos y sus ojos verdes brillando, parpadeó.
—Tu padre fue un paciente mío—rio divertida.
Sarada sintió un tic en el ojo. Tenía razón y había olvidado ese bendito detalle. Solo que este caso era diferente. Su madre conoció a su padre en un campamento militar y de esa forma se enamoraron, de algún modo, ambos trabajaban en el mismo lugar y no era el caso. Porque después de la guerra pudieron casarse. Esto era diferente y algo más delicado. O eso pensaba la pelinegra, porque acá estaba perjudicando su carrera y los sentimientos de una persona. Alguien más sensible que ella. Y no se perdonaría si lo hería. Presionó sus puños debajo de la mesa, nerviosa.
—No es tan sencillo—musitó—. El chico tuvo un pasado difícil y Yanagi me advirtió que no intentara acercarme de manera íntima porque está prohibido.
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Déjame Enamorarte (BoruSara)
Hayran KurguBoruto tiene una enfermedad extraña que le impide salir del hospital. Lleva conviviendo así desde sus 4 años. Lo bueno es que tiene una familia que lo apoya y lo quiere. Solo que vivió toda su infancia y adolescencia en el hospital. Su vida no es n...